La oscarizada actriz reconoce que al principio le resultó divertido poder comer todo lo que quería, sin embargo, poco a poco las cosas fueron empeorando y se convirtió en su peor pesadilla. Hasta sus hijos Jackson, de seis años, y August, de dos, se extrañaban de verla así. 'Mi hijo pequeño estaba convencido de que tenía un bebé en mi tripa (...) Y todavía se refieren a 'Tully' como la película donde mamá tenía una barriga grande'