6 hábitos que según los estudios nos suman más años que las arrugas o las canas
El paso del tiempo no es el único factor que influye en la belleza. Hay gestos cotidianos que aceleran el envejecimiento e influyen en nuestro bienestar. ¿Sabes cuáles son?
Retrasar los efectos del paso del tiempo sigue siendo un gran reto científico y aunque sabemos cuánto pueden hacer por nosotros la alimentación y una vida sana, hay varios factores que influyen directamente en la oxidación celular. Llega un momento en el que debemos atender más que nunca a nuestro cuerpo y evitar los malos hábitos. "A partir de los 40 comienza la década más desafiante en la que el estrés aumenta y disminuye la calidad de la vida", tal y como señalan desde The Telegraph en palabras del Dr. Muir Gray. El autor del libro Midlife: Look Younger, Live Longer, Feel Better, revela cómo cada año hay que entrenar más y cuidarse más y sobre todo, hacer frente al estrés. Aunque la flacidez, las arrugas o las canas son para muchos las primeras evidencias de la pérdida de la juventud, hay otros factores (más allá de los cambios físicos) que se descuidan y sin embargo tenerlos a raya es esencial porque su efecto es determinante en la belleza a nivel global. La buena noticia es que prevenirlos está en tu mano.
Frente al sol, ¡sentido común!
El sol tiene dos caras bien definidas. "El sol envejece la piel pero también es fuente de vida. Hay vida en nuestro planeta porque tenemos el sol. Además, a través de la vitamina D, ejerce muchos efectos beneficiosos no solo para los huesos sino también en la prevención de algunos tipos de cáncer. Al final tan malo es tomar mucho solo como no tomar nada el sol", nos cuenta el doctor Ricardo Ruiz. Eso sí, hay que tomar el sol con precaución. Y es que seguro que te has fijado en esas mujeres que muestran un bronceado extremo, pero que tienen la piel especialmente arrugada. Por eso, una de las formas más sencillas y eficaces de prevenir el envejecimiento cutáneo es aplicar crema con factor de protección ¡a diario!
Deporte para vivir más y mejor
No es tanto que el ejercicio físico nos vaya a garantizar una mayor longevidad, como la mayor calidad de vida que puede proporcionarnos, por muchos motivos: el ejercicio mejora los niveles de glucemia (azúcar en sangre), el perfil lipídico aumentando los niveles de colesterol HDL y disminuyendo los del llamado colesterol malo (LDL), aumenta la masa muscular y disminuye los depósitos grasos, reduce el nivel de ansiedad, favorece la pérdida de peso, ayuda a prevenir la osteoporosis, pues durante el ejercicio se estimula la movilización del calcio... Todo son ventajas. "El deporte es básico para envejecer mejor y sobre todo más feliz. Además, hacer deporte hace que tengamos más afinidad por una dieta sana", nos cuenta el doctor Ricardo Ruiz. Hace unos años, un estudio del British Journal of Sport Medicine publicó los resultados de un estudio que mostraba que un consumo televisivo de 6 horas o más al día podría acortar 5 años de vida... ¡hay que moverse!
La 'luz azul', enemigo de la juventud
¿Sabías que, aparte de la piel, el ojo es el órgano que más probabilidad tiene de sufrir daños por los rayos UV? Así nos lo confirman desde la firma de lentes Essilor, donde explican además que los rayos UV tienen un efecto acumulativo, y a menudo irreversible. Pero no solo el sol, las luces LED y fuentes de luz fluorescente que podemos encontrar en ordenadores, tablets y smartphones emiten luz azul-violeta, que es uno de los principales factores de riesgo en la aparición de DMAE (Degeneración Macular Asociada a la Edad). Por eso, es fundamentar proteger también la salud de nuestros ojos, tanto de los efectos del sol como de estas nuevas tecnologías que quien más quien menos ha incorporado a su vida diaria, y que causan sensación de ojos cansados, secos, con picores, fatiga visual... pero no solo eso: también dolor de cabeza, molestias en el cuello y en los hombros. Por eso, proteger nuestros ojos es imprescindible.
Dejar de fumar para una piel más tersa
Sabes que el tabaco le viene mal a tu salud, pero tal vez no eres consciente de que también está implicado en los problemas dermatológicos que supone tanto el consumo de tabaco activo como el sufrimiento pasivo del humo del tabaco. Seguro que tienes claro que fumar ocasiona importantes daños a los órganos internos, como los pulmones o el corazón entre otros, pero también es importante destacar los perjudiciales efectos del tabaquismo en la piel, el sistema óseo, o la boca, que han sido ampliamente documentados en diversos estudios científicos.
El doctor Douglas Model, en 1985, definió el rostro del fumador a partir de una investigación que publicó en el British Medical Journal, donde afirmaba que la mayoría de los fumadores con más de 10 años de consumo pueden identificarse sólo por el examen facial. Así, el rostro del fumador tiene las siguientes características: arrugas marcadas, provocadas en gran medida por la contracción de los labios al fumar y el acto de entrecerrar los ojos para evitar el humo; aspecto facial demacrado con prominencia de los huesos; apariencia grisácea de la piel y manchas color púrpura.
La contaminación, el otro factor que apaga tu piel
Es un enemigo invisible, que también influye en el envejecimiento prematuro, afectando tanto a nuestra salud como a nuestra piel. Sobre esto último nos hablaba nuestra experta Meritxell Martí, quien nos comentaba que la contaminación va a afectar a la piel a todos los niveles. De forma superficial, está claro que la función de nuestra piel para protegerla estará en plena actividad, lo que puede provocar a un estrés de la piel, pero de forma más superficial, la va a ensuciar. La piel no es lisa, en la epidermis hay poros, folículos pilosos y glándulas sebáceas y sudoríparas. Estas son las posibles “puertas de entrada de los contaminantes” y es donde principalmente van a depositarse estas partículas nocivas.
No sólo eso, además de ensuciarse y taponarse el poro, esta capa evitará que las células muertas se disgreguen fácilmente, disminuyendo la velocidad de renovación celular. La capa córnea de la epidermis se va a engrosar y con ello la piel se verá más rugosa y apagada. A nivel más interno, este problema también va a afectar, pues la piel no podrá intercambiar con el exterior las sustancias que naturalmente lo deben hacer como el agua, lo que provoca que la piel se “desactive”, se apague, pues disminuye el riego sanguíneo en la piel.
Los agentes contaminantes van a hacer incrementar los niveles de radicales libres en el organismo, estos radicales libres dañan las moléculas de ADN celular y en consecuencia provocarán un mal funcionamiento de la barrera epidérmica, de una mala formación del colágeno, de las fibras de elastina que componen la piel. En consecuencia, ésta pierde firmeza y elasticidad. De hecho, está comprobado que las personas que viven en ciudades con más contaminación padecen más sequedad de la piel, con una mayor tendencia a la formación de arrugas y manchas.
Actitud positiva como remedio antiestrés
Dicen que la cara es el espejo del alma... y en ocasiones eso se cumple a rajatabla. Cuando estás desmotivada, triste o demasiado estresada, tu piel también lo refleja ¡y mucho! Ese 'hoy tienes mala cara' no es casual. Duermes menos, estás más cansada y eso acaba notándose. Hay, de hecho, múltiples estudios que demuestran que personas proclives a un bienestar subjetivo alto disfrutan de mejor salud y viven más. Una actitud positiva puede servirnos en nuestra estrategia antienvejecimiento. Por eso, céntrate en pensamientos positivos, vive el presente, no descuides las relaciones sociales, afronta tus miedos, aprende de tus errores...
"Un cierto estrés es muy bueno para el cuerpo y para la mente. El estrés producido por algo que te gusta se llama pasión. Pero si el estrés es descontrolado pueden aparecer signos como caída de pelo, empeoramiento de eccemas o psoriasis, etc", nos cuenta el director de la Clínica Dermatológica Internacional, quien nos da el que es, tal vez, el consejo que debemos apuntarnos en mayúsculas: "Al final se envejece como se vive. Y lo importante no es vivir muchos años sino vivirlos con buena calidad de vida. Como decía alguien, quiero morirme joven lo más tarde posible”.