¿Qué tienen en común las Zonas Azules, las cinco poblaciones más longevas del mundo? Además de un estilo de vida activo, sus dietas comparten varias claves que cualquier nutricionista daría como recomendación básica: comer las cantidades adecuadas, optar por alimentos no procesados en la medida de lo posible, incluir alimentos ricos en vitaminas, minerales y micronutrientes... y, sobre todo, basar sus platos cotidianos en un grupo alimenticio concreto: las frutas y verduras, los mismos ingredientes que, según un nuevo estudio, están directamente relacionados con una esperanza de vida mayor.
Durante casi tres décadas, desde 1987 hasta 2016, un equipo de investigadores estadounidenses evaluó la salud de más de 12.000 adultos, relacionando sus enfermedades y muertes con el tipo de alimentación que seguían. Los resultados publicados ahora en el Journal of the American Heart Association confirman que aquellos que mantuvieron una dieta rica en productos vegetales redujeron sus posibilidades de sufrir un problema cardiaco grave en un 16%, mientras que aquellas personas que comieron fundamentalmente ingredientes de origen animal y procesados, incrementaron el riesgo de morir de una enfermedad coronaria en hasta un 32%. Este estudio explica algo que ya adelantó una investigación de la Universidad Lola Linda de California publicada a comienzos de los 2000: las personas vegetarianas viven, de media, 8 años más que el resto de la población.
Las frutas y verduras aportan generalmente más nutrientes y menos grasa que la carne, beneficiando toda la salud, particularmente la cardiovascular. Además, suelen tener menos calorías, aunque pueden ser tanto o más saciantes gracias a su fibra. Según otra investigación publicada en The Lancet Diabetes&Endocrinology, solo con reducir 300 kcal. al día es posible perder un 10% de peso en dos años (el 71% del cual provendría de grasa corporal), además de mejorar muchos marcadores de salud como el colesterol, la presión arterial o la glucosa. Y recortar esas 300 kcal., y así vivir más y mejor, puede ser tan sencillo como quitar el bacon, el queso y el kétchup de tu hamburguesa, cambiarlos por tomate, cebolla y lechuga... y reemplazar la carne por una alternativa vegetariana.