Ahora que llegan días en los que el sol se convierte en nuestro fiel compañero durante muchas horas al día, es para muchas el momento de renovar nuestras cremas solares. Toca poner al día el neceser de verano y según el IV Estudio CinfaSalud sobre “Percepción y hábitos de salud de la población española en torno a la fotoprotección”, avalado por la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), seis de cada diez españoles acuden al farmacéutico a la hora de pedir consejo sobre fotoprotección, siendo el segundo profesional sanitario más consultado en este ámbito, después del dermatólogo. “Acudir a la farmacia para adquirir cremas solares o fotoprotectores de farmacia es una muy buena opción, ya que el farmacéutico puede hacer una recomendación personalizada acorde a nuestras necesidades o gustos”, explica Susana Mezquita, experta del Departamento Científico de Laboratorios Cinfa. Y es que, si miramos por un momento las estanterías de estos establecimientos nos damos cuenta de que tenemos un abanico de opciones enorme para elegir. ¿Qué es lo que marca la diferencia entre unos productos y otros?
“No todos son de igual calidad, ni son tan completos o de amplia cobertura. Existen fotoprotectores que nos protegen frente a las cuatro radiaciones principales del sol y otros sólo frente a una o dos, ahí está la diferencia entre que te quemes o no, en que te salgan más manchas o tu piel sufra alguna alteración. Las cuatro radiaciones principales son los rayos UVA, UVB, la radiación infrarroja y la radiación visible”, explica la doctora Paloma Borregón Nofuentes, especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica y estética y responsable de Dermatología en la Clínica Beteré en Madrid.
Así debe ser la fórmula
Cada año nos encontramos en el mercado nuevas fórmulas y texturas dentro de los productos solares, pero… ¿cómo deben ser esas fórmulas? “Deben garantizar la protección solar y, por supuesto, adaptarse a nuestras necesidades, tipo de piel y gustos cosméticos. Teniendo en cuenta esto, la formulación de un producto solar es más complicada de lo que parece”, nos cuenta Mercedes Abarquero, directora científica de Vichy, que resume algunos aspectos básicos.
- Deben filtrar la radiación UVB y UVA. Los filtros permiten, en función de cuál se incluya y en que concentración, filtrar parte de la radiación del sol. Se categorizan en filtros físicos (también llamados inorgánicos) y filtros químicos (o denominados orgánicos) y se distinguen también por la capacidad de filtración de cada tipo de radiación que presenta cada uno de ellos (filtros UVB, UVA cortos, UVA largos o filtros mixtos UVB-UVA). La combinación armónica de los diferentes filtros nos va a permitir protegernos de estas radiaciones.
- La inclusión de antioxidantes y otras sustancias ayudan a nuestra piel principalmente a neutralizar los radicales libres que se forman por la radiación no filtrada. Debemos tener en cuenta que el fotoprotector no es una barrera, no es capaz de filtrar el 100% de la radiación solar.
- Tienen que ser de amplio espectro, es decir, que sean capaces de filtrar de forma continua todas las radiaciones UV.
- Han de ser fotoestables, y cuando nos expongamos al sol no deben degradarse.
¿Existe el fotoprotector ideal?
“El fotoprotector ideal tiene que contener en su formulación tres ingredientes clave: filtros físicos, orgánicos y antioxidantes. Sus acciones complementarias y sinérgicas aseguran una fotoprotección de amplio espectro UV”, añade la dermatóloga Ariadna Ortiz, directora Médica de Pierre Fabré Dermo Cosmética, quien apunta un importante dato a tener en cuenta: “Para minimizar los riesgos de alergia, es necesario formular con el mínimo número de filtros”. A eso hay que sumar la inclusión de ingredientes que aporten un beneficio adicional además de la protección con el uso del producto. “Actualmente ya disponemos de fórmulas hidratantes, que potencian la luminosidad, ayudan a reducir las imperfecciones, antiedad, etc, que, además vienen en fórmulas que se adaptan a las actividades que realizamos, como las consabidas fórmulas resistentes al agua, pero también texturas antiarena que garantizan el nivel de protección, fórmulas wet que permiten la aplicación en mojado sin que descienda la protección...”, nos cuenta por su parte la experta de los Laboratorios Vichy.
Coincide con ella Ariadna Ortiz, de Pierre Fabré, quien explica que “recientemente se ha descubierto la importancia de las radiaciones infrarroja y visible en la producción de radicales libres y, por tanto ,su papel en el envejecimiento cutáneo, por lo que es recomendable utilizar fotoprotectores que no solamente reivindiquen sino que demuestren mediante estudios científicos que también protegen frente a estas radiaciones. Y se debe elegir la textura en función del tipo de piel (cremas para pieles secas, emulsiones para pieles grasas, oil-free y seborreguladoras para pieles acneicas)”, nos cuenta.
¿Por qué elegir las cremas de farmacia?
Como comentábamos al principio, muchas personas confían en el consejo de su farmacéutico para hacerse con sus productos solares. La doctora Ariadna Ortiz explica que “la cremas de farmacia ofrecen un máximo de seguridad y eficacia. En nuestro caso, se fabrican con el mismo procedimiento que los medicamentos”. “Las farmacias y los profesionales farmacéuticos trabajan por el cuidado y la promoción de la salud, aplicando su conocimiento, su criterio profesional técnico y un consejo farmacéutico personalizado para cada paciente”, añade Susana Mezquita, de Laboratorios Cinfa, quien nos cuenta que “desde la farmacia, se considera a los fotoprotectores productos de salud y, por ello, se exige a los fabricantes altos estándares de calidad y una eficacia demostrada del producto. En este sentido, no hablamos solo del factor de protección reivindicado, sino también de la exigencia de que sean productos hipoalergénicos, testados en pieles sensibles y atópicas y testados dermatológicamente o por pediatras en el caso de productos dirigidos a los niños”.
Ese grado de especialización es, tal vez, la clave, tal y como nos cuenta Bet Blanco, responsable de Formación de Bioderma: "Encontramos fórmulas solares específicas para patologías cutáneas, como puede ser la rosácea, las pieles sensibles o para pacientes con enfermedades a los que no puede darles el sol. A la vez que protegen del daño solar, también mejoran la piel".
¿Sirven los protectores solares del año pasado?
Si tienes un solar de la pasada temporada aún en la bolsa de la piscina o de la playa, es buena idea que lo renueves. "Un solar caducado es un aolar que no funciona al 100% y no garantiza la protección frente a la radiación solar", explica Bet Blanco. “Si lo pensamos, nos daremos cuenta de que los fotoprotectores son los productos dermatológicos más maltratados: los llevamos a la playa y se quedan en la bolsa, exponiéndolos a altas temperaturas durante largos periodos de tiempo; los dejamos en las guanteras de los coches; los manchamos de arena; y, en invierno, los guardamos a temperaturas extremadamente bajas… Todas estas situaciones hacen que el producto sufra y, si bien durante su proceso de desarrollo son circunstancias que se tienen en cuenta, los componentes de la fórmula se pueden degradar, perdiendo eficacia. Es por eso que hay que fijarse en el etiquetado del producto, ya que existe un símbolo (el de tapón abierto) que nos indica el tiempo durante el que el producto mantiene sus propiedades una vez abierto. Normalmente, es de 12 meses, por lo que no resulta recomendable utilizar los fotoprotectores de un año a otro, una vez que se han abierto”, nos cuenta la experta de los Laboratorios Cinfa. La doctora Teresa Truchuelo, dermatóloga en Clínica Grupo Pedro Jaén y Hospital Vithas, matiza que además, “pueden perder su estabilidad de formulación y con ello podrían producir irritaciones en la piel o erupciones acneiformes, por ejemplo”.
La importancia de leer bien la etiqueta
Los farmacéuticos nos pueden ayudar, además, a entender qué es lo que significa cada detalle que aparece en la etiqueta de nuestro solar. Y es que no siempre entendemos bien qué tipo de protección lleva, cuáles son los filtros y otros interesantes detalles que son fundamentales a la hora de elegir nuestro cosmético para protegernos del sol. “El consumidor entiende parcialmente el etiquetado de los productos solares. Sabe que el factor de protección solar (SPF) viene indicado con un número (30, 50, 50+) y lo asocia al grado de protección que tiene el producto. No obstante, en el etiquetado hay mucha más información a la que todos deberíamos prestar atención: frente a qué radiaciones protege; el tiempo que es recomendable utilizar el producto una vez abierto; o si es hipoalergénico o testado en pieles atópicas. Toda esta información es importante y un adecuado asesoramiento por parte de un profesional farmacéutico puede ayudarnos a comprenderla y a realizar una correcta selección del producto”, explica Susana Mezquita, quien precisa que en general, deberíamos fijarnos en que el fotoprotector proteja tanto frente a la radiación UVB como frente a la radiación UVA. Esto aparece indicado en la etiqueta de la siguiente manera: la protección UVB, con el valor numérico del SPF, y la protección UVA, con dichas siglas enmarcadas en un círculo. También hay que prestar atención a si el producto protege frente a otras radiaciones del espectro solar como la infrarroja A (IR-A) -responsable del fotoenvejecimiento-, y a si es resistente al agua o al sudor. Asímismo, en el etiquetado debe estar indicado el tipo de piel para el que es más recomendable.
Consejos prácticos para elegir tu solar
La doctora Truchuelo nos explica que “lo ideal es saber qué tipo de piel tenemos para ver si nos decantamos por un fotoprotector más denso (cremas) en caso de pieles secas o muy maduras; un fotoprotector más ligero (en gel oil free) para pieles grasas; un fotoprotector en emulsión o gel crema para pieles sensibles, etc. Luego podemos escoger también con color o sin color (esta característica no cambia la eficacia del fotoprotector); podemos también escoger fotoprotector corporal (leches, aceites, brumas o sprays). En poblaciones pediátricas menores de dos años, nos decantaremos por fotoprotectores físicos o minerales. Existen además fotoprotección de alto índice de FPS, que además añaden productos antimanchas, ideales para pieles con tendencia a la mancha. En cualquier caso, independientemente del fotoprotector que escojamos lo importante es aplicarlo correctamente y con la frecuencia necesaria”.
La doctora Ortiz lo resume en función de cada tipo de piel:
A. Mujeres embarazadas: Necesitan una elevada protección de la cara y escote durante todo el verano. Si no pueden aparecen manchas y marcas, y cuanto más mate sea la piel, más marcados serán estos signos. Para prevenirlo: aplicar habitualmente, una base de maquillaje con SPF 20 o 30 antes de maquillarse.
B. Pieles maduras: optamos por un factor de protección 50+.
C. Piel con tendencia a quemarse: Las personas que independientemente del tiempo de exposición, se queman, requieren siempre un SPF 50+. Sólo en contadas ocasiones, como para pasear por la ciudad u otras actividades que suponen una ligera exposición, pueden usar un SPF 30.
D. Piel poco sensible al sol: si la piel no se quema que en casos de extrema exposición, reservar la protección muy alta (SPF 50+) a condiciones extremas, es decir, cuando uno se encuentra en el trópico, en alta montaña, en glaciares…Para el día a día, la protección puede ser alta (SPF30) en caso de ir a la playa y media (SPF20) en actividades cotidianas sin una exposición importante.
E. Piel que no sufre con el sol: Son pieles que resisten bien a los UV y no se queman, una protección media (SPF20) será suficiente incluso en los trópicos o en alta montaña.
F. Bebés: independientemente de que su piel sea o no mate, un bebé o un niño menor de 3 años, nunca debe estar expuesto directamente al sol. Su piel es muy frágil, y para protegerla se utiliza un fotoprotector de índice muy alto y de fórmula adecuada (sin perfume, sin parabenos…) aún estando bajo la protección del cochecito o la sombrilla.