¿Qué tiene en común el aguacate con el arroz integral y la manzana? ¿Y todos los anteriores con los garbanzos? Mientras el primero es, sin duda, la fruta de moda y todo el mundo reconoce (y aprovecha) sus beneficios, el resto de ingredientes, por el contrario, no suelen formar parte de esas listas dietéticas que prometen solucionarnos la vida bajo el rótulo "Superalimentos". Sin embargo, son muchos los dietistas que avisan de que, para tener una superalimentación, no es imprescindible beber smoothies con polvo de Açaí, añadir bayas de Goji a la ensalada o desayunar agua caliente con moringa, como hace Kate Bosworth. Cada vez son más los expertos que abogan por recuperar algunos platos de nuestros abuelos, con los alimentos de temporada y cercanía como protagonistas, y devolver a ciertos ingredientes de nuestra gastronomía tradicional el valor que se merecer.
Es el caso del Coach Nutricional Álvaro Vargas, autor de varios libros sobre alimentación saludable (el último, lanzado hace pocos meses, con el alentador título de 'A comer se aprende') y con miles de seguidores en las redes sociales. Precisamente a través de ellas daba una respuesta a las preguntas antes planteadas: el arroz integral, la manzana o los garbanzos también son superalimentos, y sin nombres raros. "En muchas ocasiones se emplea el término superalimento como marketing, para encarecerlos", escribía Álvaro Vargas hace unos días en Instagram. En su lista de superingredientes poco conocidos, otra fruta muy infravalorada pero presente en el desayuno de Meghan Markle, el plátano. ¿Cómo podemos saber cuándo un alimento es tan bueno como dicen y cuándo es una herramienta para subir su precio? Álvaro Vargas responde.
Superalimentos, ¿realidad o moda?
"El término 'superalimento' está más relacionado con el marketing que con la nutrición, es una forma más de introducir alimentos que hasta hace muy poco tiempo no conocíamos en nuestro país o de subir su precio", responde Álvaro Vargas. ¿Un claro ejemplo? La quinoa, que no solo es más cara que otros alimentos con bondades similares, sino que además ha multiplicado su coste incluso en Perú y Bolivia, sus países de origen y donde, hasta ahora, era un pilar de la dieta popular. "Si analizamos su tabla nutricional, la quinoa aporta proteínas completas, fibra, hidratos complejos, una buena cantidad y variedad de minerales, pero nuestros garbanzos no tienen nada que envidiarle y pueden ser hasta 3 y 4 veces más baratos. Además, con esta moda de la quinoa en Europa y Estados Unidos estamos provocando que en muchos países de Sudamérica, donde la quinoa ha sido siempre su alimento principal, se esté encareciendo muchísimo y volviéndose prácticamente inaccesible para la gente que vive allí e incluso trabaja cultivándola", explica este experto en dietética que se posiciona a favor de reemplazar el término superalimento por "alimentos de alta densidad nutricional", un concepto más amplio y real que recoge aquellos ingredientes que aportan macro y micronutrientes verdaderamente beneficiosos.
"En la dieta mediterránea tenemos muchos alimentos con esa alta densidad nutricional como las almendras, las nueces, las aceitunas, las semillas de girasol y de calabaza, y por supuesto, lo que caracteriza al Mediterráneo: la fruta y la verdura", afirma Vargas. Y las bayas exóticas (de Goji o de Açai) o ese polvito verde de espirulina con el que muchas instagramers decoran sus platos, ¿también podemos considerarlos de "alta densidad nutricional"? Sí, pero... "Aunque estos alimentos pueden presentar altas cantidades de nutrientes, la ración que tomamos es muy pequeña, apenas una cucharadita o similar, por lo que su aporte sería casi anecdótico. Pero lo más preocupante es que nos lo venden como milagrosos, como que lo curan todo, y esto sí que es un engaño: un alimento puede tener propiedades preventivas, pero no son la panacea ni el remedio contra todos los males".
Ingredientes buenos de verdad
La manzana, el brócoli, las almendras, las nueces, la cebolla, el ajo, los garbanzos, las lentejas o las setas son algunos de los ingredientes que Álvaro Vargas enumera como realmente beneficiosos y mucho más accesibles y asequibles que los antes mencionados. También un clásico de la dieta mediterránea se cuela en esta lista, el aceite de oliva. "Olvidándonos de la etiqueta "superalimento", sí que considero el mejor aceite que podemos utilizar, ya que es de producción local, cercana. Supone un buen aporte de grasas cardiosaludables, igual que el aguacate, aunque se ha demostrado que si tomamos más de 3 cucharadas al día, no aprovecharíamos más sus nutrientes y sí puede suponer un aporte elevado de calorías. Por lo tanto, sí al aceite de oliva virgen extra, pero con moderación", explica, poniendo sobre la mesa el que posiblemente sea el superingrediente por excelencia: el aguacate.
"El aguacate es uno de esos alimentos que sí merece estar de moda porque supone una buena cantidad de grasas saludables, vitaminas y minerales", afirma sobre esta fruta que hoy consume (casi) todo el mundo, desde Ariadne Artiles hasta Harper Beckham. Sin embargo, no es la preferida de Álvaro Vargos, cuyo superalimento favorito realmente sorprende. "Resulta complicado elegir solamente uno, pero, si tengo que hacerlo, me quedaría con el plátano de Canarias", responde a nuestra pregunta de cuál es, en su opinión, el ingrediente imprescindible. "El plátano suele ser una fruta que gusta a niños y adultos, y viene cargado de potasio, magnesio, fósforo, ácido fólico, triptófano, fibra y antioxidantes. Además, puede tomarse fácilmente en el recreo o en el desayuno", explica, recordándonos esa lección que aprendimos de Meghan Markle.