Fue enero de 2017, es decir, Trump llevaba un mes en la Casa Blanca, cuando recibía la visita de Theresa May, también vestida de rojo. Entonces el Presidente y la Primera Ministra pasearon así por uno de los pasillos de la residencia oficial. Esta cercanía, que le costó a la británica algunas críticas en su país, no impidió que las tensiones entre ellos estallaran de forma periódica, algunas veces en redes sociales, como cuando May le afeó a Trump que compartiera vídeos de la ultraderecha británica Britain First, a lo que él respondió: "Theresa May, no te preocupes por mi, preocúpate por el destructivo terrorismo radical islámico que tiene lugar dentro del Reino Unido. ¡Nosotros estamos bien!"