Dicen que no hay dos faros idénticos en el mundo y quizá por eso y por su labor de guardianes en la oscuridad, han resultado fascinantes para muchos. Ellos son los vigías del mar, testigos de tormentas, mareas y tempestades y fieles guías de los marineros. Son una pieza clave en la navegación y en nuestras costas tenemos singulares construcciones que sobreviven al paso del tiempo y también a los avances tecnológicos, que han hecho que la figura del farero haya dejado de ser imprescindible y que ahora funcionen mediante un sistema automatizado.
Torre de Hércules (La Coruña)
Una de las joyas que tenemos en nuestro país es la Torre de Hércules, en La Coruña, que es el faro romano más antiguo del mundo –construido a finales del siglo I– y, a día de hoy, sigue en funcionamiento.
Faro de Trafalgar (Cádiz)
El faro de Trafalgar, en Cádiz fue levantado sobre una torre de vigilancia del siglo IX.
Faro de Chipiona (Cádiz)
También en la costa gaditana encontramos el más alto de España, con 69 metros, en Chipiona, que se inauguró en 1867.
Faro de Estaca de Bares (La Coruña)
Coronando imponentes acantilados, encontramos el de Estaca de Bares, en La Coruña.
Faro de Cabo de Peñas (Asturias)
El Faro de Cabo Peñas, en Asturias, guía a las embarcaciones a más de cien metros de altura.
Faro del Cabo de Creus (Gerona)
En Gerona, también en un acantilado, está el faro que primero saluda al sol en la península, el del Cabo de Creus, clasificado como bien de interés cultural.
Faro de Santa Pola (Alicante)
No todos están pegados al mar, como, por ejemplo, el de Santa Pola, en Alicante, que se encuentra a 360 metros de la orilla.