Es la no dieta de la que todos hablan -además de la más buscada en la red- y, gracias a embajadoras como Elsa Pataky o Scarlett Johansson, el método de adelgazamiento que muchos han decidido probar este año. Hablamos, por supuesto, del ayuno intermitente, ese plan que divide cada día en dos fases: una en la que se puede comer (sin apenas restricciones), y otra en la que se ayuna por completo. Aunque muchos expertos afirman que esta forma de alimentarse logra, entre otros beneficios, perder peso, un nuevo estudio ha comprobado que solo acelera mínimamente el adelgazamiento y que, además, puede resultar contraproducente porque una porcentaje demasiado elevado de los kilos que se pierden proviene del músculo.
- Los errores más comunes cuando pruebas el ayuno intermitente
Las promesas del 'intermittent fasting'
Sentirse con más energía, reconectar con la sensación de hambre real, mejorar la creatividad, desintoxicar al organismo... Esas son algunas de las razones por las que tantas personas se inician en el ayuno intermitente, aunque hay otra mucho más extendida: quieren perder peso. Según algunos estudios -que, señalan los expertos, son más bien escasos y limitados-, siguiendo este método durante algunas semanas se puede perder peso sin tener que limitar conscientemente aquello que comes y únicamente ciñéndote a los periodos de ingesta (6 u 8 horas al día) y ayuno (16 a 18 horas). Por ejemplo, esta investigación comprobó que, en 10 semanas, los participantes adelgazaron casi dos kilos por cada 60 de peso. Ahora bien, ¿merece la pena hacer el esfuerzo de no comer durante tantas horas para obtener esa pérdida de peso o, en caso de necesidad, no sería más adecuado seguir una dieta hipocalórica tradicional y hacer más deporte?
¿Y si el ayuno intermitente no fuera tan bueno?
Una investigación publicada recientemente en la revista científica JAMA Internal Medicine ha comparado los efectos del ayuno intermitente 8:16 (el más popular) con los que tiene una dieta clásica analizando a 116 adultos con sobrepeso durante 12 semanas. Y su conclusión no solo no apoya que el intermittent fasting sea mejor, sino que alerta de un posible riesgo de la no dieta de moda. Los participantes se dividieron en dos grupos: los miembros del primero realizaban 3 comidas diarias y completas, mientras que los pertenecientes al segundo podían comer todo aquello que quisieran entre las 12 del mediodía y las 8 de la tarde y debían mantenerse de 8 a 12 del siguiente día sin ingerir ninguna calorías.
Al finalizar el estudio, aquellos del primero habían perdido el 0,75% de su peso corporal y los del segundo, el 1,17%; una diferencia mínima que no avalaría el ayuno intermitente como una herramienta efectiva para adelgazar. Pero es que, además, comprobaron que el porcentaje de masa muscular que perdió el segundo grupo, los del ayuno, fue superior al que se recomienda disminuir. Y este es uno de los principales factores que influyen en el temido efecto rebote, o volver a tu peso original al terminar la dieta, ya que el músculo consume más energía que la grasa, con lo que para mantenerse delgado es muy importante tener un porcentaje de masa muscular adecuado. En cualquier caso, si el objetivo es perder peso, ya sea ayunando o con otro plan, es esencial acudir a un especialista para prevenir esta clase de problemas.