Pablo Nicolás, vestido con un faldón blanco y una chaqueta azul, demostró ser un bebé muy tranquilo el día de su presentación oficial en el Palacete Albéniz de Barcelona. Ni los flashes de las cámaras, ni el barullo que acompañó a la intensiva sesión de fotos, ni el beso de su hermano, Juan Valentín, consiguieron que el pequeño abriera sus claros ojos. Pablo Nicolás, siempre dormido, ya fuera con don Iñaki o con doña Cristina, compareció en el Salón de los Espejos en los brazos de su madre –vestida con colores crema– y estuvo arropado, para la tradicional fotografía, por sus cuatro abuelos. Los maternos, los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, y los paternos, Juan Mari Urdangarín y Claire Liebaert.
Padrinos de bautismo
La infanta Cristina anunció durante el acto con los medios de comunicación, celebrado el pasado domingo, día once, que su hijo será acompañado a la pila bautismal por Alexia de Grecia y Kubrat de Bulgaria, dos de los testigos de su boda. Alexia, la hija mayor del rey Constantino, casada con Carlos Morales, vive en Barcelona donde ejerce como educadora de niños con síndrome de Down. Kubrat de Bulgaria, tercero de los hijos del rey Simeón, uno de los grandes amigos de la infanta. Ejerce como médico en Madrid, está casado con Carla Royo-Villanova y tiene dos hijos. Doña Cristina confirmó, también, que Pablo Nicolás es muy bueno y que no ha causado celos en su primogénito…“Aún es muy pequeño para eso, explicó, aunque habrá que esperar a que pase un tiempo para ver lo que ocurre pero, de momento, le quiere mucho y ayer, al llegar a casa, le dio un beso”. Lo que no pudo concretar la infanta fue la fecha del bautismo de su segundo hijo porque antes “habrá que revisar muchas agendas”.
Protagonista en el Albéniz
Las travesuras de Juan Valentín, vestido muy formalmente, camisa blanca, chaqueta y pantalón azul marino, embaucaron, sin excepción a todos los presentes. Primero, cuando, desde los brazos de su padre, jugueteó con los cristales de la lámpara de araña que alumbra el Salón de los Espejos. Después, cuando pidió a su abuelo, el Rey, que le ayudara a colocar la llave en la puerta de acceso a los jardines. Don Juan Carlos, que durante los quince minutos que duró el acto sólo había tenido ojos para su hija doña Cristina y su nuevo nieto, dejó, entonces, el grupo y se fue con Juan Valentín para devolver la llave a su lugar original.
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