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Si algo han regalado los meses de pandemia en materia de autoestima es el descubrimiento de la belleza real, la de estar por casa. Este movimiento que rompe con el ideal de perfección a través de la normalización de la textura en la piel o las imperfecciones ha contado con embajadoras de excepción en las redes entre las que destacan nombres como el de Sara Sampaio, la modelo portuguesa que posaba ante sus fans adoptando diferentes posturas para enseñarles cuánto puede cambiar la forma del cuerpo según el ángulo desde el que se fotografía. Amaia Salamanca también ha aportado su granito de arena a la iniciativa con selfies como este, en el que se retrata con canas incluidas. Y la que no podía faltar entre las que defienden lo natural es Cristina Pedroche, que va un paso más allá y se graba primero con el filtro y luego sin él para dejar clara la diferencia.
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En sus palabras, Cristina Pedroche va "quitando el filtro poco a poco" para enseñar lo transformadoras que pueden resultar estas ilusiones virtuales que difuminan la textura de la piel, esconden los poros, añaden el tono bronceado que tanto favorece e incluso agrandan los ojos y los labios, empequeñecen la nariz o estilizan la línea de la mandíbula. ¿El resultado si se abusa de este tipo de aplicaciones? Los expertos ya hablan de un trastorno que han bautizado como "dismorfia del selfie": "Afecta sobre todo a millennials. Este grupo generacional pasa muchas horas en Instagram, precisamente una de las redes sociales donde más se abusa de los filtros faciales (los famosos filtros beauty)", apunta el el doctor Ángel Juárez, cirujano al frente del Departamento de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Universitario La Zarzuela de Madrid.
Un problema cada vez más extendido que provoca un sentimiento de frustración en quien lo padece: "Ya no se comparan con modelos, actores o personajes públicos, sino con una visión de ellos mismos distorsionada por los filtros", señala el Dr. Juárez. La respuesta de las personas que se obsesionan con su imagen distorsionada es la de recurrir a la cirugía plástica o la medicina estética: "En la mayoría de los filtros que se utilizan en redes se estrechan las narices, se hacen los rostros más afinados, los labios más gruesos y las cejas más elevadas. Esto se traduce en una mayor demanda de rinoplastias, extirpación de bolas de Bichat y aumento de labios", revela el cirujano, quien recomienda ayuda psicológica si el paciente que llega a la consulta sufre un caso claro de dismorfia.
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Por todo ello, publicaciones como esta de la madrileña en la que elimina los efectos de los filtros para que sus fans comprueben cómo pueden llegar a transformar los rasgos son tan importantes. Un antes y un después en el tono humorístico que caracteriza a Cristina Pedroche con el que se muestra ante sus seguidores tal y como es, sin artificios. Sin embargo, la presentadora no rechaza por completo la tendencia de alterar la apariencia a través de estas platillas virtuales e incluso creó su propio diseño con mariposa incluida con el que aseguraba que cumplía un sueño: "Ya sabéis que me encantan las mariposas y que siempre las siento revoloteando por mi estómago ?? Ahora comparto mis mariposas con todos vosotros ❤️❤️", anunciaba hace algo más de un año. ¿La moraleja de esta historia? Que se utilicen estos recursos sin distorsionar la percepción de una misma para no caer en problemas como el que explica el doctor Ángel Juárez.