Hace tiempo que la Academia de Hollywood deja fuera de la gala de los Oscar (la próxima edición se celebra el 12 de marzo) algunos premios. Principalmente, los más simbólicos. La idea es la de revitalizar una ceremonia que ha perdido espectadores por ser excesivamente larga. Ayer se entregaron los Oscar honoríficos, que fueron a parar a Diane Warren, Euzhan Palcy, Peter Weir y Michael J. Fox. Y, después de ver la enorme ovación y el fabuloso discurso del protagonista de Regreso al futuro, nos preguntamos si no se habría convertido en uno de los momentazos de la gran noche del cine de haberse incluido en ella. Michael, afectado por la enfermedad de Parkinson, emocionó, arrancó aplausos y, sobre todo, hizo lo que mejor sabe hacer: reír.
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Más de treinta años luchando contra su enfermedad
“Basta, chicos, me hacéis temblar”, dijo. La frase no tendría mayor trascendencia si no fuera porque el actor lleva muchos años luchando contra la enfermedad de Parkinson. Su Oscar tiene precisamente ese sentido: el de su lucha por visibilizar esta enfermedad y por dedicar recursos a investigar sobre ella. A eso se dedica la fundación que preside y que lleva su nombre.
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Michael J. Fox lleva comprometido con la lucha contra su enfermedad desde el año 2000. Sin embargo, el Parkinson le fue diagnosticado mucho antes: a los 29 años, algo que en su discurso de anoche calificó como una faena (en realidad empleó un término más grueso). Arropado por los aplausos de actores como Tom Hanks, Jessica Chastain, Ana de Armas o Cate Blanchett, entre muchos otros, continuó diciendo que “son cosas que pasan, pero son sinónimo de que estoy vivo”. Y es que a Michael, al diagnosticarle la enfermedad, le dieron diez años de vida. Han pasado 31 y ha estado en activo hasta 2020, cuando reapareció en The Good Fight para dar vida al abogado Louis Canning.
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Su familia, un apoyo incondicional
Todo comenzó en 1990, cuando se encontraba filmando Doc Hollywood, una de las películas que rodó después de la mítica trilogía de Regreso al futuro. Entonces, presentó los primeros síntomas. Pero el Parkinson no le fue diagnosticado hasta un año después, en 1991. Para entonces, llevaba tres años casado con Tracy Pollan y su primogénito, Sam Michael, ya había nacido. Ayer, tanto Tracy como los cuatro hijos de la pareja se encontraban entre el público y celebraban cada emotivo momento del actor, que cada tanto bromeaba sobre su vida: “Digan lo que digan, nadie podrá negar que fui un actor muy famoso en los ochenta”.
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No fue hasta el año 2000 cuando decidió hacer pública su condición. Para entonces, terminó de rodar Spin City, una de las series que más fama le dieron y, aunque ha seguido trabajando, decidió concentrarse más en asuntos como su fundación, a la que ha destinado millones de dólares, y en su vida familiar. Una historia que nos recuerda a la de Chris Hemsworth al descubrir su riesgo de padecer alzhéimer en el futuro.
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El momento más feliz de un trágico 2022
Woody Harrelson, encargado de entregarle el premio, definió muy bien lo que el público y sus compañeros de industria sienten hacia él: “Nunca has querido que nadie sienta pena por ti. Víctima, nunca. Superación, siempre”, le dijo. Michael le agradeció sus palabras y explicó que era fácil, ya que su canción favorita es No Surrender (Sin rendición), de Bruce Springsteen. Fox, que ha enfrentado un trágico 2022 lleno de duros momentos, incluida la pérdida de su madre, cierra el año con una gran noticia. Todo un ejemplo de superación ante la adversidad de alguien que ayer pudo, además, sentir el cariño infinito de fans y compañeros.