Por fin te lo has propuesto y vas a cumplirlo: vuelves al gimnasio después de unos meses de relax y playa. Probablemente tu principal motivación sea quemar los excesos del verano y tonificar tu cuerpo, pero ¿estás haciendo lo correcto? Seguro que en algún momento se te ha escapado algún error que está saboteando tu entrenamiento. Te contamos qué estás haciendo mal y cómo evitarlo.
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- Intentar hacerlo todo sola. Enfundarte las mallas, calzarte las zapatillas y meterte en el gimnasio a tu aire. Ese es el primer error que cometemos. Aunque la motivación es fundamental para la vuelta al entrenamiento, hacerlo sola no siempre es suficiente. Empezar una nueva rutina sin tener claro el rumbo puede hacer que des un paso atrás a la hora de llegar a la meta. Es cierto que cualquier actividad en el gimnasio te hará sudar, pero quizá necesites ir más allá. Por eso siempre es recomendable contar con la ayuda de un profesional que te guie y te enseñe qué entrenamiento es el mejor para ti.
- No descansar. Con la emoción de la vuelta al gimnasio, muchos cometemos el error de entrenar sin descanso. Lo cierto es que ir al gimnasio todos los días, en lugar de ayudarnos, retrasa el progreso. Hay que descansar para que los músculos recuperen y no lleguen a estar sobreentrenados.
- No comer demasiada proteína. A priori, puedes pensar que lo que correcto es reducir calorías, pero lo que de verdad debe preocuparte es la ingesta de proteínas. Para repararse tus músculos necesitan aminoácidos, por eso, si nuestro cuerpo no tiene la proteína suficiente, el crecimiento de los músculos será mucho más lento. Puedes aumentar los niveles de proteína incluyendo en tu dieta huevos, pescados o carne magras como el pavo o el pollo.
- No beber suficiente agua. Hay que beber agua antes, después y durante el entrenamiento. La falta de hidratación durante el ejercicio no solo puede disminuir el rendimiento, sino que puede provocar un problema de salud si perdemos más cantidad de agua de la que reponemos. Y es que, al sudar, el volumen de agua en sangre disminuye; por lo que, si no estamos lo suficientemente hidratados, no llegará azúcar al cerebro y podríamos sufrir un desvanecimiento.
- Hacer siempre lo mismo. Tu cuerpo se va moldeando con el paso del tiempo, por eso seguir la misma rutina durante varios meses hará que tu progreso sea más lento. Cuando haces siempre el mismo ejercicio los músculos se acomodan y no encuentran una razón para cambiar. Puedes empezar por variar la intensidad de las repeticiones o incluir más peso en las máquinas que lo requieran.
- Inclinarse demasiado sobre las máquinas. Es un gesto que adoptamos de manera inconsciente, pero, ¡cuidado! Si, literalmente, te pones a descansar sobre el manillar mientras pedaleas en la bicicleta estática o caminas en la cinta, tu cuerpo no trabaja bien, quemas menos calorías y lo que es peor, te puedes hacer daño.
- No dedicar el tiempo y la intensidad suficientes. Pasar más tiempo en el gimnasio no garantiza resultados mejores. Y es que aunque parezca que tiempo e intensidad van de la mano, de poco sirve estar haciendo sentadillas con mancuernas durante 15 minutos si no notas el esfuerzo. A veces es mejor hacer repeticiones rápidas pero más intensas para quemar más grasa y hacer que el músculo crezca. Otro aspecto a controlar para conseguir resultados óptimos son los descansos, los expertos aseguran que lo ideal es un minuto de reposo entre repetición y repetición.
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