Estos últimos años hemos vivido un auténtico boom del ácido hialurónico. Y, ahora, cuando todavía nos estamos sobreponiendo de la advertencia de que los rellenos de esta sustancia no se reabsorben al cien por cien y dejan huella estética, surge una nueva oferta ‘desmesurada’ de inductores de colágeno. Y es que, la medicina estética está viviendo un cambio de tendencia en la forma de abordar el rejuvenecimiento facial.
Una nueva era en medicina estética
“En este último año estamos experimentando una profunda transformación. El concepto de huella estética negativa ha hecho que los médicos nos acerquemos más a los tratamientos de medicina estética regenerativa y no tanto a los rellenos”, asegura la médico estético Carmen Fernández Ayestarán. De manera que, si en el año 2004 todo giraba entorno a rejuvenecer el rostro ‘rellenando’ las arrugas y recuperando volúmenes, ahora lo hace centrado en “regenerar la piel, mejorar su calidad, y estimular la producción natural de colágeno y elastina a base de estimuladores químicos y físicos. Se trata de una medicina estética sin huella en la que naturalidad es la finalidad”, asegura la médico estético Mar Mira.
O lo que es lo mismo: recurrir a inyectables y/o aparatología que estimula la formación de colágeno endógeno. La gran baza de estos es que son biocompatibles, biodegradables, y aportan firmeza, elasticidad y tersura a los tejidos sin añadir volumen.
Los inductores de colágeno inyectables
Entre la categoría de inyectables capaces de estimular la formación de colágeno habría “nuevas sustancias y también otras que ya existían y cuya fórmula se ha mejorado para que produzcan menos reacción en nuestro sistema inmunitario y con ello menos problemas inflamatorios”, asegura la cirujana y médico estético Virtudes Ruíz. Entre estos, estarían la hidroxiapatita cálcica, el ácido poliláctico, la policaprolactona y la polidioxanona que son ‘viejos’ conocidos: “Todos ellos llevan muchos años en el mercado pero es ahora cuando están teniendo más relevancia”, aclara la doctora Fernández Ayestarán. Y como novedad, los polinucleóticos que serían los últimos en aterrizar.
Polinucleóticos: una tendencia que coge fuerza
¿Por qué el rejuvenecimiento facial pasa ahora por ellos? Porque todos abanderan las mismas promesas: ser más biocompatibles, lograr una degradación completa, y regenerar el tejido de una manera más natural.
“Tienen la ventaja de ser biocompatibles, es decir seguros y presentar menos reacciones alérgicas; y bioabsorbibles, de manera que se absorben y no dañan al organismo. Y estimulan la producción natural de colágeno y elastina, lo que mejora la textura y firmeza, y reduce la aparición de líneas de expresión y arrugas finas. Además, logran resultados más naturales y duraderos, lo que hace que necesitemos tratamientos con menos frecuencia. Y los cambios, son más graduales y presentan una transición más suave”, detalla la doctora Mira.
Se inyectan mediante cánula a nivel intradérmico, normalmente con dos puntos de entrada a cada lado de la cara, y los resultados perduran alrededor de un año: “La producción de colágeno comienza unas tres semanas después de la aplicación del estímulo, por lo que generalmente se disfruta de resultados más evidentes entre las semanas tres y doce”, añade la médico estético Sofía Ruíz del Cueto. Un consejo: cada vez más expertos abogan por el control ecográfico de estos tratamientos. “Actualmente es imprescindible el control ecográfico de los pacientes antes de los tratamientos y a los tres meses, para comprobar la efectividad de los mismos de forma científica y no subjetiva”, aconseja la cirujana y médico estético María Vicente..
Tipos de inductores de colágeno
- Hidroxiapatita cálcica: fue de los primeros, sino el primero, de los inductores de colágeno en aparecer en el mercado. “Esta sustancia biocompatible y reabsorbible (siempre se ha dicho que es similar al hueso humano), se infiltra en la dermis, pero no con el objetivo de ocupar un volumen, sino de restaurar el perdido y estimular el colágeno y la elastina. Mejora particularmente bien la zona de las mejillas y los surcos nasogenianos”, según el médico estético Leo Cerrud. Puede ir sola o en formato ‘híbrido’, es decir junto con ácido hialurónico en el mismo vial. “Se utiliza sobre todo para luchar contra la flacidez y redefinir el área mandibular”, añade la Dra. Ayestarán.
- Ácido poliláctico: es otro ‘viejo’ inductor de colágeno, pero su molécula se ha mejorado actualmente. “Hasta ahora ayudada a sintetizar colágeno por ‘inflamación’ con lo que podía conllevar una peor degradación del producto (acúmulos que no se van), mientras que actualmente, una molécula nueva y mejorada, del laboratorio sueco Nordberg Medical, lo logra por ‘regeneración activa’, lo que supone una menor probabilidad de reacciones inmunitarias, y se degrada completamente por hidrolisis”, asegura la doctora Vicente. En definitiva, “es un ácido poliláctico con mucha mayor pureza y concentración que los que ya existen en el mercado”, añade la doctora Ruíz. Y está indicado para flacidez facial y corporal.
- Policaprolactona (PCL) y polidioxanona (suturas reabsorbibles PDO): el primero es un polímero biodegradable tipo gel. “Se coloca en la capa subdérmica, para ´llenar´ el espacio de arrugas y surcos (surco nasogeniano, líneas de marioneta, pliegues del mentón, sienes hundidas…), y reducir así la pérdida de tejido provocada por el envejecimiento”, detalla el médico Cerrud. Y el segundo son los popularmente conocidos como hilos tensores. “Infiltrados en la dermis consiguen un ‘estiramiento sutil’ no quirúrgico”, describe este experto. Para el cirujano oculoplástico Ignacio Genol tienen más pegas que ventajas: “No tienen la suficiente resistencia y tensión. Y cuánto más gruesos y espiculados (llevan espículas para su mejor anclaje) más granulomas (bultos) e irregularidades”, advierte.
- Polinucleótidos: han sido los últimos en aterrizar y prometen no dejar huella estética. “Son unidades básicas que forman parte de estructuras como el ADN y el ARN, cuya misión es la estimulación de la producción de colágeno y elastina, la renovación celular y la mejora de la hidratación, sin aportar volumen, ya que no actúan como rellenos, sino como bioestimuladores”, aclara la Dra. Ruíz. De hecho, los expertos aseguran que consiguen unos niveles muy altos de hidratación y antioxidación, superiores a lo que había hasta ahora, y unifican el tono. “Se utilizan desde hace décadas a nivel terapéutico, como tratamiento regenerativo para problemas de salud, y actualmente a nivel estético porque cuentan con numerosos estudios que los avalan”, añade el doctor Cerrud. Según parece, son perfectos para pieles finas, tratar ojeras y cuellos envejecidos.
La aparatología inductora de colágeno
Como hemos dicho, hay otra manera de inducir la síntesis de colágeno nuevo y es con aparatología. “Toda la que produzca una lesión tisular controlada”, explica la Dra. Mira. Y en esta percha entrarían la radiofrecuencia, los ultrasonidos microfocalizados de alta intensidad (HIFU), el láser y la luz IPL. “Según la penetración e intensidad a la que trabajemos se producirá más o menos colágeno, y de una manera superficial, profunda o en varios planos”, explica esta experta.
Lo normal es que si has seguido leyendo hasta aquí no sepas qué es lo que más te interesa a ti. Lo mejor es que te dejes asesorar por tu médico: “dependiendo del diagnóstico que se realice a cada paciente, se le recomendará un inductor de colágeno determinado o la combinación de varios para lograr el resultado deseado”, concluye la médico estético Sofía Ruíz del Cueto.