Hay muchas personas que apenas desayunan. Gran error. Es una comida fundamental, a la que no siempre dedicamos el tiempo que se merece. Pero tal vez no habías pensado si influye el hecho de que solo desayunes alimentos fríos o que optes por algo caliente. Pues bien, el doctor Brian Wansink, que dirige el 'Food and Brand Lab' de la Universidad de Cornell, el más prestigioso centro de investigación sobre la psicología de la alimentación, recomienda una serie de consejos para intentar mantener la línea y uno de ellos se refiere a la composición del desayuno, insistiendo en que comas algo caliente durante la hora que pasa después de despertarte. ¿La razón con la que lo argumenta? Hará que no sientas necesidad de consumir más, así que a la fruta o el yogur que te acompañan cada mañana deberías añadir, según el experto, también algo caliente.
Tomar alimentos o bebidas calientes sacia más
Hemos querido contrastar con otros nutricionistas esta afirmación, para ver qué hay de cierto en la influencia de la temperatura de los alimentos de nuestro desayuno y la pérdida de peso. Patricia Cuenca, directora técnica de Oxigen, lo explica de forma sencilla: “Tomar alimentos o bebidas calientes sacia más porque con el calor se dilatan los tejidos y, en consecuencia, la pared gástrica también. Por eso, de hecho, en invierno solemos tener más apetito que en verano”.
Por su parte, Laura Parada, nutricionista de Slow Life House, nos cuenta que “para una buena digestión lo ideal sería consumir alimentos a temperatura similar a la de nuestro cuerpo (36,5°). Esta es la temperatura óptima para que funcionen de forma adecuada las enzimas que ayudan a degradar los alimentos”. Remarca, además, un inconveniente de ingerir los alimentos demasiado calientes, y es que este hábito “está asociado al cáncer de esófago, según estudio publicado por el 'British Journal of Medicine', además de que comer alimentos muy calientes inflama las papilas gustativas y con el tiempo estas se deterioran”.
Pero no solo si comemos la comida demasiado caliente podemos tener problemas. “Algo similar sucede al comer frío, pues al no tener la temperatura necesaria para que las enzimas trabajen de forma adecuada, la digestión es más lenta y menos eficiente”.
Eso sí, optar por alimentos fríos o calientes puede echarte una mano si estás intentando perder peso. “Consumir alimentos a temperatura diferente a la corporal (frío o caliente) ayudaría a las personas que quieren bajar de peso, debido a que la comida tarda más en el estómago y como no se puede digerir tan fácilmente, no tendremos hambre por un tiempo prolongado”, nos cuenta Laura Parada. Por contra, “para las personas que buscan mejorar su digestión las comidas tanto frías como calientes no son una buena estrategia”.