A partir de los años 80 el ascenso de Blanca Fernández Ochoa al firmamento de las grandes estrellas del deporte era ya imparable. En 1983 recibió el reconocimiento del Consejo Superior de Deportes y cinco años más tarde se hizo con el premio Reina Sofía a la mejor deportista. Y no sería la primera vez que recibe este galardón.
Por aquel entonces, además de sortear los obstáculos del eslalon como nadie, también vivía una bonita hisotira de amor con su entrenador y director técnico del equipo nacional, Daniele Fioretto, con el que se casó en 1991 tras nueve años de relación. Sin embargo, el matrimonio solo duró tres años