Isabel Bowes-Lyon
Con motivo de su boda con el Duque de York (más tarde el rey Jorge VI) en 1923, Isabel Bowes-Lyon llevó un vestido de inspiración medieval, sin cintura, elaborado en crepé de seda marfil, con tiras de lamé plateadas y bordado con perlas. La novia deslumbró a su llegada a Westminster gracias a cola del diseño y el elegante velo de encaje de Flandes sobre el que caía una corona de rosas blancas de York y flores de azahar.
Isabel II
El 20 noviembre 1947, la princesa Isabel, hija mayor de Jorge VI, y futura reina Isabel II, contrajo matrimonio con el príncipe Felipe. Sir Norman Hartnell, diseñador oficial de la Familia real desde 1938 fue el encargado de crear el vestido de la novia: un diseño de satén blanco con un corpiño ajustado, escote corazón y mangas largas, decorado con un encaje en el que quedan plasmados varios motivos florales: flores de naranjo, jazmín, rosas blancas de York y espigas (símbolo de fertilidad). ¿La inspiración del vestido? La primavera, de Botticelli. Sobre el velo de tul blanco reposaba una tiara de perlas y diamantes.
Diana de Gales
El enlace se celebró el 29 de julio de 1981 en la Catedral de St. Paul; lugar al que Diana Spencer llegó con un vestido bordado a mano con pequeñas lentejuelas y perlas de nácar. Tanto mangas como escote creaban un femenino corazón que aportaba un punto de elegancia y romanticismo al diseño. Confeccionado con un corpiño ajustado -sobre el que había un encaje que había pertenecido a la reina María- y varias capas de encaje marfil, el modelo fue obra de David y Elizabeth Emanuel. Su velo de tul de seda color marfil, salpicado de lentejuelas de nácar, estaba sujeto por una tiara de diamantes de la familia Spencer.
La Duquesa de Cambridge
La diseñadora Sarah Burton fue la elegida para vestir a Catherine Middleton en el día de su boda con el príncipe Guillermo, el 29 de abril de 2011 en la abadía de Westminster. El corpiño de satén marfil incorporaba motivos florales de encaje que luego fueron aplicados sobre seda por los trabajadores de la Real Escuela de Costura. Ligeramente acolchado en la cadera, se ajustaba a la cintura; un claro guiño a la corsetería de la época victoriana, una de las señas de identidad de Alexander McQueen, la casa de la que es directora creativa la diseñadora. La cola del vestido medía 2,73 metros y la tiara que llevó fue creada por Cartier en 1936.
La Familia real británica es una de las casas europeas que más cuida la tradición y el protocolo; una seña de identidad presente también en sus ceremonias nupciales. Desde la boda de la reina Victoria y el príncipe Alberto, al enlace de los Duques de Cambridge, ningún detalle ha sido fruto del azar; una práctica visible en los vestidos de novia de sus reinas y princesas y que seguro volvemos a encontrar en el diseño de Meghan Markle. ¿Entre los elementos que nunca faltan? Los célebres encajes de Honiton o las flores de azahar, símbolo de pureza.
La reina Victoria
Fue una de las soberanas más importantes de su época, gracias al poder del Imperio británico en el siglo XIX. Por eso, su enlace con el príncipe Alberto, el 10 de abril de 1840, en la Capilla Real del Palacio de St James fue un acontecimiento de suma importancia. En el día de su boda, la reina Victoria llevó un vestido de raso blanco con encaje de Honiton que adornó con un broche de zafiro y diamantes, regalo del príncipe Alberto. ¿Entre los detalles que más llaman la atención? Contrariamente a otras novias de la Familia real, Victoria optó por una corona de azahar y un velo, en lugar de una tiara.
Alexandra de Dinamarca
La princesa Alexandra se casó con el príncipe Alberto (por aquel entonces príncipe de Gales) en el Castillo de Windsor, el 10 de marzo de 1863. Años más tarde, en 1901, tras el fallecimiento de la reina Victoria, la pareja se convertiría en la Reina Alexandra y el Rey Eduardo VII. Para su enlace, la novia eligió un vestido de seda blanca, adornado con guirnaldas de flores de azahar y encaje de Honiton que incluía rosas, tréboles y cardos. Como regalo de bodas, el príncipe Alberto le dio a su futura esposa un collar de perlas y diamantes y unos pendientes.