Tu piel se enrojece con facilidad, en ocasiones incluso te pica... Sabes que tienes una piel sensible... ¿o tal vez se trate de una alergia? Hay diferencias, y un dermatógo es, no hay duda, la persona más apropiada para darte las claves sobre los problemas de tu piel. Pero aun así, vamos a intentar ayudarte con una serie de pautas para que intentes comprender las principales diferencias entre pieles alérgicas, intolerantes y sensibles, con la ayuda de los expertos de La Roche-Posay (que cuenta con su producto Toleriane Ultra para este tipo de problemas cutáneos). Podríamos establecer, fundamentalmente, dos categorías:
1. Pieles sensibles o intolerantes. Es un fenómeno complejo, a veces bastante difícil de diagnosticar. Podríamos definirlas como aquellas pieles que presentan una respuesta exacerbada frente a deteminados productos o situaciones bien toleradas por las pieles normales. Es decir, su umbral de sensibilidad está disminuido, las terminaciones nerviosas a nivel de la piel son más sensibles y todo ello da lugar a que tengan manifestaciones de diferentes tipos, muchas de ellas subjetivas (picor, escozor, tirantez, calor, ardor, falta de confort...). También pueden tener algunas manifestaciones palpables (rojeces, descamación…). Hay muchos factores que pueden provocar su aparición o su agravamiento. Pueden ser externos, como el clima, radiaciones solares, contaminación, cosméticos inadecuados, toma de ciertos medicamentos, tratamientos estéticos… pero también internos: fatiga, estrés, alimentación desequilibrada, ciertas patologías de la piel… Clasificarlas como sensibles o intolerantes a veces depende más de la intensidad con que manifiestan los síntomas que hemos descrito.
2. Pieles alérgicas. En las pieles alérgicas está implicado el sistema inmunitario. En este caso, se trata de lo que llamamos una “hipersensibilidad retardada”, es decir, la piel o el organismo se ha puesto en contacto con una sustancia, que el organismo reconoce como “extraña”, a la que llamamos “antígeno”. Para contrarrestar su acción, nuestro sistema de defensa fabrica “anticuerpos” contra esta sustancia. En el primer contacto no ocurre nada pero, en el segundo y los sucesivos, cuando el antígeno se pone en contacto, se va a producir una reacción alérgica, de tipo inflamatorio.
Y es que la alergia es una reacción individual de nuestro sistema inmunitario, frente a sustancias normalmente bien toleradas por la mayoría. Esto quiere decir que cualquier sustancia es susceptible de provocar una reacción alérgica.
Como sabes, hay diferentes tipos de alergias: ambientales (pólenes, plantas, hongos), medicamentosas, alimenticias, de contacto o solares. Y en gran parte de ellas, la piel va a ser un órgano afectado. Tanto, que podemos afirmar que el 78% de las alergias citadas tienen un impacto sobre la piel. ¿Con qué síntomas? Rojez, inflamación, descamación en placas, vesículas, costras, edemas, fisuras, así como sensaciones de quemazón, picor, tirantez…
Como puedes observar, aunque son fenómenos diferentes, a veces es complejo establecer un correcto diagnóstico, ya que algunos síntomas son similares. Para establecer o descartar una alergia hay que realizar determinadas pruebas médicas que nos lleven a establecer la causa concreta. Es el dermatólogo el profesional médico que puede aclarar nuestras dudas.
Y una vez llegados al diagnóstico, ¿qué cosméticos son los ideales para las pieles con estos problemas?
Muchos componentes cosméticos, que son bien tolerados en pieles sin problemas, pueden ser irritantes en pieles intolerantes o alérgicas. Por ello conviene evitarlos de las formulaciones para pieles sensibles. Los perfumes y los conservantes son los productos que más pueden influir en estos casos. Cuando se formula una crema para pieles sensibles, se analizan estrictamente todos los compuestos, para crear una formulación lo más depurada posible. Por ello, tanto la fórmula como el propio envase deben ser lo más puros y protectores posibles.
Pero la tolerancia no debe de hacerse nunca a expensas de la eficacia del producto. Es decir, el producto debe contener estrictamente lo necesario, pero también activos que tengan una eficacia probada y que sean capaces de calmar, proteger o hidratar la piel. Ahí radica la clave del éxito del producto: en el buen equilibrio de estos dos parámetros.
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¿Cuáles son las claves de limpieza para una piel muy sensible?
La limpieza es un paso fundamental en la rutina de cuidado facial de las personas con piel sensible. La clave de los productos de limpieza está precisamentes en la mezcla de “agentes limpiadores” que se utilizan (cada uno de ellos puede tener diferentes propiedades: detergentes, solubilizantes, espumantes). Para las pieles sensibles deben de ser aquellos que sabemos que no son agresivos para la piel, aunque son más caros. Si la piel es muy sensible y reacciona a todo, es importante que el producto no tenga perfume ni conservantes, ya que estos productos pueden irritar la piel.
El producto debe de estar formulado para aplicarse suavemente sin agredir la piel, es decir, que pasando ligeramente el algodón sea capaz de eliminar las impurezas sin frotar. En una piel sensible, igual que en la zona ocular, friccionar o masajear mucho puede irritar aún más la piel.
La fórmula ideal sería, diariamente (tanto si nos maquillamos como si no): Leche limpiadora específica para piel sensible + agua termal+ desmaquillante de ojos específico. Las aguas termales para estas pieles son mejores que los tónicos, ya que tienen más elementos calmantes, antiirritantes y suavizantes.Hay desmaquillantes de ojos incluso en monodosis estériles, por lo que no necesitan conservantes y que llevan elementos “solubilizantes”, es decir que eliminan el maquillaje de los ojos sin frotar, respetando tanto la fragilidad del párpado como de la pestaña.
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