El documental Miss Americana sigue dando mucho de qué hablar. Taylor Swift quería que sus fans pudieran conocerla mejor y saber cómo ha sido su vida desde que empezó en el mundo de la música siendo una niña, pasando de ser una joven promesa del country a una de las grandes estrellas de la música internacional. A lo largo de estos años (lanzó su primer disco en 2006), la cantante ha cumplido muchos sueños y ha alcanzado la cima, sin embargo, no ha sido un camino fácil. Miedos, inseguridades, momentos familiares muy duros... además de la presión añadida por querer convertirse en un ejemplo a seguir, en una mujer bondadosa y sensible, que siempre hace lo correcto. "Me convertí en la persona que todos querían que fuese", dice Taylor.
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La intérprete reconoce que hubo un momento en el que le resultó muy complicado lidiar con la fama y que parecía que todo se volvía en su contra. De hecho, se ha mostrado muy sincera al hablar de uno de los episodios que marcaron un antes y un después en su vida. "Con los años he aprendido que no me viene bien ver fotos mías todos los días", confiesa la cantante en el documental, asegurando que le afectaba mucho cuando veía una imagen "en la que parecía que tenía mucha tripa o si alguien decía que parecía que estaba embarazada". "Y eso provocaba que pasara hambre y dejara de comer", dice con lágrimas en los ojos. "Aunque ha pasado pocas veces, no me siento orgullosa de ello".
Swift, de 30 años, reconoce que en ese momento no era consciente de lo que estaba pasando: "Me defendía si alguien me decía que estaba preocupado. Pensaba, es normal, es que hago mucho deporte. Y era verdad, hacía mucho deporte, pero no comía". "No admites tener un trastorno alimentario, pero haces una lista de todo lo que comes en un día y sabes que no está bien", explica Taylor con la voz entrecortada, demostrando que fue una época de su vida muy complicada: "Esto me empujaba a una espiral de odio y vergüenza".
El hecho de no comer lo suficiente provocó que su rendimiento sobre el escenario no fuera el mismo. "Yo creía que tenía que sentirme como si me desmayase al final de los conciertos. Pensaba que era así. Y ahora entiendo que no, que si comes tienes energía y te sientes mucho más fuerte, puedes dar muchos conciertos...", confiesa la cantante, que se siente muy orgullosa de haber superado todo aquello: "Fue un buen descubrimiento, porque estoy más feliz conmigo misma. No me importa tanto que digan que he engordado. Es algo que hace que mi vida sea mejor, el hecho de tener una talla 38 en lugar de una 32".
Además, es consciente de que no se puede gustar a todo el mundo y que nadie es perfecto: "Creo que no sabes que lo haces cuando lo haces poco a poco. Siempre hay un modelo de belleza que no alcanzas. Si estás delgada, no tienes el culo que quieren, y si tienes un buen culo, no tienes el abdomen plano. Tenerlo todo es imposible". Eso sí, aunque asegura que en alguna ocasión ha vuelto a tener ese tipo de pensamientos, tiene muy claro que no va a volver a repetir los errores que cometió en el pasado. "El otro día me di cuenta de que estaba empezando a hacerlo otra vez y me dije: 'No queremos más esto. Ya no lo hacemos, porque es mejor parecer gorda que parecer enferma. Vamos a cambiar de mentalidad para dejar de hacer de esto, porque así no acabamos bien'".