En una carroza tirada por cuatro caballos blancos de dos en dos enganchados en cuarta y adornadas con penachos de plumas, así es como María Jiménez, fallecida el pasado 7 de septiembre a los 73 años, quería que fuera su último paseo por su Sevilla natal, porque como ella misma decía, no era la Reina de Inglaterra- fallecida casualmente hace hoy justo un año- pero era María Jiménez.
Con el sonido de los cascos de los caballos y un brindis al cielo, cientos de sevillanos se han echado a las calles para llorar la pérdida de la cantante pero también celebrar su vida en este recorrido por el barrio de Triana, por el que la artista sentía verdadera devoción.
Y es que María, era mucha María y antes de dejar este mundo se preocupó por dejar escrito cómo quería que fuera su funeral, porque si en vida se hacía notar allí por donde pasaba, el día que le llegara su hora no quería que fuera menos.
Su familia, encabezada por su hijo, Alejandro, nacido de su matrimonio con Pepe Sancho y su hermana, Isabel, han cumplido al pie de la letra con lo que ella misma dejó escrito. "Espero que esté conforme porque si no me va a mandar a tomar por saco" declaraba el hijo de la irremplazable artista.
El féretro de María Jiménez portado por su hijo y por el torero Francisco Rivera, entre otros, abandonaba el Ayuntamiento de Sevilla entre aplausos antes de iniciar su paseo a caballo por la Plaza de San Francisco, Hernando Colón, Alemanes, García de Vinuesa, Arfe, Antonia Díaz, Paseo de Cristóbal Colón, Puente de Triana, Altozano, Pureza y la parroquia de Santa Ana, donde ella fue bautizada y el lugar en el ella quería que se oficiara su funeral.
Sobre la urna donde viajan los restos mortales de María, los cuales descansarán para siempre en el panteón familiar del cementerio sevillano de San Fernando hay una sola corona de flores en la que puede leerse “Tu hijo, tu nuera y nietos siempre te querrán”.
Si hay algo en lo que coinciden todos los sevillanos que se han acercado a dar su último adiós a la cantante es que “ella se lo merecía”, por eso no han dudado en acompañarla por las calles de Triana y mostrarle sus respetos y devolverla así lo que ella les dio a lo largo de su vida.
Tres coches fúnebres repletos de coronas de flores han acompañado a la carroza que ha estado escoltada en todo momento por dos policías locales, aunque, como era de esperar y a pesar de la falta de un estricto protocolo, no se ha registrado ningún problema.
Sobre el ataúd de María Jiménez, la bandera de Sevilla y ese mantón de manila que la artista heredó de su madre y al que tenía tantísimo cariño, así como su capa de plumas de pavo, con la que resurgió de sus cenizas tras poner fin a su matrimonio con Pepe Sancho y volver a la música.
Durante todo el "desfile" por su Triana natal, la gente, no solo la ha aplaudido a su paso, sino que le ha lanzado flores y le ha dado las gracias por tanto a la vez que le gritaban 'Olé, olé y olé'.
El puente de Triana estaba tan abarrotado de gente como en Semana Santa, pues ha sido en ese punto donde una legión de fans se ha agolpado para rendir pleitesía a su ídolo, a ese torbellino llamado María Jiménez, que tan pronto se ha ido.
Alejandro Sancho, el único hijo de María Jiménez, contempla conmovido las innumerables muestras de cariño que le han rendido a su madre todos los hispalenses durante todo el recorrido por las calles de Sevilla.
María Jiménez se ha despedido de Sevilla como solo ella sabía hacerlo y solo hay que ver las imágenes de su cortejo fúnebre para ver el gran cariño que su tierra y su gente la profesaban.
La esencia de María Jiménez se ha dejado sentir en este emocionante último adiós y en la serenidad con la que su hijo ha afrontado este difícil momento, pues como él mismo relataba su madre se había ido en paz y tras pasar un verano muy tranquilo rodeada de los suyos.
Cosechaba casi cincuenta años de carrera musical, tenía dieciocho álbumes en el mercado y una legión de fans que hoy han salido a la calle en masa para rendirle su particular homenaje al paso de su calesa
Visiblemente emocionado Francisco Rivera ha portado el féretro con los restos mortales de María Jiménez, a quien consideraba una segunda madre. "Yo la adoraba y ella a mí, teníamos una relación muy especial, era como una mamá mía", aseguraba ayer el diestro ante la capilla ardiente de la cantante. "Hoy el mundo es mucho peor sin ella".
El silencio se ha hecho notar a la llegada del ataúd a las puertas de la parroquia de Santa Ana, un silencio que se ha roto por los aplausos de su gente, que ha esperado paciente a las puertas de la iglesia la salida de María antes de poner rumbo al cementerio de San Fernando.
Los restos de María Jiménez han entrado en la capilla de Santa Ana con palmas de bulerías en muestra de respeto. Y una vez en el altar, el féretro ha sido adornado con el Manto de Santa Ana, que es el que luce en la novena y en los momentos especiales, como cuando sale a la calle.
Con los acordes de una guitarra española y bajo la atenta mirada de su hijo Alejandro y de su hermana, Isabel, la impronta de María Jiménez ha quedado patente en su funeral, donde la música no ha dejado de sonar haciendo así un recorrido por la banda sonora de quien hoy se va para siempre.
Eugenia Martínez de Irujo y su esposo, Narcís Rebollo, acudieron a la capilla ardiente de María Jiménez, instalada en el Ayuntamiento de Sevilla por la que pasaron algunos rostros conocidos como Francisco Rivera y Lourdes Montes, a la que saluda en la imagen el presidente de Universal Music en España y Portugal.
Francisco Rivera y Lourdes Montes demostraron el cariño que sentían por la cantante andaluza, que ha fallecido a los 73 años, y acudieron a la misa funeral en su honor celebrada en la capilla de Santa Ana, donde fue bautizada
Roto por el dolor, Francisco Rivera, acompañado por su mujer, Lourdes Montes se ha reencontrado en el interior de la capilla de Santa Ana, con su ex Eugenia Martínez de Irujo y Narcís Rebollo, pues tanto el diestro como la hija de la duquesa de Alba además de ser fans de María eran grandes amigos.
El grupo Los Alpresa ha querido dedicar un sentido homenaje a María Jiménez en forma de canción y han entonado una de las canciones preferida de la arista, Bulevar de los sueños rotos con el que han logrado emocionar a fotos los presentes, incluido a su hijo, quien hasta ahora había intentado mantener el tipo.
Alejandro Sancho no ha dudado en hacer cómplice de esta emotiva despedida a su hija Julia, la única nieta de María y a quien la cantante había convertido en la niña de sus ojos.
El funeral, que ha sido oficiado por el padre Ildefonso y presidido por un retrato lleno de color de la inolvidable María, también elegido por ella misma, ha concluido con un fandango y la Salve rociera, momento en el que mucho de los allí presentes han roto a llorar.
Eugenia Martínez de Irujo y su hija Cayetana, quien actualmente reside en Sevilla por motivos laborales, no han podido evitar romper en llanto cuando toda la parroquia de Santa Ana ha entonado en honor de la artista la Salve rociera.
La salida de los restos mortales de María Jiménez de la que está considerada la ‘catedral de Triana’ no ha sido menos multitudinaria que su entrada y con el repique de campanas y música flamenca, la artista ha emprendido su último paseo hasta el cementerio de San Fernando.
Uno de los momentos más emotivos del último paseo de María Jiménez de camino al cementerio ha sido su paso por la calle Betis, la calle que la vio nacer, y donde decenas de personas se han congregado alrededor del coche de caballos para gritar a la artista palabras como “guapa” “eterna” o “única”.
El carruaje con los restos mortales de María Jiménez, tirado por cuatro caballos, recorrió los lugares más emblemáticos de la capital hispalense como la plaza de toros de La Maestranza. "Sevilla sabe despedir con arte y alegría a personas importantes para esta ciudad. María se merece este homenaje", señalaban los vecinos.