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Aline Griffith, condesa de Romanones, fallecía este lunes 11 de diciembre a los 94 años. Aristócrata por matrimonio, periodista de vocación, modelo de alta costura y espía durante la Segunda Guerra Mundial fue una mujer de gran carisma, con una vida trepidante, que se hizo imprescindible en las grandes citas sociales dentro y fuera de nuestras fronteras. 

 

Alaine siempre destacó, desde muy joven, por su estilo y elegancia. "Hoy en día, no hay moda, ni glamour, ni nada. Yo he vivido lo que era la moda. Ahora eso se ha terminado, comentaba en una entrevista que concedió a la revista ¡HOLA!. De joven se hizo muy popular por su faceta de modelo. Desfiló en las mejores pasarelas de Estados Unidos y de Europa. 

 

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Su don de gentes la llevó a estar siempre rodeada de grandes personalidades. En la imagen, en el centro, flanqueada por Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba y por el galán del cine clásico, Stewart Granger en una charla en la que también aparece Lucía Bosé. Gracias a su trabajo como espía y a su matrimonio, se casó en 1947 con Luis de Figueroa  y Pérez de Guzmán, III conde de Romanones y Grande de España  conoció a los más grandes. Compartió fiestas con los presidentes de Estados Unidos Nixon y Reagan, Grace Kelly, Jacqueline Kennedy o Audrey Hepburn. 

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Una misión del Office of Strategic Service de Estados Unidos, la antesala de lo que hoy es la CIA, la llevó en los años 50 a España. Además de enamorarse de su marido quedó prendada del país y sus costumbres. En la imagen, junto a la duquesa de Alba y Jacqueline Kennedy, las tres con mantilla durante una corrida de toros. De España le gustaba especialmente Marbella por "tener el mejor clima de toda España" donde había encontrado su refugio. 

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Su trabajo de espía la hizo aprender a usar armas de fuego y a conducir vehículos a gran velocidad. En su finca de Trujillo (Cáceres) organizaba jornadas de caza de perdices. Durante años aseguró que llevaba una pistola de nácar "por lo que pudiera pasar". 

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Otra de sus grandes pasiones era montar a caballo. También era una experta bailando sevillanas y tangos. Su altura, su silueta y su porte en general la dotaban de una gran elegancia en cualquier circunstancia con diseños de Pedro Rodríguez o Elio Berhanyer o vestida de flamenca. 

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Aunque sus padres desconocían su trabajo de espía en España sí que le contó a su marido toda la verdad. "Debo decirte que en todo este tiempo he sido espía. No se lo creía", contaba a ¡HOLA!. "Le prometí que de casada no lo haría. Pero a los siete años ¡volvía a hacerlo! ¿Quién podía pensar que una condesa sería espía?. Mi vida siempre ha sido emocionante. Echaba mucho en falta todo eso", nos confesaba. 

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Su colección de joyas era tan espectacular, o más, que su vestidor. En 2011 la casa de subastas Sotheby's celebraba en Ginebra una subasta de alhajas de Aline Griffith en las que destacaban una espectacular tiara de esmeraldas en forma de pera y diamantes y un diamante rosa de 10,99 quilates, engastado sobre un anillo. Las esmeraldas se cree que pertenecieron a Eugenia de Montijo

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La condesa, con el aderezo de rubíes y diamantes, una de sus joyas más especiales y que lucía con gran orgullo. El diseño se convertía en broche y fue diseñado en los años setenta por el orfebre Luis Gil. 

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La condesa estuvo siempre muy unida a su nieta, la pintora e it girl Lulu Figueroa Domecq, que se casó hace algo más de un año con el historiador y antropólogo Adrián Saavedra en Jerez de la Frontera. Aline no fue al enlace porque "hay muchos mosquitos en Jerez en esta época y además para mí es muy difícil ir", contaba a La Otra Crónica. 

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Lulu parece que ha heredado el estilo chic de su abuela, que en su época fue todo un icono de la moda. Soñaba con ser corresponsal de guerra. 

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