Hace justo un año que Clara Lago se fue a Argentina para vivir una experiencia que ella misma definió como "una metamorfosis". La actriz madrileña cruzó el charco para rodar la serie Limbo... hasta que lo decida, que fue un reto para ella en todos los sentidos y que, además, supuso cambiar de imager de manera radical. Clara cambió su característica melena oscura por un tono rubio platino que le daba una imagen mucho más atrevida y cañera. "El cambio de look fue una propuesta mía para la serie, porque es un personaje muy distinto a lo que he hecho hasta ahora y me apetecía que fuera diferente. Y he decido quedarme rubia un tiempo hasta que toque volver a cambiarlo por otro personaje o porque me canse, pero de momento me está gustando", dijo a ¡HOLA! en su última entrevista.
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Tras volver a España, la protagonista de Ocho apellidos vascos decidió sanear su melena y durantes estos últimos meses la hemos visto con un corte midi que le quedaba muy bien. Además, llevaba unas mechas californianas, dejando la raíz más oscura y de medios a puntas un color más claro para darle luminosidad. Pasado este tiempo, Clara ha vuelto a sorprendernos con un cambio radical y se ha pasado otra vez al bando de las rubias.
Así lo demuestra esta foto que ha compartido su novio, el músico y empresario José Lucena, quien ha tenido una reacción de lo más simpática al ver el nuevo look de su novia. "Toda la infancia soñando con ella... ¡¡¡y ahora mi chica es C18!!!", ha dicho emocionado comparando a Clara Lago con este personaje de la serie Dragon Ball.
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En las imágenes, puede verse a la actriz madrileña muy feliz y sonriente con su nuevo look. En esta ocasión, no ha dejado las raíces más oscuras sino que se ha teñido completamente todo el pelo. Además, luce un chaleco vaquero igual el que llevaba en la serie el Androide 18, el personaje ficticio de la mítica serie de manga creada por Akira Toriyama.
No es la primera vez que José Lucena muestra públicamente lo enamorado que está de Clara. Aunque por el momento prefieren llevar su relación con la máxima discreción, el empresario de hostelería (tiene varios negocios en el centro de Madrid) suele deshacerse en piropos hacia ella, haciendo referencia a esa "belleza marciana que tanto me gusta".