Si el duque de Cambridge eligió para su boda al príncipe Harry como best men, su padrino en la boda, el hijo pequeño de Carlos de Inglaterra ha seguido sus pasos hace tan sólo unos días, devolviendo a su hermano el honor que le brindó hace ya siete años. "¿Que cómo se lo pedí? Agachándome y poniendo una rodilla en el suelo, como suele hacerse en estos casos", bromeó Harry cuando recodaba el momento.
Por su parte, el Duque de Cambridge se sintió muy honrado con la proposición y, tal y como afirmó, "está deseando acompañar a su hermano en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor el 19 de mayo”, rezaba la nota acompañada de una foto de la infancia de ambos disfrazados de policías.
Esta nueva tradición, la del best man, es una novedad que la Casa Real británica no recoge en su protocolo real. En su lugar, anteriormente se recurría a la figura de los ayudantes. Carlos de Inglaterra eligió a sus dos hermanos varones, Andrés y Eduardo, para que ejercieran esta función en su enlace con Diana de Gales.
Meghan Markle también contribuirá a que su boda tenga tintes poco convencionales. La monarquía británica está poco acostumbrada a la figura de las damas de honor, tradición muy extendida en Estados Unidos. En su lugar es más frecuente la función de madrina. Sin embargo, la prometida de Harry podría seguir los pasos de la Duquesa de Cambridge -que eligió a su hermana Pippa- y designar a varias amigas para este papel. Uno de los nombres que más suenan en la terna es el de la estilista Jessica Mulroney. En cuanto a la elección de la persona que la llevará al altar, todo apunta a que, pese a que hasta el momento el Palacio de Kensington no se ha pronunciado oficialmente, Thomas Markle, padre de la novia, será el encargado de llevarla al altar. Estos días se ha dejado ver practicando ejercicio y leyendo libros sobre la historia de Reino Unido.
La guinda del almuerzo nupcial la pondrá, como es habitual en este tipo de celebraciones, la tarta. Meghan y Harry tenían claro qué postre querían ofrecer a sus invitados y para materializarlo han recurrido a una chef criada en California, el mismo estado -de los cincuenta que componen Estados Unidos- en el que nació la novia. Será Claire Ptak, a quien Meghan entrevistó hace tiempo para su blog The Tig, la encargada de elaborar el pastel. Desde su establecimiento situado en Londres, creará una tarta de flor de saúco y limón que incorporará los sabores de la primavera y estará culminada por crema de mantequilla y flores frescas.
“Ambos comparten los mismos valores sobre el origen de los alimentos, la sostenibilidad, los productos de temporada y, por supuesto, ¡el sabor!”, comentaba recientemente la pastelera tras hacerse pública la noticia de que ella y su marca Violet Cakes eran las elegidas para endulzar el gran día de Meghan y Harry.
Meghan Markle quiere que su boda con Harry tenga su toque particular. Por eso está decidida a llevar a cabo una acción a la que probablemente los Windsor no están acostumbrados. Y es que la futura duquesa tiene la intención de pronunciar un “afectuoso” discurso durante el banquete posterior a la ceremonia religiosa. En él, se sucederán los agradecimientos a la familia de su nuevo marido, así como a sus amigos por el apoyo recibido a lo largo de su relación. Además, Meghan podría atreverse incluso con alguna que otra broma, lo que a buen seguro sería del agrado de su futuro suegro, el príncipe de Gales, y del Duque de Edimburgo.
La puesta en escena no supondrá para la exactriz ningún hándicap, pues su profesión y su labor humanitaria la han llevado en ocasiones a hablar en público, demostrando una gran soltura al hacerlo.
La de Meghan y Harry no es el único ‘sí, quiero’ con guiños a Estados Unidos. Cabe recordar que, en el año 2008, el nieto mayor de Isabel II, Peter Philips, contrajo matrimonio con la canadiense Autumn Kelly en una ceremonia en la que se sucedieron algunos detalles ‘made in’ América. En primer lugar, la novia eligió a seis damas de honor: su hermana Jackie, la hermana de Peter, Zara, la hermanastra de Peter, Stephanie Phillips, la ahijada del novio, Rosie Bush y las dos mejores amigas de Autumn. Todas ellas acudieron vestidas igual, con un diseño verde claro de Vera Wang. Peter, por su parte, optó por dos padrinos, Ben Goss y Andrew Tuckers, amigos del colegio escocés Gordostoun.
Durante la boda, los novios realizaron la costumbre estadounidense del intercambio de votos matrimoniales y rompieron de nuevo la tradición al prometerse “adorarse, honrarse, aliviarse y mantenerse” el uno al otro. Además, durante la ceremonia también se llevaron a cabo varias lecturas, a cargo de la princesa Eugenia y del hermanastro de Autumn, Patrick Kelly.
Otra boda, la de Eduardo VIII -primogénito de Jorge V y tío de la actual reina de Inglaterra- con la rica estadounidense divorciada Wallis Simpson, llamó la atención en su momento y contó también con algún que otro marcado tinte americano, siendo lo más destacado el diseño elegido por la novia, un vestido confeccionado por el costurero estadounidense Mainchover en crepe azul, cerrado al cuello, con fruncido en la parte delantera y entallado a la altura de la cintura.
No todos los días se casa un príncipe con una exactriz estadounidense. Por eso, en el ‘sí, quiero’ de Meghan y Harry, que tendrá como escenario el británico e imponente Castillo de Windsor, no podían faltar los guiños al país de la novia, entre los que se encuentra el original bar pop up que se ha inaugurado en Washington y en el que predomina la decoración de Windsor. En el interior, se ofrecen cócteles con la temática de la boda. El pub permanecerá abierto hasta el día después de la boda real.
Un posado 'de cine'
El pasado mes de diciembre, los novios difundían las imágenes oficiales de su compromiso. Eligieron para ello al fotógrafo Alexi Lubomirski, el mismo que se encargará de inmortalizar los momentos posteriores a la celebración de su enlace. Todo apunta a que seguirán el mismo estilo que las de aquel posado, en el que el romanticismo y la elegancia estuvieron presentes a partes iguales. Como si de dos estrellas de cine se trataran, Meghan y Harry mostraron la mejor de sus sonrisas en varias instantáneas muy cuidadas y artísticas -dos de ellas en blanco y negro- que recuerdan a las películas clásicas de Hollywood de los años 50.
Las invitaciones enviadas para el enlace son también un homenaje a los orígenes de Meghan y Harry. Los detalles británicos y estadounidenses se han unido en las tarjetas realizadas por Barnard y Westwood del mismo modo que lo hará la pareja el día de su enlace. Para empezar, el papel elegido es inglés, mientras que la tinta es americana. Así, sobre un fondo blanco se ha plasmado, por un lado, el sello dorado de tres plumas del Príncipe de Gales y, por otro, las letras en negro y dorado y los bordes bañados en oro. El Palacio de Kensington difundió, el pasado mes de marzo, varias imágenes y un vídeo en el que se mostraba todo el proceso de elaboración de las invitaciones reales. Tarjetones en los que, on obviando que es el segundo matrimonio para Meghan, se ha usado el Ms. Markle y no el Miss Markle.
Meghan y Harry también han querido innovar en lo que a la disposición de las mesas se refiere. En lugar de optar por la tradicional mesa rectangular que caracteriza a las Casas Reales -y a la que los Windsor no eran ajenos-, la pareja ha decidido organizar el banquete recurriendo a mesas redondas, cada vez más frecuentes en las bodas actuales. Tal y como desvelaba la agencia Efe hace sólo unos días, este detalle diferenciador se unirá a otro también curioso: la noche previa al enlace, tendrá lugar una cena de prueba