Labios cortados, piel ultrasensible, rojeces disparadas y manos ultrasecas son solo algunas de las consecuencias de las bajas temperaturas en nuestra piel. Así se resuelven y atajan los problemas beauty asociados a estos meses de invierno.
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Piel hipersensible
Picores. Irritaciones. Rojeces. En el invierno, hasta la piel normal puede sufrir de sensibilidad extrema, ya que, por un lado, las capas superiores se deshidratan y secan, mientras que las inferiores reaccionan al frío continuado como si fuera una agresión. Es momento de reducir al máximo todo aquello que la piel pueda interpretar como un ataque, como las exfoliaciones –se deben disminuir y realizar exclusivamente de noche– o los tratamientos con retinol o con ácidos alfa y betahidroxiácidos.
Protección por capas
De la misma forma que la mejor manera de mantener el calor corporal es vestir varias prendas finas a la vez, no hay nada para preservar la hidratación de la piel como aplicar dos productos en sinergia. ¿Lo ideal? Combinar dos productos: sérum más crema, siempre que esta última sea untuosa, para ayudar a la función barrera. Para las pieles deshidratadas, nada como un sérum de ácido hialurónico, como el Concentrado de Ácido Hialurónico Jal Treatment, las cápsulas Hyaluronic Acid Ceramide Capsules de Elizabeth Arden o el Gel de Ácido Hialurónico Concentrado de Anne Möller. Si se trata de pieles secas, son preferibles los aceites faciales por su aporte en lípidos, como el de Rosa Negra de Sisley, el Aceite Acuoso de Juventud Abeille Royale de Guerlain o Revitalizing Supreme + Dual Phase Treatment Oil de Estée Lauder.
Gorros, bufandas, guantes… son de gran ayuda para proteger la piel, actuando como primera barrera de defensa y reduciendo la agresión a la epidermis
Cambio de armario
Suele suceder que la crema habitual no sea suficiente: en este tiempo, hacen falta productos untuosos en vez de otros ligeros y evanescentes. Para estas ocasiones es buena idea tener siempre a mano un bálsamo multiuso, que sirve tanto para reparar la piel de zonas irritadas como para proporcionar emoliencia extra de forma ocasional. Desde la crema Nivea de bote azul a Skin Food de Weleda, la Manteca de Karité de L’Occitane, la clásica 8 Horas de Elizabeth Arden o la multiuso Black Bee Balm Honey Abeille Royale de Guerlain, estos productos sirven para hidratar y reparar de forma intensa todas las áreas muy secas o castigadas, sea la cara, las cutículas o las áreas irritadas.
Protección interior
Cuando el termómetro se desploma y el viento corta como un cuchillo, es más importante que nunca que en la dieta haya abundancia de alimentos ricos en ácidos grasos esenciales, vitales para mantener la cohesión de la barrera epidérmica y reforzar y mejorar las defensas naturales de la piel. Se encuentran en el pescado azul (sardinas, arenque, salmón, trucha), los frutos secos (pero siempre al natural o tostados, nunca fritos, y con las nueces como superalimento preferente) y los aceites vegetales como el girasol, maíz y de oliva.
CUIDADO ESPECIAL. Al no tener glándulas sebáceas, los labios y el dorso de las manos son zonas frágiles que requieren protección e hidratación extra
Un baño ligero y caliente
Es un placer, para qué negarlo. Pero… si se tiene la piel seca, luego se paga muy caro, con picores e incluso eczemas. Puestos a bañarse, mejor no estar en el agua superior a 39ºC más de 10 minutos y añadiendo un aceite de baño de acción relipidizante. Y, por supuesto, nada más salir del agua es el momento de cubrir la piel con una crema de cuerpo muy rica y nutritiva
¿Jabón? ¿Geles? ¿Espumas al agua? Ahora no, gracias
No es momento de usar limpiadoras al agua, ahora que la piel está especialmente delicada y frágil. Para desmaquillar, nada como la leche limpiadora de siempre, los bálsamos o las cremas, pues la espuma altera notablemente la película protectora cutánea.
Hay que intentar evitar los cambios de temperatura, especialmente los muy bruscos
¿Frío? Cuidado. ¿Calor? ¡También!
El frío contrae los vasos capilares. El calor los dilata. Y si pasamos del frío al calor –y viceversa–, esos pobres capilares se vuelven totalmente locos de tanto contraer y distender. ¿El resultado? Pierden su elasticidad y, con ello, estamos poniendo la primera piedra fundacional para acabar sufriendo de arañitas vasculares y hasta venitas rotas, especialmente en torno a las mejillas y a la nariz. De ahí la importancia de evitar los cambios de temperatura, especialmente los muy bruscos.
Manos en tiempo de fría pandemia
Nuestras pobres extremidades se encuentran este año bajo una doble agresión: al frío se une el frecuente lavado de manos combinado con el uso constante de gel hidroalcohólico, que puede llegar a causar eczemas y hasta heridas. Para evitarlo se deben hidratar de forma incesante, una y otra vez, y de noche se pueden tratar con una capa de vaselina gruesa (mejor de farmacia) sobre la que se aplica papel film de cocina. Si la irritación persiste, se debe acudir al dermatólogo.