Además de seguir una dieta saludable para estar en tu peso ideal, la alimentación también ayuda a que el pelo crezca más fuerte, a tener la piel más bonita e incluso consigue que rindas más y mejor en tus entrenamientos. Los expertos aseguran que la nutrición es uno de los pilares fundamentales para que el organismo funcione correctamente y, aparte de notar sus beneficios en el físico, comer sano también tiene un fuerte impacto a nivel mental. De hecho, tu estado de ánimo puede cambiar (a peor) si no le das al cuerpo los nutrientes que necesita. La buena noticia es que para combatir el desánimo esos días en los que te cuesta sacar una sonrisa, introducir estos 3 simples hábitos en tu rutina pueden ayudarte a conseguirlo.
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-¿Perder peso sin pasar hambre? Esta es la sustancia que no puede faltar en tus platos
Según un estudio publicado en el Journal of Consumer Research, los participantes que tenían que comer una manzana en lugar del chocolate que les apetecía mientras veían una película, tenían tendencia a elegir filmes de temática violenta y les cambiaba el humor si veían algún anuncio en el que les aconsejaban hacer deporte. Aunque entrenar y comer sano debería ser sinónimo de sentirse más feliz, los extremos nunca son buenos y los expertos aseguran que pasar hambre es muchas veces la causa de las reacciones irascibles o pesimistas. Sin embargo, existen algunos hábitos con los que hacer frente al problema.
1. No contar compulsivamente calorías
Salvo en los casos en los que sea un especialista el que recomiende recortar calorías de la dieta, seguir planes de alimentación muy restrictivos puede ser el motivo principal de los cambios de humor. El Gary L. Wenk, autor del libro Your Brain on Food, explica el daño que puede hacer este tipo de hábitos en la mente: "Cuando se restringen las calorías ocurren cambios en la química cerebral que pueden afectar al humor". El motivo es que fluctúan los niveles de serotonina, un neurotransmisor que regula el apetito o el sueño, este desajuste también provoca que sea más difícil controlar la ira. ¿La solución? Reducir el aporte calórico diario poco a poco, para que el organismo tenga tiempo de adaptarse al cambio.
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2. No te prives de lo que te gusta
Otro estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, llegó a la conclusión de que la orden que le das a tu cerebro de resistirse a los alimentos que más le apetecen provoca un sentimiento de enfado. La razón es que este tipo de restricciones consiguen que desciendan los niveles de glucosa en sangre, lo que también hace que se pierda el control sobre las reacciones agresivas y desganadas. Otro efecto colateral de las dietas poco sostenibles es que antes o después pueden desembocar en episodios de atracones, en los que se ingieren de una sola vez el tipo de comidas que más te pide el cuerpo, como el dulce. Una forma de evitar esta caída en espiral consiste en controlar las cantidades y elegir sustitutos saludables para las opciones menos recomendables.
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3. No excluyas grupos de alimentos
De nuevo, a no ser que un nutricionista experto te haya recomendado que evites cierto tipo de comidas, eliminar por completo de tu dieta grupos enteros de macronutrientes tiene efectos negativos en el organismo, entre ellos, los cambios de humor. Un ejemplo perfecto son los regímenes en los que no están permitidos las grasas o los carbohidratos. En cuanto a las primeras, el doctor Drew Ramsey - co-autor del libro La dieta de la felicidad - explica que "cerca de un 60% del cerebro está formado por grasa y los ácidos grasos omega 3 son particularmente importantes para que las neuronas funcionen de la manera adecuada". También añade que "estas grasas reducen la inflamación y aumentan el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), un tipo de molécula que potencia el nacimiento de células nuevas y mejora las conexiones entre las que ya existen".
Por esta razón, tachar de tu lista de la compra un grupo de macronutrientes entero puede tener muchas más consecuencias de las que imaginas. Sí, este consejo también incluye a los hidratos de carbono. Un estudio publicado en los Archives of Internal Medicine descubrió que las personas que seguían durante un tiempo prolongado dietas bajas en carbohidratos tenían propensión a la hostilidad, al enfado y a la depresión. Y es que, según los investigadores, privar al organismo de este nutriente puede entorpecer la función cerebral de sintetizar la serotonina, encargada entre otras cosas de que te sientas mejor. La conclusión es que una dieta saludable es sinónimo de variedad si las condiciones personales lo permiten, y también la clave para mejorar tu estado de ánimo.