Ahora que toca volver a la rutina y muchos de nosotros ya estamos pensando en perder esos kilos de más que se han acumulado durante el verano, los profesionales advierten de los peligros de recurrir a ciertas ‘dietas milagro’ que basan su éxito en la combinación de los alimentos que consumimos: son las que conocemos como dietas disociadas.
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Adelgazar sin esfuerzos, en poco tiempo y comiendo la cantidad que quieras, con una única condición: no mezclar carbohidratos y proteínas en una misma comida. ¿Quién no se ve tentado por una proposición así? Pero, ¿es esto posible? O, mejor aún, ¿es saludable? Según los expertos, estas dietas se basan en la teoría errónea de que los alimentos no engordan por sí mismos, sino al consumirse según determinadas combinaciones. Por supuesto, las dietas disociadas no se sostienen, por el simple hecho de que la mayor parte de alimentos son en sí una amalgama de varios micronutrientes y, por tanto, no existen alimentos incompatibles entre sí. Así de claro: “no existen alimentos buenos o malos, sino dietas equilibradas y desequilibradas. Lo importante es darle a tu cuerpo la cantidad de proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y fitonutrientes que necesita”, explica Carolina Muro, directora de la Unidad de Nutrición de la Federación Española de Alimentación y Bebidas (FIAB).
Uno de los principales problemas que señala la experta respecto a estas dietas es que "parten de la premisa de que el sistema digestivo realiza la digestión de cada uno de los nutrientes de manera independiente y, además, clasifican los alimentos de una manera simple, obviando la complejidad de los mismos”. Esto no sólo no es así -dado que nuestro cuerpo es capaz de digerir hidratos de carbono y proteínas con la misma eficacia, independientemente de si se toman juntos o separados-; sino que tal y como precisa en su libro ‘Aprende a comer y a controlar tu peso’, el Dr. Antonio Escribano, especialista en Endocrinología y Nutrición y Medicina Deportiva: “no hay un alimento completo que tenga todos los nutrientes en la proporción en que los necesitamos, por lo que todos se complementan entre sí, siendo necesaria la conjunción con más o menos frecuencia de todos para llevar una dieta equilibrada”.
Es por ello que, pese al éxito inicial de estas dietas, pueden acabar provocando deficiencias nutricionales en aquellas personas que las siguen a rajatabla, debido a una ingesta de calorías insuficiente y a la disminución de lo que llamamos el metabolismo basal. “Esto quiere decir que el organismo intenta gastar menos y contrarrestar de alguna manera esa deficiencia energética, pero cuando volvemos a la dieta habitual recuperamos el peso que habíamos perdido con mucha más facilidad y rapidez”, apunta la profesora Carmen Cuadrado, del departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid. Por tanto, otra de las consecuencia directas es el temido efecto rebote o yo-yó que suelen seguir a estas dietas tan restrictivas.
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