A las 12 en punto, hora británica, Meghan Markle entraba en la capilla de St George, desvelando ante los 2.640 invitados de la boda su vestido de novia, diseñado por Clare Waight Keller.
La tiara Spencer, con la que Diana de Gales se casó, o la de Los enamorados, su favorita, eran las favoritas, según medios y casas de apuestas, para completar el vestido de novia de Meghan Markle. Finalmente, la ahora Duquesa de Sussex ha tomado otra sorprendente elección: la tiara de filigrana, un diseño geométrico de diamantes y platino que perteneció a la Reina Mary. Los pendientes y el brazalete, de diamantes y oro blanco, pertenecen a la colección Alta Joyería de Cartier.
El escote barco es el foco del vestido de Meghan Markle, elaborado en cadi de seda. El cuerpo queda ceñido hasta la cadera, donde surge una falda de silueta 'A' que se alarga en la parte trasera.
El ramo de Meghan Markle, un diseño de Philippa Craddock, incluye Nomeolvides, la flor preferida de Diana de Galés. Además de otras flores de primavera que el mismo Harry recogió el día anterior en los jardines del Palacio de Kensington, el bouquet tiene ramitas de mirto, un símbolo de pureza y fidelidad que está presente en cada boda de la Familia real británica desde 1858, cuando la princesa Victoria, la hija mayor de la reina Victoria, las llevo en su ramo.
Los zapatos de Meghan Markle son un diseño en seda satinada de Givenchy de tacón alto y punta, dos características en las que la ahora Duquesa de Sussex ha confiado en cada acto desde que se hiciera oficial su compromiso.