Si no duermes bien, se nota en tu piel. También si estás estresado o si un determinado alimento no te va bien. “Nuestro estilo de vida influye en la belleza y en la salud. Tenemos que conocer y utilizar las soluciones que estén a nuestro alcance para prevenir y minimizar al máximo sus efectos sobre nuestro rostro y cuerpo, aprender cómo afectan tus hábitos y el entorno a la salud de tu piel”, nos cuenta Myriam Yébenes, quien explica que hay una serie de signos muy evidentes que se reflejan en nuestro cutis. Por ejemplo, esa falta de descanso: “Es importantísimo dormir bien para prevenir enfermedades físicas y mentales. Si miramos nuestra cara, vemos claramente los síntomas de cansancio en nuestra piel”. Y también el hecho de vivir en entornos rodeados de polución, pues como nos explica la experta del Instituto de Belleza Maribel Yébenes, “cada vez es más común sufrir intolerancias o alergias en la piel debido a los gases nocivos de la ciudad. Para evitar esos daños hay que utilizar cosmética específica para protegernos frente a estos factores”.
Hay que tener en cuenta algo que el doctor Ricardo Ruiz, director de Clínica Dermatológica Internacional, explica como punto de partida: “La piel nos habla. Los dermatólogos podemos, a través de la piel, del pelo y de las uñas, diagnosticar más de 1.000 enfermedades. Nos dice lo que nos está pasando dentro, tanto física como emocionalmente. Cuando estamos nerviosos empeora la dermatitis, se cae más el pelo...”. Coincide con él su compañero en CDI el doctor José Luis Ramírez Bellver: “La piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo, y puede ser el lugar de aparición de signos y síntomas que nos indiquen o adviertan la posibilidad de patología de todo tipo en otros aparatos y sistemas del organismo”. Una relación interesante que hemos querido abordar con la ayuda de los expertos.
Algo está fallando en tu dieta
“La alimentación lo es todo en nuestra vida, somos lo que comemos. Una buena alimentación no solo consigue que tengas una piel radiante, libre de celulitis y totalmente tersa, sino que va mucho más allá”, nos cuenta Myriam Yébenes. Por eso, la dieta, junto con la práctica de ejercicio físico y un estilo de vida saludable, es el pilar básico que cualquier especialista debe recomendar siempre, dermatólogos incluidos. Y es que, ¿sabías que un exceso de un consumo de sal puede estar implicado en la aparición de bolsas bajo los ojos? Así nos lo explica Leticia Carrera, del centro médico estético Felicidad Carrera de Madrid. Pedro Catalá, doctor en Farmacia y fundador de Twelve Beauty, apunta que determinados problemas en la dieta pueden provocar granos en la zona perioral y mandíbula, además de sequedad e irritaciones.
“Desde el punto de vista dermatológico, podemos sospechar déficits de determinadas vitaminas u oligoelementos (biotina, B12, zinc, ácido fólico, hierro…) ante determinadas alteraciones de las uñas y del pelo: fragilidad, aumento de caída, cambios en la calidad del cabello… Esto constituye un motivo de consulta frecuente, pero no quiere decir que siempre que notemos alguno de estos cambios significará que tenemos algún déficit”, nos cuenta el doctor Ramírez Bellver, quien precisa que haciendo una dieta variada y equilibrada estaremos aportando casi con total seguridad las cantidades necesarias de estas sustancias. “Sin embargo, si tenemos problemas de malabsorción, o en el caso de la menstruación en las mujeres, aunque la dieta sea correcta, podemos necesitar suplementos en determinados momentos. La aparición de heridas y erosiones alrededor de nariz, boca, región perianal… puede ser el primer síntoma de un déficit de zinc”, explica el experto de Clínica Dermatológica Internacional.
El doctor Ramírez Bellver también nos pone otro ejemplo muy ilustrativo de la relación entre alimentación y piel, la dermatitis herpetiforme, que se produce por una intolerancia al gluten (generalmente por enfermedad celíaca). Consiste en la aparición de lesiones tipo “granito”, que pican mucho, y suelen aparecer en codos, glúteos o rodillas. "De confirmarse el diagnóstico mediante una biopsia, se deberá suspender el gluten de la dieta, además de seguir los controles pertinentes por parte del especialista en Aparato Digestivo. No es raro que el paciente nunca haya tenido síntomas digestivos, por lo que el diagnóstico de sospecha a veces es difícil", añade el experto.
El caso concreto del acné
Hay que hablar también de una de las patologías más frecuentes en la consulta de dermatología, el acné. “Los granitos, por ejemplo en la frente, además de por el exceso de secreción sebácea en la zona por el uso de champús inadecuados y por contacto con el pelo, pueden ser causados por alergias alimentarias o por una alimentación rica en grasas”, nos cuenta Leticia Carrera, quien también relaciona una alimentación rica en grasas con los poros dilatados o granitos en mejillas. “No son pocas las veces que el paciente (o uno de sus progenitores), nos dice 'y dígale, doctor, ¡que no coma chocolate!'. Normalmente contesto que abusar del chocolate no es bueno, pero no porque sean la causa del acné, sino por el resto de alteraciones metabólicas que provocan un exceso de azúcar en la dieta. A pesar de que hay mucha controversia, todavía no se ha podido demostrar que la dieta influya de manera determinante en el acné (si un paciente claramente dice que al tomar determinado producto o lácteo le salen granos, le digo que lo evite en la medida de lo posible, pero no como normal general solemos hacer restricciones dietéticas como tratamiento o prevención del acné)”, explica el doctor Ramírez Bellver, quien nos pone un último ejemplo relacionado con la dieta y la piel: “Seguro que se han fijado en las placas anaranjadas que algunas personas tienen en la región de los párpados. Son los denominados xantelasmas, y se producen por acúmulos de colesterol en la piel, por lo que, cuando los vemos, solemos solicitar un análisis de sangre para ver colesterol, triglicéridos… y recomendar un seguimiento por el médico de Atención Primaria”.
La piel y su vínculo con el estrés
Vivimos en una época que nos marca un ritmo demasiado vertiginoso. Y muchas veces, cuando no encontramos o sabemos la causa de algo que nos está pasando, lo achacamos al estrés. ¿Sabías que la piel y la mente (el sistema nervioso central) están muy relacionadas? Tal y como explica el doctor Ricardo Ruiz, director de Clínica Dermatológica Internacional, derivan de la misma capa embrionaria, es decir, el mismo grupo de células que cuando somos tan solo un embrión con horas de vida darán lugar a la piel, son las que dan lugar al cerebro; por tanto, no es de extrañar que determinadas enfermedades, incluidas las dermatológicas, empeoren o se desencadenen en periodos estresantes. “El estrés genera radicales libres y de consecuencia hay una notable pérdida de colágeno y elástina dando lugar a una piel apagada y líneas de expresión más marcadas”, nos cuenta Pedro Catalá.
“El prurito (picor), la psoriasis, los eccemas, la dermatitis seborreica, la alopecia areata…son tan solo algunos ejemplos claros de patología cutánea que puede exacerbarse por culpa del estrés. Sin embargo, no hay que olvidar otras posibles causas, también frecuentes en nuestro medio, como son la toma de múltiples fármacos, las infecciones… por lo que, aunque evidentemente lo ideal es llevar una vida tranquila y relajada, no hay que culpar al estrés de todo lo que nos pase, y reservar este diagnóstico una vez excluidas razonablemente otras posibles causas”, matiza el doctor Ramírez Bellver.
Problemas circulatorios
También determinados problemas circulatorios pueden reflejarse en nuestra piel y convertirse en motivo de consulta al especialista en Dermatología. “Por ejemplo, hay personas a quienes, con el frío, se les ponen los dedos (de las manos generalmente, aunque también puede ser de los pies) azules, rojos, blancos… o incluso de los tres colores (no a la vez, sino sucesivamente). Esto se llama 'fenómeno de Raynaud', y puede ser un hecho aislado (lo más frecuente) o ser síntoma de una enfermedad de mayor importancia llamada esclerodermia”, cuenta el doctor de Clínica Dermatológica Internacional, quien explica que en ese caso la medida más importante es protegerse del frío, generalmente con el uso de guantes es suficiente, pero hay casos más graves desencadenados incluso por estar en un sitio con el aire acondicionado puesto, y que producen incluso úlceras muy dolorosas, casos en los que hay que tomar medicación por vía oral, e incluso inyecciones de toxina botulínica.
Otro motivo de consulta relativamente frecuente, con predominio además en los meses de verano, es la capilaritis: son lesiones formadas por muchos “puntitos”, rojos o violáceos, que pueden picar o no producir ninguna molestia, y que aparecen en la parte más inferior de las piernas, generalmente tras haber caminado más de lo habitual (excursiones, Camino de Santiago…). El doctor Ramírez Bellver explica que “se producen por una inflamación de los vasos sanguíneos más pequeños de la piel, debida a la dilatación por el calor sumado al efecto de la gravedad por estar mucho tiempo de pie, en personas con alteraciones iniciales de la circulación. Es muy importante que estas lesiones no son palpables: al pasar la mano no se toca ninguna lesión. En el caso de aparición de lesiones similares pero que sí se palpen, es conveniente consultar con un médico por la posibilidad de que se trate de una vasculitis, que en ocasiones puede ser signo de alguna enfermedad interna más importante”.
¿Puede el uso del móvil afectar a nuestra piel?
Incluso las nuevas tecnologías pueden estar haciéndole un flaco favor a nuestra piel. “Si la pantalla estuviera contaminada por alguna bacteria, podría originar una infección superficial si se produjera un contacto prolongado”, nos cuenta el doctor Ramírez Bellver, quien explica que “sí que es relativamente frecuente la dermatitis de contacto por teléfonos móviles debida a la liberación de determinados materiales (los más frecuentes níquel y cromo). La alergia al níquel es frecuente, la gente que la padece sabe que no puede usar joyas de bisutería porque “les dan reacción” (enrojecimiento, picor intenso…). Las lesiones típicas son en los lóbulos de las orejas, zona del reloj o anillos, y cerca del ombligo, por las hebillas de cinturones o botones del pantalón. Por lo tanto, ante dermatitis “raras”, en solo –generalmente- una mejilla, que no acaba de mejorar, en un paciente con alergia al níquel o cromo, habría que sospechar una dermatitis de contacto por el uso del teléfono móvil y emplear las medidas necesarias para minimizar el contacto o impedir la liberación de estas sustancias”, nos cuenta.