Phillip Seymour Hoffman murió en 2014 a los 46 años y no dejó ni un céntimo a sus tres hijos, Cooper, Tallulah y Willa. Según los documentos presentados en la Corte, el actor dejó por escrito que no quería que los niños se convirtieran en 'unos malcriados' y dejó toda su fortuna, 26 millones de euros, a Marianne O’Donnell, la madre de sus hijos de la que se había separado