Las cejas se han convertido en una de las máximas preocupaciones en lo relativo a su imagen para muchas mujeres. Lejos quedan las líneas finas y ahora estamos viviendo una clara apuesta por las cejas frondosas pero muy cuidadas, para que cumplan a la perfección su misión: resaltar el ojo sin convertirse, eso sí, en protagonistas. Por eso, no es extraño que no paren de surgir nuevas técnicas cuyo objetivo es conseguir mejores resultados, más naturales y favorecedores. Ya lo anticipaba la app Treatwell, que en los pronósticos sobre las tendencias de belleza en 2019 hablaba ya del auge de una nueva técnica, bautizada como nanoblading, que va un paso más allá de otras alternativas de micropigmentación correctora, como el microblading. Pero, ¿en qué consiste este nuevo protocolo? ¿qué diferencias tiene respecto a las técnicas que usan actrices como Paula Echevarría o Jennifer Lopez?
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Su principal objetivo es conseguir ese efecto de ceja dibujada como con lápiz, perfecta y natural. Amparo Ortega, técnico especialista en micropigmentación del centro madrileño Slow Life House, nos resume las diferencias que hay entre ambas técnicas, partiendo básicamente de que esta última es una versión mejorada del microblading. Y la principal diferencia la encontramos en las herramientas que utiliza: agujas más finas y flexibles, que ayudan a lograr un resultado más preciso. Por eso, es aún más importante ponerse en manos de expertos en la técnica, pues se requiere mucha destreza para conseguir los mejores resultados. “Las agujas tienen un diámetro más fino y el efecto, mucho más natural. Se trata de una técnica de maquillaje semi-permanente en la que el pigmento se introduce a una profundidad más superficial que en el caso de la micropigmentación”, cuenta. Así se consigue una máxima precisión para obtener una ceja más natural y muy favorecedora.
Primero se limpia la piel del paciente a conciencia antes de comenzar y se efectúan pruebas de alergia. Después se realiza un exhaustivo estudio de la forma de la ceja para determinar la zona a trabajar y elegir el tono exacto del pigmento. ¿Cómo se elige el color? “Hay que tener en cuenta el sub-tono de la piel, que son los matices que subyacen al mirarla (amarillos, rojizos, azulados, grises, rosados…)”, cuenta la experta, quien añade que una vez decidido, se introducen los pigmentos siguiendo el diseño elegido y a nivel superficial. La clave de esta técnica es dibujar pelo a pelo. Todo en una sesión que dura, eso sí, aproximadamente unas dos horas y media (las sesiones de mantenimiento serían de una hora).
Es una técnica muy recomendable para aquellas personas que tienen las cejas con un pelo muy fino o que tengan grandes zonas de alopecia, tal y como explican en el Centro de Estética Mayte Garrido de Sevilla. En el caso de las personas que tengan un pelo natural de la ceja muy grueso, no es tan recomendable, pues a simple vista se notaría bastante la diferencia de grosor con la forma de pelo que deja el nanoblading. La cicatrización se produce durante los siete días posteriores, y lo más importante es la higiene: hay que evitar el maquillaje y limpiar la zona con suero fisiológico no salino. Además, hay que evitar el sol y las cabinas de bronceado artificial. Los resultados duran entre tres y seis meses, dependiendo del tipo de piel. Si te has decidido a mejorar el aspecto de tus cejas definitivamente, deberás, eso sí, preparar entre 300 y 500 euros, (dependiendo de la extensión)