¿Es tu piel especialmente sensible? ¿Sufres los efectos del sol o de los cambios de temperatura? Tal vez tu caso sea el de una piel reactiva, es decir, aquellas especialmente sensibles a factores ambientales o exógenos y endógenos. ¿Qué quiere decir esto? Tal y como nos explica nuestra colaboradora Meritxell Martí, propietaria de la Farmacia Meritxell, es que son muy dependientes del clima externo, de los cambios de temperatura, factores como el viento, la lluvia, los efectos de la calefacción o el aire acondicionado. De igual manera, son muy sensibles a alergias alimentarias, de contacto, a algunos medicamentos o incluso se ven influidas por problemas internos como enfermedades en las que se precisa medicación que altera la piel (o por la misma enfermedad o dolencia), como pueden ser enfermedades autoinmunes como el VIH, psoriasis, artritis reumatoide o problemas muy habituales como la piel atópica o la rosácea.
¿Y cómo afrontan estos tipos de piel el verano? Durante el verano, algunas mejoran y otras empeoran; sin embargo, se han de extremar los cuidados en todos los casos, por ser el verano una época especialmente complicada. Los factores que tenemos que tener en cuenta en esta época del año son el calor y las altas temperaturas; más exposición al sol, un mayor contacto con el exterior y un mayor tiempo de ocio.
El calor
Provoca vasodilatación, aumento de sudoración y estímulo de las glándulas sebáceas. Las pieles más secas van a conseguir estar más nutridas, ya que la glándula sebácea y sudorípara pasa a estar más estimulada. Sin embargo, las pieles reactivas, como las que sufren dermatitis seborreica, van a irritarse más.
Para evitar este problema, es preferible procurar retirar con cuidado el sudor y usar un spray de agua de avena micronizada que va a calmar y refrescar la piel. Las personas que sufren rosácea van a notar que las venitas se notan mucho más, sobre todo si añadimos el efecto del sol. Para evitar este efecto de vasodilatación, se puede aplicar un gel de aloe vera que se haya conservado al frío.
Las pieles acnéicas, si no les da el sol, van a notar empeorada su situación, la grasa y el sudor van a provocar que se tapone y que se dé caldo de cultivo a las bacterias que provocan el acné. Por ello, hay que incidir más en la limpieza, y si es necesario, hacerlo más de una vez al día.
Exposición al sol
El sol suele mejorar las situaciones -a excepción de la rosácea, en la que el sol está completamente prohibido, ya que empeora la situación-. Hay que aplicarse un filtro solar, y nuestra experta prefiere recomendar los tipo gel u oil free, que sean muy suaves y no dejen rastro.
Las personas con problemas como psoriasis o artritis reumatoide ven cómo su situación mejora con la exposición al sol. Y el acné también, ya que el sol actúa como bactericida y no salen tantos granitos o se infectan los poros. Además, en las pieles grasas, se reduce el exceso de grasa, aunque ninguna de estas pieles se puede dejar de usar filtro solar.
Por su parte, las pieles secas y las atópicas necesitan más protección, pues están más sensibles a los rayos solares y se deshidratan mas fácilmente, por lo que conviene usar una crema hidratante y reparadora después de la exposición al sol.
Un problema importante son aquellas personas con alergia al sol. Hablamos de la erupción polimórfica lumínica. Esta alergia, con la mínima exposición al sol provoca rojez excesiva, picor y un sarpullido general en toda la piel. Las personas que sufren este problema necesitan usar un filtro solar de alta protección, también es muy útil tomar cápsulas con carotenos y Fernblock días antes de la exposición al sol y durante ésta. Para aliviar esta alergia se pueden tomar antihistamínicos, y cremas antihistamínicas y/o con corticoides. Como cremas no farmacológicas, Meritxell aconseja la crema de caléndula y el gel de aloe vera.
Variación de otros efectos ambientales
Los aparatos de aire acondicionado provocan mayor sequedad en la piel. Si el aparato no está suficientemente limpio se pueden respirar partículas que provoquen alergias respiratorias. Igualmente el viento provoca sequedad cutánea.
Es importante protegerse del sol, sobre todo las pieles reactivas, siempre que se está al aire libre, por ejemplo también cuando se practican deportes al aire libre, como el golf o deportes acuáticos, momentos en los que hemos de extremar la protección solar, o incluso simplemente cuando estamos sentados en una terraza tomando un aperitivo.
Hay que prestar especial atención a la medicación que se está tomando, ya que alguna puede dar hipersensibilidad solar o fotosensibilidad, que puede dar lugar a reacciones como sarpullidos, picor, quemaduras extremas o manchas en la piel. Algunos fármacos especialmente fotosensibilizantes son los diuréticos como las tiazidas, algunos anticonceptivos o derivados hormonales, la tretinoina, psoraleno, quinolonas, antiinflamatorios no esteroideos, o medicinas de los ciclos de quimioterapia, que aunque no estén actualmente en tratamiento, queda durante algunos días reacción sensibilizante.
Esta es solo una pequeña lista, hay bastantes más, por lo que es muy recomendable consultarlo con el farmacéutico o leer completamente el prospecto. Hay que tener en cuenta las personas que toman más de una medicación, ya que la combinación de esta medicación puede provocar igualmente una reacción alérgica o fotosensibilizante.