El escenario elegido por Lydia Hearst ya lo decía todo, el Castillo Hearst, el palacio que mandó a construir su bisabuelo con vistas al Océano Pacífico, cuyas obras duraron desde 1919 hasta 1947. Un palacio que en Estados Unidos se considera histórico y que trató de representar los distintos estilos arquitectónicos europeos -desde los templos clásicos romanos y griegos, hasta los grandes castillos ingleses, pasando por monumentos de origen árabe o una catedral inspirada en la de Sevilla- que fascinaron al magnate durante sus viajes al viejo continente.