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Abu Simbel, el mágico y misterioso conjunto arquitectónico ha sido el primer lugar que Emmanuel Macron y su esposa Brigitte han visitado tras aterrizar en Egipto este domingo. Situado en la ribera del lago Nasser, los templos que componen este histórico emplazamiento fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. El lugar elegido por los Macron es, sin duda, una de las más importante atracciones turísticas de Egipto, país en el que estarán hasta este martes 29 de enero. 

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Antes de su reunión con Abdel Fattah Al-Sisi, el homónimo del presidente francés para discutir cuestiones relativas a los derechos humanos, el matrimonio disfrutaba como cualquier pareja de turistas de la belleza de Abu Simbel. Dada la complejidad del terreno, la primera dama escogió un calzado cómodo. Así, Brigitte apostó por un estilismo de traje con deportivas que ya ha utilizado en otras ocasiones como en su visita a Helsinki. 

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Empapándose de la cultura egipcia, Emmanuel y Brigitte pasearon durante parte del domingo tanto por el interior como por el exterior del tempo. El lugar fue construido por Ramsés II para conmemorar su victoria en una batalla y, a través de él, se rendía culto en el pasado al propio Ramsés, que al ser faraón era considerado una deidad. Se tardó unos veinte años en construirse y está considerado como uno de los complejos más bellos con sus cuatro famosas estatuas colosales esculpidas en la roca de la fachada.

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Durante su visita por el interior del templo, los Macron no pudieron resistirse a acercarse para ver de cerca los cientos de jeroglíficos que albergan sus anchos muros. Mucho antes de que se construyera el templo, el lugar ya era considerado por la cultura egipcia sagrado. Muy concentrada por palparse de todo lo que ese lugar supone, Brigitte disfrutó como una turista más de la enigmática belleza de Abu Simbel.  

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Casi sin parpadear por la belleza que estaba ante sus ojos, el presidente francés y la primera dama no se separaron ni un segundo durante la visita. El complejo estuvo parcialmente oculto bajo la arena durante más de 2.000 años, hasta que en 1813 el arqueólogo Ludwig Burckhardt dio con él. El explorador Giovanni Belzoni acudió en busca del lugar aunque no fue hasta un segundo viaje cuando logró localizarlo.

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Con este viaje, el presidente francés, que tampoco pudo evitar acercarse a los muros del templo para disfrutar de su majestuosidad, pretende "intentar promover un política más respetuosa" en Egipto respecto a "los derechos humanos y las libertades fundamentales", ya que hay "preocupación" por la situación actual.

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En su visita a Egipto, Emmanuel Macron está acompañado por cinco ministros del Gobierno francés y los jefes de algunas de las principales empresas francesas. Tras este viaje, su próximo destino será Chipre, donde el presidente se reunirá con líderes del sur de Europa con el fin de tratar temas gubernamentales de la zona euro y la inmigración.

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