De cada diez pacientes que pasan por la consulta de la nutricionista Estefanía Álvarez, de Neolife, siete tienen déficit de vitamina K. "Una vitamina liposoluble esencial para tener una correcta coagulación sanguínea y regulación del calcio", define esta experta. Es decir, es clave para la salud cardiovascular y para tener unos huesos sanos y fuertes, pero no solo eso, también es fundamental para evitar infartos, ictus, diabetes tipo2, fracturas óseas y osteoporosis, alzheimer y parkinson, y estrés oxidativo o envejecimiento.
Alimentos que son fuente de vitamina K
La puedes obtener de manera natural a través de la alimentación. "Existen dos formas de vitamina K: la vitamina K1 o filoquinona, y la vitamina K2 o menaquinona. La primera se encuentra en los vegetales de hoja verde, como las espinacas, las acelgas, la col rizada, el brócoli, el kale o el perejil. Y la segunda en alimentos fermentados, como el natto (soja fermentada) y los quesos curados, además de en la mantequilla de vacas de pasto, la yema de huevo y algunas vísceras como el hígado", detalla Elisa Blázquez, nutricionista clínica presencial y online.
Vamos a desgranar todo lo que puede hacer por ti:
- Protege de la calcificación arterial: infarto e ictus. A priori, si tienes un buen nivel de vitamina K tendrás una mejor salud arterial, especialmente a partir de los 40 años. ¿Por qué? "Activa una proteína llamada MGP (Matix Gla Protein), que es fundamental para impedir la calcificación de las arterias. De manera que, sin suficiente vitamina K2, el calcio puede depositarse en las arterias (en lugar de ir a los huesos), lo que favorece la aterosesclerosis, y aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular (infarto) e ictus", advierte Elisa Blázquez. De hecho, su mejor compañero de viaje es la vitamina D: "Muchos suplementos de vitamina D vienen acompañados de vitamina K. Por un lado, la vitamina D ayuda a que se absorba más calcio. Y por el otro, la vitamina K contribuye a que éste se vaya a las huesos y no se deposite en las arterias", aclara Estefanía Álvarez.
- Protege frente a la diabetes tipo2. Regula nuestra sensibilidad a la insulina y metaboliza la glucosa (azúcar) para que podamos usarla como energía en lugar de acumularla en la sangre. Y es que, según algunos estudios, "tener unos niveles adecuados de vitamina K2 puede mejorar la función de las células beta del páncreas, que son las responsables de producir insulina (hormona que controla el nivel de glucosa en sangre)", según Blázquez. Esta experta destaca, además, que por sus beneficios antiinflamatorios, "esta vitamina contribuye a reducir la resistencia a la insulina y a prevenir la diabetes tipo2".
- Protege frente a fracturas y osteoporosis. "Activa una proteína que se conoce como osteocalcina que consigue que el calcio se fije a los huesos (concretamente a la matriz ósea). Así previene la osteoporosis y las fracturas óseas", asegura la nutricionista de Neolife. De hecho, su papel en la salud ósea es tan importante que en algunos países ya se incluye en los tratamientos para prevenir facturas y mejorar la calidad de vida de las personas con osteoporosis.
- Menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Algunos estudios han asociado unos niveles bajos de vitamina K con un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Y es que, tiene un gran poder antiinflamatorio y antioxidante. "Contribuye a la síntesis de esfingolípidos, unas moléculas de grasa fundamentales para tener una correcta estructura y función neuronal. Sin unas neuronas sanas, que son los ladrillos de nuestro sistema nervioso, pueden aparecer enfermedades neurodegenerativas, como alzheimer y parkinson", según la nutricionista Blázquez. Y gracias a su acción antioxidante protege el cerebro del daño oxidativo: "un factor clave también en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas", añade esta experta.
- Puede reducir el estrés oxidativo y proteger el envejecimiento celular. Como ya hemos dicho más arriba, la vitamina K tiene propiedades antioxidantes por lo que combate la producción de radicales libres y la inflamación que favorecen el estrés oxidativo. "Éste juega un papel determinante en el deterioro celular, la pérdida de elasticidad de los tejidos, y la aparición de enfermedades asociadas con la edad. Por el contrario, mantener unos buenos niveles de vitamina K puede ayudar a mejorar la longevidad celular", apunta Elisa Blázquez.
¿Cómo saber si tienes déficit de vitamina K?
Los niveles de esta vitamina no se pueden medir en una simple muestra de sangre: "Porque sus concentraciones son muy bajas, fluctúan según la dieta, la producción intestinal y el metabolismo hepático. Además, su almacenamiento en el hígado y en el tejido graso limita su detección en la sangre", advierte la nutricionista Blázquez.
Entonces, ¿cómo conocer tus niveles? Se evalúa a través de pruebas de coagulación, como el tiempo de la protrombina (TP) y el INR. Pero hay una forma más sencilla de sospechar si puedes tener un déficit, y es observando si tienes alguno de estos síntomas: "Hematomas o moratones frecuentes, sangrados prolongados y debilidad ósea u osteopenia", según Estefanía Álvarez.
¿Quién necesitaría tomar un suplemento?
Vaya por delante que esta valoración solo la puede hacer un médico y de forma personalizada. Además, tiene sus contraindicaciones: "Es segura en la mayoría de las personas, pero puede interferir con algunos medicamentos anticoagulantes como la warfarina (ya que, coagula y contrarresta el efecto de los anticoagulantes)", advierte Elisa Blázquez.
Dicho esto, como ya habrás sospechado puede ser recomendable una dosis de entre 90 y 120 mg/diarios en personas con osteoporosis, enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina o "si se estás tomando antibióticos de manera prolongada, ya que éstos pueden reducir su absorción", añade Blázquez.
También si tienes algún problema digestivo que afecta a la absorción de vitaminas liposolubles: "Hay enfermedades inflamatorias intestinales y alteraciones de la microbiota que no permiten absorber correctamente la vitaminas y minerales, como el sibo, la enfermedad de crohn, o el síndrome de intestino irritable", añade la nutricionista de Neolife. Y al ser una vitamina liposoluble es mejor tomarla junto con algún alimento graso, como aceite de oliva, frutos secos, aguacate o pescados grasos.