Doña Elena, con la preocupación que vive estos días reflejada en su semblante, abandona el hospital Gregorio Marañón donde está ingresado el duque de Lugo para atender a sus dos hijos, Felipe Juan y Victoria Federica

La infanta Elena responde con la primera sonrisa que ha mostrado desde que su marido fue ingresado a causa de un infarto cerebral a las palabras de ánimo que le dedicó una persona a las puertas del centro clínico

 

La Familia Real española está viviendo una de las Navidades más tristes a causa de infarto cerebral sufrido por don Jaime de Marichalar el pasado 22 de diciembre cuando practicaba deporte en un céntrico gimnasio madrileño. El duque de Lugo era ingresado inmediatamente en el hospital Gregorio Marañón donde todavía permanece recuperándose de la grave dolencia. En todo momento, la infanta Elena ha permanecido en el centro clínico junto a su esposo pendiente de su evolución, que está siendo, según el equipo facultativo que le atiende, satisfactoria.

La duquesa de Lugo sólo ha abandonado el hospital para atender a sus dos hijos, Felipe Juan y Victoria Federica, que se encuentran en el palacio de la Zarzuela junto a los Reyes de España. El rostro de doña Elena reflejaba la preocupación que ha vivido estos angustiosos días pero también dejó ver una leve sonrisa cuando las noticias sobre el estado de su esposo comenzaban a ser más optimistas y respondía a las palabras de ánimo que una persona que estaba en una de las puertas del hospital le dedicó.

Afortunadamente, el duque de Lugo se recupera del infarto cerebral y ya ha recuperado la movilidad en su pierna izquierda. El pasado fin de semana inició los ejercicios gimnásticos de rehabilitación y en dos o tres semanas podrá regresar a su casa con la infanta Elena y sus dos hijos. Mientras tanto, la presencia de la hija mayor de don Juan Carlos y doña Sofía en el Gregorio Marañón se ha convertido en continua y es el mayor apoyo de don Jaime en su restablecimiento.

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