Con la cantidad ingente de cosméticos que encontramos cada día en el mercado, resulta cada vez más difícil saber qué elegir y por qué. Y justo pensando en esto, ha aparecido en escena un nuevo actor. O más bien, actriz: la doctora Zoe Draelos y su Pirámide de Salud y Belleza de la piel. Esta dermatóloga americana ha inspirado este modelo en la famosa pirámide alimentaria para establecer una jerarquía que nos haga ver más claramente qué es lo que nuestra piel necesita, qué deberíamos tener y qué nos sobra.
La estructura
La Pirámide de Zoe Draelos se divide en tres niveles fundamentales: la fase de protección, la fase de transformación y la fase de regeneración. Cada uno de estos niveles pone el foco en diferentes tipos de activos, jerarquizando así su uso según la hora del día y el tipo de beneficio que aportan a la piel.
Primer nivel: fase de protección
El primer nivel de esta pirámide se centra en la fase de protección. La Dra. Draelos sostiene que en nuestra rutina de mañana es esencial aplicar ciertos activos que son fundamentales para la buena salud de la piel, que serían:
- Antioxidantes: ya que juegan un papel importante en la protección de la piel contra el daño causado por los radicales libres, que pueden acelerar el envejecimiento y causar problemas cutáneos. Ingredientes como la vitamina C y la vitamina E, capaces de neutralizar estos radicales y proteger la piel de agresores externos, son ideales.
- Reparadores del ADN celular: Estos activos son menos conocidos, pero igualmente importantes. Ayudan a reparar el daño que las células de la piel pueden sufrir a lo largo del tiempo, promoviendo una piel más saludable. Ingredientes como los péptidos reparadores o el ácido hialurónico pueden ser útiles en esta fase.
- Protector solar: Una de las recomendaciones más importantes en el cuidado de la piel por todos los expertos, sino aquella en la que todos coinciden, es el uso diario de protector solar. No solo para evitar las quemaduras solares, sino que también prevenir el fotoenvejecimiento, manchas y otros daños causados por la exposición UV.
Implementar esta fase de forma correcta nos asegura no sólo que la piel esté bien protegida, sino que además se sientan las bases de una rutina eficaz.
Segundo nivel: fase de transformación
El segundo nivel aborda la fase de transformación, donde se encuentran los activos que pueden provocar una renovación y mejora visible de la piel. En esta fase podríamos incluir:
- Retinoides: Los derivados de la vitamina A, conocidos por su capacidad para acelerar la renovación celular, mejorar la textura de la piel y reducir la apariencia de las arrugas. Se recomienda su uso por la noche, ya que son fotosensibles.
- Ácidos exfoliantes: Ingredientes como el ácido glicólico y el ácido salicílico ayudan a eliminar las células muertas de la piel y a disminuir el tamaño de los poros, mejorando el tono y la textura de la piel. Estos ingredientes son especialmente útiles para quienes sufren acné o tienen una textura irregular.
- Despimentantes: Activos como el ácido kójico o la niacinamida están diseñados para reducir la hiperpigmentación y las manchas oscuras, promoviendo así un tono de piel más uniforme.
La clave en esta fase es ser constantes, además de no olvidar una buena rutina de limpieza para asegurar que los activos entren de forma eficaz en la piel.
Tercer nivel: fase de regeneración
El último nivel de la pirámide es la fase de regeneración, que se centra en los activos que ayudan a optimizar y estimular la reparación de la piel. En esta fase, encontramos ingredientes como:
- Péptidos: Estos fragmentos de proteínas son fundamentales en la regeneración celular y pueden ayudar a mejorar la firmeza de la piel, reducir la inflamación y promover la producción de colágeno.
- Factores de crecimiento: Son proteínas que estimulan la regeneración celular y ayudan a reparar tejidos dañados.
La estructura de esta pirámide no sólo nos da una guía clara sobre qué productos usar y cuándo, sino que también nos recuerda la importancia de ser consistentes y tener una estrategia a la hora de comprar productos para la piel. Nos ayuda a “educarnos” sobre lo que tenemos a nuestro alcance y qué función tiene y con esta información, nos es más fácil tomar decisiones.
Además, al tener más información y más específica sobre lo que ponemos sobre nuestra piel, nos ayuda a prevenir posibles irritaciones o reacciones a cosméticos que hemos utilizado sin conocimiento.
Y por último, combinar de forma adecuada los activos e ingredientes nos ayudará a conseguir resultados visibles que, sumado a la constancia, nos ayudará a no abandonar y ver que lo que hacemos, ¡funciona!