Conoces la teoría, y eres consciente de que tus cenas no deben ser demasiado abundantes. No conviene comer en exceso cuando apenas quedan un par de horas para meterse en la cama. Esa es la opinión compartida por los nutricionistas que, además de evitar ciertos alimentos, siempre recomiendan aprovechar los beneficios de las cenas ligeras. Pero ligera no quiere decir casi inexistente. Y es que hay puntos de vista encontrados a l hora de perder peso que llevan a algunas personas a pensar que, cuando tu objetivo es perder peso, incluso es bueno irse a la cama sintiendo cierta sensación de hambre, con el estómago casi vacío. Error. Hemos querido profundizar un poco más en este tema, teniendo en cuenta las recomendaciones de los expertos.
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El principal riesgo: el 'efecto rebote'
Y, de entrada, no parece que esta sea una buena idea. ¿La razón? “Irte a la cama con hambre no es una buena opción si estás tratando de perder peso, ya que puede provocar un 'efecto rebote': levantarte por la noche y darte atracones de comida para luego volverte a acostar, desayunar muchísimo por la mañana.. Lo más recomendable es irte a la cama tras haber hecho una cena sana equilibrada de manera que te sientas saciado pero con calorías saludables”, nos explica Myriam Yébenes, directora del Instituto de Belleza y Medicina Estética Maribel Yébenes. Y es que lo que parece obvio es que en los extremos está el error: si nos acostamos con el estómago demasiado lleno, nos costará conciliar el sueño y dormiremos mal, mientras que si nos acostamos con sensación de hambre, podemos tener una sensación incómoda en el estómago que tampoco nos deja dormir. En ambos casos el sueño será de mala calidad, lo que hará que, por la mañana, posiblemente, comamos más de la cuenta. El término medio es, una vez más, la opción más acertada.
¿Influye la hora a la que cenas?
Sobre la creencia de que si cenamos tarde podemos engordar, también nos da su opinión Myriam Yébenes: “Siendo realistas, lo que comes tiene mucha más influencia sobre tu peso que a la hora que lo comes. Lo primero es mantener una alimentación saludable donde la base sean las frutas, verduras y hortalizas, además de proteínas y grasas saludables. La mejor manera de comer es la que respeta nuestro reloj interno: lo ideal es cenar entre las 19 y las 21h e irse a la cama a las 23h. Cenar tarde por la noche puede aumentar el peso, los niveles de insulina y colesterol y afectar negativamente a la metabolización de la grasa”, nos explica.
Así, para la experta en nutrición y estética, “una cena saludable debe contener una variedad de alimentos que incluyan proteínas, verduras u hortalizas, huyendo de grasas saturadas que ralenticen el metabolismo. Lo ideal es ir cambiando cada día, por ejemplo, un día una ensalada de pechuga de pollo, aguacate, zanahoria y huevo, otro día una tortilla de espinacas con puerros al horno, calabacines rellenos de pavo con verderas… son recetas muy sanas y que a la vez te saciarán y darán mucho juego en la cocina”.
Coincide con ella Marta Vallejo, especialista en Nutrición y Dietética de Clínica Opción Médica: “Lo mejor para mantener la línea y conciliar el sueño es una cena ligera y que no sea difícil de digerir. Como norma general, la verdura cocida es de más fácil digestión, por lo que podríamos incluir purés de verduras, verdura hervida (como judías verdes, brócoli, acelgas, espinacas...) o a la plancha (calabacín a la plancha, por ejemplo). Para acompañar, es mejor proteínas magras, sin mucha grasa para aligerar la digestión. Dos ejemplos serían el pescado azul o el huevo. Hay que intentar cocinar de manera ligera: plancha, horno, hervido, salteado...”. Y nos da su ejemplo práctico que puedes poner en práctica hoy mismo: un buen ejemplo sería una crema de puerro, calabacín, patata y zanahoria acompañado de merluza con sal y limón a la plancha. De postre, piña al natural". Y toma nota de un último consejo: “Hay que evitar tomar abundantes líquidos antes de dormir y bebidas diuréticas y estimulantes como el té, café, o bebidas alcohólicas, y también evitar alimentos con efecto diurético como apio, acelgas, calabacín, coles de Bruselas, tomates o plátano, para evitar despertarnos por la noche para ir al baño”, nos cuenta Laura Parada, nutricionista de Slow Life House.