Cillian Murphy lo ha conseguido. Después de un reconocimiento tras otro por su interpretación del cerebro de la bomba atómica en Oppenheimer, por fin alzó el Oscar en la gran gala del Teatro Dolby de Hollywood. Fue su gran noche y con él estaba su mujer, Yvonne McGuinness y sus hijos, Malachy de 18 años, y Aran, de 16. La familia al completo, todos de negro y con la tensión de los momentos previos, paseó por la alfombra roja antes de que Cillian se coronase como el mejor actor protagonista casi al final de la ceremonia.
Su presencia atrajo a las cámaras sobre todo porque no suelen dejarse ver en eventos públicos. Para Cillian Murphy los focos, promociones y alfombras rojas son una especie de peaje por ejercer lo que mejor sabe: la interpretación. Su familia es, por tanto, tan discreta como él, a pesar de que su hijo menor sigue sus pasos como actor y ya le acompañó en los Globos de Oro. Aran, que ya se encuentra inmerso en un gran proyecto, se postula como el sucesor de su padre. Participará en la adaptación cinematográfica de la novela Klara y el Sol, donde compartirá pantalla nada más y nada menos que con Jenna Ortega (Miércoles, Scream) y Amy Adams (Animales nocturnos, Encantada). Su debut ante las cámaras fue en 2022 cuando apareció en la película Lola, dirigida por Andrew Legge. Anteriormente, interpretó al hijo de Shakespeare en la obra de teatro Hamnet, con la que estuvo de gira por Nueva York, Boston y Hong Kong en 2019.
A Cillian no le gusta hablar sobre sus hijos, pero en una ocasión si habló con el diario Irish Mirror de la importancia de dejarles encontrar su propio camino y que sean seguros de sí mismos. "Que se conozcan a sí mismos. Creo que eso es lo más importante y van en esa dirección. Son buenos chicos, pero trato de no proyectar mis cosas sobre ellos. Intento no hacerlo", afirmó el protagonista de Peaky Blinders.
Con el mismo celo con el que habla de sus hijos, aborda la relación de 30 años con su mujer, con la que se casó en 2004. "Yvonne no habla de mi y yo no hablo de ella", dice habitualmente tajante. Y no habla de ella, pero sí ha reconocido en alguna ocasión lo importante que ha sido su apoyo en todos estos años. "El tema del equilibrio entre el trabajo y la vida personal es difícil. Tengo una esposa increíble y no podría hacer esto sin ella y su comprensión. Pero cuesta", dijo a GQ. "Creo que le pasará lo mismo a cualquier padre cuyo trabajo le aleje de su familia (que generalmente pasa) y le consuma (como pasa con mi trabajo)", añadió. Yvonne es una artista visual de 50 años a quien conoció en 1996 en Dublín durante un concierto de rock en el que él mismo actuaba cuando hacía sus pinitos en la música.