Empezar la dieta un lunes y otros errores que pueden arruinar tu plan para perder peso
Hablamos con el doctor José Luis Sambeat sobre los fallos que tal vez estés cometiendo al seguir una dieta de adelgazamiento
Estamos, si se nos permite la expresión, en plena 'temporada alta' de dietas. El verano ya se ve en el horizonte y quien más, quien menos quiere llegar con los deberes hechos en lo que a la puesta a punto de nuestra figura se refiere. Perder esos kilos de más que quizá hemos ganado a lo largo de los meses de frío es el objetivo de muchas mujeres –y hombres, por supuesto-. Pero muchas veces esos propósitos no llegan a buen puerto, y no lo hacen porque cometemos errores. Nadie mejor que un médico como José Luis Sambeat, experto en diagnóstico y tratamiento de la obesidad, para detectar, basándose en sus 20 años de experiencia profesional en esta área, esos fallos que pueden estar boicoteando nuestro plan y que ha recogido en su libro Coaching Nutricional.
El doctor parte de la premisa de que mucha gente se plantea la pérdida de peso como un objetivo genérico, incluso algo difuso, sin tener en cuenta que se encuentra ante una meta que, aunque nada sencilla, debe ser medible, específica y asequible. Hay que ponerse objetivos realistas, que podamos cumplir dentro de un tiempo establecido, pautado y supervisado por un profesional. Así, esos errores van precisamente desde no ponerse en manos de un experto hasta optar por dietas hipocalóricas o milagro, pasando por empezar el regimen un lunes, compararse con quienes en nuestro entorno también están intentando adelgazar o pesarse a diario. Hemos hablado con el doctor sobre cómo afrontar algunos de estos problemas para vencer a la báscula.
Muchos expertos apuntan como un error muy común confiar en las dietas milagro. ¿Considera que los planes exprés de puesta a punto para el verano, la llamada 'operación bikini', no son la mejor opción para encontrar nuestro peso ideal?
No, por supuesto que no. El someternos a un plan exprés, que además suele ser una situación recurrente año tras año, significa que no estamos haciendo una buena planificación con relación a nuestros hábitos de alimentación. Deberíamos de una vez por todas plantearnos aprender a comer para que comiendo todo tipo de alimentos sepamos hasta dónde podemos llegar y cómo tenemos que ingerirlos para olvidarnos de pasar hambre y caer en malas costumbres alimentarias cíclicamente. Un plan exprés suele conllevar un sufrimiento durante un corto periodo de tiempo, para conseguir unos paupérrimos resultados, durante un lapso aún más breve y que, además, generalmente nos suele “obsequiar” con un incremento del peso por encima incluso del que teníamos antes de comenzar la dieta acelerada.
¿Cuál es su opinión sobre las dietas que prometen resultados en periodos cortos de tiempo?
Para conseguir un resultado apreciable en escasas semanas lo único que se puede hacer es, o pasar hambre, perdiendo masa muscular y bajando nuestro índice metabólico, o caer en dietas nutricionalmente desequilibradas que también van a alterar nuestro estado de salud. No se engorda por comer mucho, se engorda por comer mal; así como tampoco se adelgaza comiendo poco, se adelgaza comiendo bien. Una de las peores opciones a la hora de rebajar los kilos es la digerir pocas calorías. Comer poco engorda a la larga. Además es preciso alejar esta creencia, la de que para adelgazar hay que pasar hambre, porque es una idea parásita que se instala en el cerebro de muchas personas jóvenes y que les hace llegar a un razonamiento peligroso: “Si quiero adelgazar tengo que comer poco, y si quiero adelgazar más tengo que comer todavía menos”. Ese es el primer peldaño de la escalera hacia los desórdenes alimentarios.
Otro error: lanzarse a hacer una dieta sin consultar con un experto en nutrición. ¿Es el 'doctor Google' un mal aliado en este caso?
El ‘Dr. Google’ suele ser un mal aliado en todo lo que se refiere al campo de la medicina, y no porque no acierte en muchos de los postulados que nos muestra, sino porque siendo ciertos en muchos casos, el ser humano de a pie, el que no tiene conocimientos de medicina -y en este caso de nutrición- tiende a interpretar esos datos de forma errónea. Le falta un profesional que dirija esos tratamientos, que estudie su persona desde una óptica externa y mucho más objetiva y que se dé cuenta realmente de cuáles son los pasos que debe seguir para que su transcurrir por el camino de la salud –y en este caso de la pérdida de peso- sea lo más adecuado, certero y saludable posible. No está mal consultar en los buscadores de Internet cuando tenemos alguna duda, pero siempre y cuando tengamos detrás a un profesional al que le podamos preguntar, y que nos pueda explicar de una forma más científica qué es lo que nos hemos encontrado en la web y cómo lo podemos aplicar a nuestra persona.
Afirma que otro de los fallos es empezar la dieta un lunes. Es más, recomienda hacerlo un viernes, ¿no cree que es misión imposible?
Generalmente el primer día en el que comenzamos una dieta es el que con más motivación y fuerza de voluntad la tomamos. Es muy difícil que las interferencias externas nos alejen de nuestra fuerte determinación de eliminar esos kilos tan molestos que tenemos. Pero conforme van transcurriendo las jornadas, esa voluntad va decreciendo, es ley de vida y le suele pasar a todo el mundo. Si comenzamos una dieta el lunes nuestra fuerza de voluntad estará al máximo pero cuando llegue el viernes habrá decrecido, y el viernes es el momento en el que, generalmente vamos a tener que enfrentarnos, con la primera tentación intensa de la semana, a la salida con los amigos y ahí va ser muy difícil que nos sobrepongamos a sus dardos envenenados. Si, por el contrario, hemos empezado la dieta esa misma mañana, vamos a tener mucha más capacidad de afrontarlos y de vencerlos. Sí o sí el mejor día de la semana para comenzar un plan de adelgazamiento es sin lugar a duda un viernes.
¿Por qué afirma que deberíamos ocultar que estamos haciendo una dieta en nuestro entorno?
Lo que en principio debería ser un motivo de alegría, de admiración y apoyo de nuestro entorno hacia la persona que se pone a dieta, curiosamente se torna en todo lo contrario. Todos los que nos hemos puesto a dieta conocemos sobradamente los “intentos de ayuda” de las personas que nos rodean cuando les comentamos que nos hemos puesto a dieta. Frases del tipo “pero si no estás tan mal como para tener que ponerte a dieta” o “ total por un día que te los antes no va a pasar nada y no se va a enterar tu médico” o “no me digas que no te vas a tomar una cervecita bien fresca, como esta que me estoy tomando yo ahora, con el calor que está haciendo”.
En muchas ocasiones parece como si existiese una especie de competición para ver quién es el primero de las personas de nuestro entorno que consigue hacernos claudicar y que nos saltamos la dieta. Eso que visto desde fuera puede parecer una nimia tontería, desde dentro de la mente de una persona a la que le ha costado mucho tomar la decisión de ponerse a dieta, porque sabe que va a tener que renunciar a muchas cosas que le gustan, puede resultar devastador para su motivación y su fuerza de voluntad. Por ello recomiendo que nunca jamás le contemos a nadie que nos hemos puesto a dieta. Es mejor decir que no tomamos la cerveza porque tenemos una pequeña alteración de la vesícula biliar (por ejemplo) y que nuestro médico nos han recomendado que durante un mes y medio cuidemos nuestra alimentación. Es triste, pero suele ser lo habitual.
¿Cada cuánto deberíamos pesarnos en casa, o piensa que es mejor que solo nos pesemos en la consulta de nuestro nutricionista?
La báscula es el mayor enemigo de la persona que se pone a dieta. Cuando todas las mañanas nos subimos a ella, lo hacemos para comprobar que el peso que esperábamos haber disminuido ha desaparecido. Y generalmente nuestras expectativas de pérdida siempre están muy por encima de lo que fisiológicamente podemos conseguir. Pero no sólo eso, en el caso contrario, si hemos logrado sobrepasar nuestra meta para esa mañana, paradójicamente y en contra de lo que se pudiera pensar de que este hecho nos motivaría para seguir siendo más estrictos si cabe, en muchos casos el autoboicoteador que tenemos en nuestro cerebro nos empieza a lanzar mensajes subliminales del tipo “bueno, si has conseguido ser mejor de lo que preveías, quizás te merezcas un pequeño premio hoy”, frase que aprovechamos para lanzarnos a por el chocolate y dar el primer paso para estropear de nuevo nuestra determinación.
¿Cuáles deberían ser las claves básicas de un correcto plan nutricional para perder peso?
Yo considero que cualquier plan de pérdida de peso es válido y es adecuado siempre que cumpla estas tres premisas innegociables:
- La primera y más importante, tiene que ser un plan nutricional sano y equilibrado que no comprometa nuestra salud. Si empezamos a comer de una forma que va a estropear nuestro organismo estamos “arreglando” un problema para crear otro más importante.
- La segunda, y definitiva para las personas a las que nos gusta comer y que no soportamos sufrir la sensación de hambre de estómago, es que podamos comer toda la cantidad que queramos de todos los alimentos que nos incluyan en el plan.
- Y la tercera, y la que tendría que convertirse en la razón de ser de cualquier plan nutricional, es que cuando lo concluyas, este sistema te haya brindado los conocimientos básicos para que durante toda tu vida sepas y puedas mantener tu peso, comiendo absolutamente todo tipo de alimentos, sin renunciar a ninguno de ellos. Mucha gente cuando se plantea ponerse a dieta empieza a generar pensamientos negativos del tipo “y ahora voy a tener que cuidarme y no voy a poder comer nunca jamás en mi vida este alimento X que es el que más me gusta”, y ese hándicap es el que le hace ni siquiera comenzar su esfuerzo.
Muchos expertos sí que recomiendan compensar cuando hemos tenido un exceso en fin de semana, usted no es partidario, ¿cómo gestionamos esos momentos en los que caemos en la tentación y comemos más de la cuenta?
El metabolismo a su sistema muy complejo y muy “afinado”. Al metabolismo no le gustan las alteraciones a su ritmo, no le gusta tener que reaccionar de una forma y luego de otra, aunque puede hacerlo; pero si le obligamos a hacerlo, luego nos lo va hacer pagar y generalmente esa factura se traduce en que va a tender a almacenar recursos, por si acaso. Si tras una copiosa comida hacemos un periodo de semi ayuno, vamos a indicarle a nuestro metabolismo que nuestros ciclos de obtención de comida no son muy regulares, y cuando este detecta que puede haber algún problema o algún periodo de carencia, lo primero que va hacer es bajar índice metabólico, gastar menos y ahorrar más; esa es la peor combinación para perder peso. Lo ideal sería que no tuviéramos ningún momento de debilidad y que fueramos constantes en nuestras horas y tipos de comidas pero si, por alguna circunstancia nos vemos obligados a cometer excesos, lo que tenemos que hacer en la siguiente comida es retomar nuestro plan de nutrición tal y como si no hubiera pasado nada extraordinario. Tardaremos un poco más en perder lo que queremos, pero no desequilibraremos nuestro organismo.
Por último, habla de que es un error pasarse la vida a dieta. ¿Cuál es la solución si queremos realmente presumir de figura?
De una vez por todas aprender a comer. Que alguien nos enseñe cuáles son las pautas de alimentación más adecuadas para nuestro organismo y nuestro metabolismo, y eso no lo puede hacer nadie más que un profesional. Me habla de pasarse toda la vida dieta. Realmente todos nos pasamos toda nuestra vida a dieta. Todos tenemos que decidir qué es lo que vamos a ingerir cada día y tenemos que escoger entre cosas que nos apetecen y nos gustan mucho y entre otras que no nos satisfacen tanto, pero que sabemos que son necesarias para mantener un correcto estado de salud. Nadie puede estar toda su vida comiendo solo lo que le gusta, pues acabaría enfermando y tendría que ponerse a dieta. Hay un documental muy famoso titulado Supersize me en el que un joven sano se mantiene durante todo un mes tan solo con comida basura, y se acaba demostrando que tras este proceso alocado acaba enfermando. Casi todo el mundo puede comer de todo, la clave es saber adaptar como tienes que hacerte esos alimentos tanto en frecuencia como en combinaciones para que sin tener que renunciar a ellos puedas mantener tu peso y, lo más importante, puedas mantener tu salud.