Diana de Gales enseñó a sus chicos a comprender y valorar la magnífica oportunidad de utilizar su influencia a favor de esos menos afortunados que ellos.
El príncipe Harry ha encontrado el amor precisamente en una mujer que compartía con su madre muchas de sus virtudes: su compromiso solidario, su empatía con la gente, su valentía para romper tabúes y promover la dimensión humana...
El 15 de septiembre de 1984 vino al mundo el segundo hijo de los príncipes de Gales, ocupando la tercera posición en la línea de sucesión al Trono. El niño, al que pusieron el nombre de Henry Charles Albert David, conocido como príncipe Harry, nació después de nueve horas de parto a última hora de la tarde en el hospital St. Mary, en Paddington (Londres), el mismo en el que la recordada Diana dio a luz a su primogénito, el príncipe Guillermo, el 21 de junio de 1982.
Harry de Inglaterra, el hijo pequeño de Diana de Gales y el que de alguna manera digirió peor su pérdida, brinda algunos gestos en su memoria para asegurarse de que, en la distancia, desde el otro lado del sol, su madre asiste con él y con su prometida, Meghan Markle, a su feliz boda.
“Hay días en los que como hoy, echo de menos tenerla conmigo y echo de menos poder compartir con ella las noticias felices”, confesaba el príncipe Harry en su primera entrevista como hombre prometido.
Gracias al firme compromiso de sus padres de que tanto él como su hermano tuvieran una educación normal, el príncipe Harry pudo disfrutar de una bonita infancia y relativamente convencional, a pesar de su condición de príncipes.
Diana de Gales se aseguró de que sus hijos comprendieran el privilegio de su posición, pero también de que no faltara normalidad a su extraordinaria vida.
Diana de Gales unas veces llevaba a sus chicos a refugios de gente sin hogar y otras a los torneos de polo, parques de atracciones temáticos, restaurantes, tiendas de videojuegos...
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