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Cómo aplicar el colorete si tienes rojeces: 12 trucos para equilibrar y realzar tu piel

La guía definitiva para dominar el 'blush' y conseguir un acabado de lo más favorecedor


30 de abril de 2025 - 6:30 CEST

Todas hemos pasado por ese momento frente al espejo en el que, brocha en mano, dudas si el colorete va a realzar tu belleza o a hacerte parecer recién salida de una clase de spinning. Si tienes rojeces en la piel, ya sea por rosácea, piel sensible o simplemente porque la vida decidió regalarte ese look "naturalmente sonrojado", aplicar el colorete correctamente no es fácil por muy de tendencia que esté. 

Aunque el producto de moda no tiene por qué ser tu enemigo. Al contrario, bien aplicado, puede ayudarte a equilibrar esas rojeces, resaltar tus rasgos y devolverle vida y dimensión a tu rostro. La buena noticia es que traemos doce trucos infalibles que transformarán tu rutina para siempre. 

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Elige el tono correcto

Si tienes rojeces, lo último que quieres es añadir más tonos rojizos a la ecuación. Opta por coloretes en tonos melocotón, nude rosado, coral suave o incluso tonos beige. Estos colores neutralizan las rojeces y aportan frescura sin competir con el enrojecimiento natural. Olvida el rosa intenso o el rojo pasión: son bonitos, sí, pero en otra vida (o en otro rostro).

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Textura mate

Los coloretes con shimmer o acabado satinado pueden acentuar demasiado la textura de la piel y, sí, también el tono de las rojeces. Apunta a fórmulas mate o semi-mate, que unifican mejor el tono del rostro sin destacar las zonas problemáticas. La luminosidad ya la aportarás tú con tu actitud (y si quieres, con un iluminador en el punto alto de los pómulos).

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Cuidado con la base

Antes de pensar siquiera en el colorete, asegúrate de tener una base que corrija y no oculte la piel de tu rostro. Además, antes opta por un primer que contenga matices verdes para neutralizar las rojeces, seguido de una base de cobertura media modulable. Una piel bien preparada hará que el colorete se funda como mantequilla.

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Menos es más

Con el colorete no hay prisa. Aplícalo poco a poco y ve construyendo el color sobre el rostro. Ten cuidado con las cantidades, si te pasas de entrada, puede parecer que las rojeces se han multiplicado. Para este paso usa una brocha de pelo suelto y ligero, sacude el exceso de producto, y aplica con movimientos suaves y controlados.

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Ubicación estratégica

Siempre nos dijeron que el colorete va en las manzanas de las mejillas. Pero si ahí es donde tienes más rojeces, lo ideal es aplicar el blush un poco más arriba, hacia la zona de las sienes. Esto no solo evita sobrecargar el área enrojecida, sino que además levanta visualmente el rostro. ¿Contouring con colorete? Claro que sí, no hay problema.

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Difumina bien

Es el secreto para que el colorete no quede desigual. Usa brochas limpias, esponjas o incluso los dedos si sabes lo que haces. El movimiento debe ser circular y suave hasta que el pigmento se funda con la base.

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Evita los coloretes en crema si tienes tendencia a brotes

Los coloretes en crema pueden ser tentadores por su acabado jugoso, pero si tu piel es sensible o reactiva, mejor opta por opciones más seguras. Algunos productos en crema contienen fragancias, alcoholes o siliconas que pueden empeorar las rojeces. En estos casos, un colorete en polvo hipoalergénico o mineral suele ser la mejor elección. 

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Usa corrector con sabiduría

Un buen corrector puede ser tu varita mágica. Antes del colorete, puedes aplicar corrector verde en las zonas más rojizas para neutralizarlas. Y después del colorete, puedes usar un corrector del tono de tu piel para limpiar los bordes si te pasaste de entusiasmo. Así, mantienes todo en orden sin tener que desmaquillar y empezar de nuevo. 

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Sella con polvos translúcidos

Después de aplicar el colorete, un toque ligero de polvos translúcidos puede ayudar a suavizar el resultado, sellar el maquillaje y evitar que el blush se mueva o se oxide con el paso de las horas. Elige un polvo muy fino, sin talco y sin color para no alterar el tono ni resecar. Aplícalo con una brocha grande y suave, solo en las zonas necesarias, y verás cómo todo se integra mejor.

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Pon el foco en otros rasgos

Si sabes que las mejillas son tu zona más conflictiva, redirige la atención hacia otras partes del rostro. Unos labios bien definidos con un tono nude brillante, un delineado preciso o unas cejas pulidas pueden cambiar por completo la percepción del conjunto. Equilibrar el maquillaje no solo disimula, sino que crea armonía y destaca tus mejores facciones. El colorete entonces pasa a ser solo un complemento sutil, no el protagonista absoluto.

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Aplica el colorete después del bronceador

Un truco que parece simple pero tiene mucho impacto es cambiar el orden de los productos. Si aplicas primero el bronceador, defines la estructura del rostro y dejas claro dónde va el colorete. Esto evita el exceso de producto en la zona enrojecida y te permite aplicar solo lo justo para dar frescura. Es una forma sencilla de controlar mejor el color, sobre todo si tiendes a pasarte por entusiasmo o prisa.

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Luz natural

Finalmente, no te fíes solo del espejo del baño o del foco cálido de tu tocador. La luz natural es la que revela la verdad, así que siempre que puedas, haz un chequeo final cerca de una ventana antes de salir. A veces, lo que parece perfectamente difuminado bajo luz artificial, se ve muy distinto al sol. Si notas algún exceso, puedes retocar con una esponja seca o una brocha limpia para suavizar. Así sales de casa segura y con el blush justo, ni más ni menos. 

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.

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