Lucía Villalón con sus hijos, Lucas y Diego© VALERO RIOJA

El coraje de una madre

Lucía Villalón, valiente ante la enfermedad de su bebé: 'Cuando he tenido que llorar, lo he hecho y lo sigo haciendo'

Posa por primera vez con sus dos hijos, con motivo del Día de la Madre, y nos da su testimonio de entereza y fuerza ante los problemas de salud de los pequeños


30 de abril de 2025 - 6:31 CEST

Lucía Villalón no pierde de vista a sus hijos, Diego y Lucas, de casi tres años y siete meses, respectivamente. Ambos ríen cada vez que su madre los mira de frente y les hace cualquier carantoña. Parecen estar en el séptimo cielo de la felicidad, y lo están, solo que la vida les dio a la periodista deportiva y a su marido, el futbolista Gonzalo Melero, un bofetón del derecho y otro del revés. A pesar de la tormenta, siguen en pie, unidos y cómplices, enfrentando los problemas de salud de sus hijos. Ni Lucía ni Gonzalo se permiten tomar el tren de la desesperanza. A los pocos días de nacer Diego, su hijo mayor, le diagnosticaron gastrosquisis, una malformación de la pared abdominal. De recién nacido, tuvo que pasar por el quirófano. Por fortuna, todo salió bien. Poco después, Gonzalo y Lucía anunciaban emocionados que estaban esperando su segundo hijo. Aunque en su fuero interno se decían que ya nada podía salir mal, el sexto sentido hizo que Lucía pasara un embarazo entre temores, que se vieron confirmados con un diagnóstico médico prenatal: el bebé presentaba un riñón multiquístico y un ureterocele. No quedaba más remedio que seguir luchando juntos. Con el mensaje "otro superhéroe de los nuestros en el mundo", la atractiva periodista dio la bienvenida a Lucas. 

Para ti que te gusta

Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!

Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.

Este contenido es solo para suscriptores.

Suscríbete ahora para seguir leyendo.

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

"Lucas es para comérselo, es muy gracioso. Le miro y pienso cómo es posible que no esté cien por cien bien"

—Lucía, antes de nada, ¿qué tal está Lucas? Tuviste que llevarlo a urgencias hace tan solo unos días…

—Sí, porque existe la posibilidad de que se trate de una infección de orina y cada vez que tiene fiebre hay que ir a urgencias para descartarlo, ya que eso le podría afectar al riñón. Y tiene fiebre cada dos por tres, porque es algo muy común en los bebés y, además, Diego está en la guardería y le pega todo. Era simplemente un catarro, pero no me voy a arriesgar a que se pueda complicar ni lo más mínimo.

—Más tranquila entonces, aunque entiendo que, como madre, debes vivir en un continuo estado de alerta.

—Estar en estado de alerta permanente desde el momento en que te quedas embarazada, pero, evidentemente, teniendo en cuenta los problemitas que tenemos, siempre estoy preocupada.

Lucía Villalón con sus hijos Lucas y Diego© VALERO RIOJA
"Somos una familia muy feliz y unida. No cambio lo que tengo por nada. Me encantaría que mis hijos no hubiesen tenido problemas o que Lucas no vaya a sufrir en un futuro, evidentemente, pero tengo dos niños maravillosos que me dan la vida y a los que no puedo querer más", nos dice Lucía Villalón, que posa con sus hijos, Diego, de casi tres años, y Lucas, de siete meses

—¿Cómo gestionas esos momentos de incertidumbre?

—Soy una persona que necesita tener todo bajo control. En la vida es imposible, y con niños, menos. Desde que nos dijeron, durante el embarazo, que el niño venía con problemas de riñón, lo peor para mí ha sido la incertidumbre. 

—Ahora mismo, ¿cómo está Lucas y qué pasos debéis seguir? 

—El niño tiene una enfermedad muy grave, tiene insuficiencia renal crónica. Un riñón no le funciona absolutamente nada y hace poco me dijeron que el otro está al 48 o 50 por ciento de su funcionamiento. Tiene la creatinina alta y pérdida de proteínas, pero para lo que necesita ahora mismo, poco a poco, está bien. Aunque debemos estar muy pendientes y controlarlo permanentemente, porque las cosas se pueden torcer y los síntomas no se manifiestan de manera evidente.

En la última revisión

—¿Qué os han comentado los médicos sobre su evolución?

—Que al llegar a la pubertad empieza a haber más problemas, porque comienzan los cambios hormonales y el cuerpo demanda más trabajo a los riñones, aunque los dos primeros años de vida son muy importantes. Por eso tiene controles muy periódicos. A medida que se complique, tendríamos que plantear la posibilidad de diálisis y de trasplan­te.  

—¿Pero ya os han dicho seguro que tendrá que ser así?

—Como tienen que estar muy pendientes de la evolución, tampoco te dicen con exactitud cuáles son los pasos a seguir, no se quieren adelantar a los acontecimientos. En la última revisión, hace un par de semanas, yo, que soy muy controladora y necesito información, igual que me pasó con Diego en su momento, hablé con la nefróloga y le dije: "No quiero que me hables de mi hijo en concreto, vamos a poner un ejemplo general: ¿cuántos niños con el problema de mi hijo has trasplantado?”".

© VALERO RIOJA

"Perdimos un bebé en el tercer mes de embarazo; después, vino Diego con la gastrosquisis, y ahora, Lucas con sus problemas de riñón. Yo pensaba: “Soy yo, hago algo mal”"

—Pero si los médicos no te habían adelantado nada, ¿qué te llevó a preguntar tan directamente?

—Desde que compartí la situación de Lucas en redes sociales, han contactado conmigo muchísimas personas tanto trasplantadas de riñón como padres con hijos con el mismo problema y me di cuenta de que todos me decían que en algún momento los habían trasplantado. Tenía la mosca detrás de la oreja y por eso se lo pregunté a la doctora. Mi marido es muy diferente a mí en ese aspecto. Él dice que va día a día y que no quiere preocupaciones hasta que lleguen de verdad. Yo soy todo lo contrario. Aprovecho para dar las gracias al hospital La Paz, porque no puede ser más maravilloso y la gente que trabaja ahí no puede ser más espectacular.  

—¿Y cuál fue la respuesta?

—Me contestó: "Lucía, cien por cien". Casi me muero. No sé, al final tienes como la esperanza… y una vida con un trasplante no es una vida normal. Y lo que quieres para tus hijos es que tengan una vida lo más normal posible y sin problemas. 

—No me extraña que se te cayera el mundo encima. 

—Sí, se me cayó el mundo encima, miraba a Lucas y pensaba: "Hasta que te trasplanten, tendrás que hacer diálisis. Es una maravilla que exista, porque puedes vivir hasta que encuentren un riñón para ti, pero es una vida muy sacrificada". Y más adelante, la vida de una persona trasplantada es muy complicada: estás medicado de por vida y no te colocan en riñón en su sitio original, donde están muy protegidos, sino delante y en una zona mucho más expuesta a que se pueda dañar… A los 15 años, aproximadamente, hay que volver a trasplantar a la persona y hay un riesgo de rechazo muy alto… Aunque existe diálisis, no te mueres mientras esperas un órgano. No sé, al final, tratas de ver los lados positivos de esta situación. Podría haber sido peor, efectivamente. 

"Un riñón no le funciona y hace poco me dijeron que el otro está al 48 o 50 por ciento. En la última revisión, le pregunté a la nefróloga: “¿Cuántos niños con su problema has trasplantado?”. Y me respondió: “Cien por cien”. Se me cayó el mundo encima"

—¿Cómo se lo tomó tu marido, Gonzalo?

—Mi marido y yo gestionamos las cosas de una manera muy diferente, tenemos un carácter muy distinto. Doy gracias a Dios por ello, porque nos viene a los dos genial, sobre todo a mí. Gonzalo no pudo venir al médico, con el fútbol está muy atado, pero, cuando me puse a contarle todo, en mitad de la conversación me dijo que parara, que no quería saber absolutamente nada más. "Lucía, a ti te viene bien tener la información, a mí no —me dijo—. Yo veo a mi niño y está bien. Sé que se pueden complicar las cosas, bueno, pues cuando sea así lo gestionaré de otra manera. A mí todo esto solo me provoca estar peor". Y tiene toda la razón. Pasó lo mismo con Diego. Nos informamos de todo, pero yo me hice un máster en sistema digestivo y en gastrosquisis. Sin embargo, Gonzalo dijo: "No quiero ver ni una foto más en internet".

—Evidentemente, no se sabe lo que va a ocurrir. ¿Podría suceder, no sé si llamarlo un milagro, y que las cosas fueran bien y no tuviera que terminar en un trasplante?

—Efectivamente. Con Diego nos pasó. Nos contaron que, cuando los intestinos están expuestos al líquido amniótico, se dañan muchísimo. Existía la posibilidad de que el mismo hueco por donde salían no creciera con el cuerpo, se quedara pequeño y los estrangulara hasta necrosarse… Había un montón de posibilidades tremendas. Y, sin embargo, en nuestro caso fue fenomenal. Fuimos a una nutricionista fantástica que se llama Itziar González, hice una dieta antiinflamatoria y los intestinos de Diego estaban perfectos al nacer y la operación salió increíble. Íbamos a estar dos meses y medio en la UCI y en el hospital ingresados y al final fueron 17 o 18 días. Fue milagroso. 

—Y ahora Diego va camino de los tres años, ¿qué tal está?

—Pasó lo que pasó, pero le operaron y el niño no ha vuelto a tener ningún problema. Tiene revisión dentro de 15 días también, pero no tuvo ninguna secuela ni ha tenido ningún problema. Como todo fue tan bien con Diego, nos ha hecho relajarnos un poco, por decirlo así, y afrontar el tema de Lucas de otra manera. 

© VALERO RIOJA
"No me considero madre coraje, porque no creo que esté haciendo nada extraordinario… Cualquier madre o padre daría la vida por sus hijos y se desviviría por ellos, igual que estoy haciendo yo", asegura la periodista deportiva, casada con el futbolista Gonzalo Melero

"Diego pasó lo que pasó, pero le operaron y no ha vuelto a tener ningún problema. Como todo fue tan bien con Diego, nos ha hecho relajarnos un poco y afrontar el tema de Lucas de otra manera"

"Soy yo, hago algo mal"

—Pero con todo lo que vivisteis con Diego, el shock inicial de la noticia de que Lucas tenía problemas renales debió ser tremendo. ¿Cómo pudisteis asumir esa noticia?

—Nosotros perdimos un bebé en el tercer mes de embarazo; después, vino Diego con la gastrosquisis, y ahora, Lucas con sus problemas de riñón, entonces, estábamos muy afectados. Yo pensaba: "Soy yo, hago algo mal", y le decía mi ginecóloga que podía tener estrés, ansiedad, algo genético… Nos hemos hecho muchas pruebas, la última nos la hicieron a todos, y nos han dicho que no hay absolutamente nada genético y que no tiene nada que ver con Gonzalo ni conmigo ni con que seamos incompatibles. 

—Habiendo vivido lo que vivisteis con Diego, irías con miedo a las revisiones. 

—Era evidente que el segundo embarazo no iba a ser tranquilo. Todo el mundo me decía que lo disfrutara, y para mí era imposible. Como vivíamos con ese miedo de lo que nos había sucedido, íbamos al médico pensando: "A ver cuándo nos pega el guantazo". Él nos decía: "Que no os va a pasar nada, es imposible, ya habéis llenado el cupo de problemas", y, de repente, cuando detectaron el riñón multiquísitico de Lucas, su frase fue: "Lucía, no sé qué decirte, porque me parece algo increíble". 

—Dices que llegaste a pensar que hacías algo mal... 

—Sí. Tratas de buscar explicaciones: qué ha podido pasar, qué he podido hacer mal, qué me pasa... 

—¿Operaron a Lucas recién nacido, como a su hermano, Diego?

—Sí, a los 20 días. Además del riñón multiquístico, Lucas tenía un uretrocele, un problema de los uréteres cuando se conectan con la vejiga. La operación fue para corregir eso y parece que ha ido bastante bien. 

© VALERO RIOJA

—Es un bebé precioso, muy sonriente y muy fuerte, ¡si ya se sostiene de pie con siete meses!

—Es para comérselo. Yo estoy enamorada. Tiene un aire a Diego, aunque todo el mundo se parte de la risa porque, en realidad, rubio y con los ojos azules, parece hijo de mi hermana María. De hecho, él se parece a sus primos. Es muy gracioso. Le miro y pienso cómo es posible que no esté cien por cien bien. 

—Has pasado muchas pruebas de salud, tú misma lo has vivido cuando tuviste los neumotórax. ¿Cómo han cambiado tu perspectiva de la vida todas estas circunstancias?

—Para empezar, daría todo lo que tengo por que lo que les ha pasado a mis hijos me hubiese pasado a mí y no a ellos. Da una pena horrible vivirlo como madre o padre y no poder hacer nada. Y, por otro lado, no nos damos cuenta de lo que es una madre hasta que lo somos. No sabemos valorarlo. Yo me di cuenta cuando me puse enferma y vi a mi madre remover Roma con Santiago para ayudarme. Agradezco infinitamente a mi madre cada minuto de su vida que ha dado por nosotros. 

—Ahora que hablamos de madres, vuestras familias estarán siendo una gran ayuda para vosotros. 

—Sí, han sido increíbles. Mi madre sufre por partida doble, por sus nietos y por su hija, porque me ha visto hundidísima. Mis padres son un apoyo, mis hermanos, mis cuñados, primos, amigos y mis suegros están para todo… Son maravillosos. Cuando veo a mis hijos con mis padres o con mis suegros, me parece lo más maravilloso de este mundo. Los abuelos deberían ser eternos. 

"Gonzalo es mi zona segura"

—Contabas que Gonzalo y tú tenéis dos maneras muy diferentes de afrontar las cosas, ¿cómo os apoyáis mutuamente?

La figura del padre es absolutamente fundamental, igual que agradezco a mi madre, también a mi padre, por supuesto. Gonzalo se desvive por los niños, por la familia, y es un auténtico padrazo. Para mí, tener al lado a una persona con el carácter y la personalidad de Gonzalo es como si me hubiera tocado la lotería. Soy muy visceral, bastante dramática, todo me afecta muchísimo, estoy preocupada por absolutamente todo 24 horas. Él es mucho más tranquilo, más calmado, gestiona todo con más frialdad en ese aspecto y nos complementamos fenomenal. Viviendo estas circunstancias que nos han tocado, para mí, Gonzalo es mi zona segura. Para mí, es una bendición de Dios. 

—¿Has aprendido a combatir el miedo o es algo incontrolable y te asaltan nuevos cada día?

—Con los niños, al final, tienes miedo de todo, es inevitable. Pero no había experimentado el miedo propio y, va a sonar muy tétrico, pero ahora tengo miedo a mi muerte. Me da miedo faltarles a mis hijos. 

—¿Te permites momentos de vulnerabilidad? 

—Sí, me los permito porque lo necesito. Hay momentos en los que me digo a mí misma: "Tienes que ser fuerte, contrólate, gestiona esto como puedas y tira para adelante porque no queda otra". Tampoco estoy haciendo nada extraordinario, sino lo que haría cualquier madre o padre del mundo por sus hijos. Pero cuando me he tenido que derrumbar, me he derrumbado; cuando he tenido que llorar como una magdalena, lo he hecho y lo sigo haciendo. Intento que no me vean los niños, delante de ellos no te puedes permitir ni un segundo de flaqueza, pero claro que lo hay. Me voy a mi habitación y lloro lo que tenga que llorar. Creo que es muy sano desahogarse. 

—¿Te has sentido a veces sobrepasada por la situación?

—Sí, sin ninguna duda. Algunos días, Gonzalo se llevaba a Diego al parque y me quedaba sola con Lucas, le miraba y me ponía a llorar desesperada. Necesitas tiempo para asimilar y gestionar todo, nadie tiene un problema y lo soluciona como por arte de magia. Me considero una persona fuerte, pero también soy vulnerable y tengo mis momentos. 

"Tener al lado a una persona con el carácter de Gonzalo es como si me hubiera tocado la lotería. Él es mucho más tranquilo, más calmado y, en estas circunstancias que nos han tocado, para mí es mi zona segura"

—¿Qué te da fuerzas cada mañana? 

—Me levanto con muchas ganas de verlos. Llega Diego, se mete en nuestra cama. También está 'Paco', nuestro perro. Cojo a Lucas, me meto a la cama y al rato veo a Diego abrazándolo. Eso me encanta. 

—Porque hay dificultades, pero también muchos momentos familiares felices…  

—Por supuesto. Ahora hablamos de los problemas que estamos teniendo, pero somos una familia muy feliz y unida. No cambio lo que tengo por nada; me encantaría que mis hijos no hubiesen tenido problemas o que Lucas no vaya a sufrir en un futuro, evidentemente, pero tengo dos niños maravillosos que me dan la vida y a los que no puedo querer más. ¿Tenemos problemas? Sí, pero que podrían ser mucho peor, también. Damos gracias a Dios todos los días por lo que tenemos. 

—¿Diego es un buen hermanito mayor?

—Sí, es precioso ver el amor que le tiene a Lucas… Le da unos abrazos… Lo quiere muchísimo. Aquí el más celoso es nuestro perro «Paco», el primero que llegó a casa. Cuando Gonzalo y yo éramos novios y nos besábamos nos ladraba (ríe). 

"El sueño de mi vida era ser madre"

—Si pudieras hablarle a la Lucía de hace unos años, ¿qué le dirías sobre lo que estaba por venir?

—Yo creo que es mejor no decirle nada a la Lucía de hace unos años —ríe—. La conclusión es que somos muy felices. El sueño de mi vida era ser madre, tener una familia, un marido y unos niños como los que tengo. No me puedo quejar. 

—De todas formas, esto que se habla de madre coraje es real. 

—Todas somos madre coraje, igual que todos los padres son padres coraje. Una vez que tienes hijos, te cambia la vida. No me considero madre coraje porque no creo que esté haciendo nada extraordinario. Cualquier madre o padre daría la vida por sus hijos y se desviviría por ellos, igual que estoy haciendo yo. 

—¿Cuál ha sido o está siendo para ti la gran enseñanza de la maternidad? ¿Qué has aprendido como madre?

—A relativizar, pensar en qué es lo realmente primordial en la vida, a valorar y dedicar tiempo a las personas y las cosas que verdaderamente importan. Es cierto que esto también lo da la madurez, no solo la maternidad… A la Lucía de hace unos años le diría eso, que espabile y se centre en las cosas y las personas que realmente son importantes.

© VALERO RIOJA
"Rezamos todos los días para que sucedan cosas maravillosas, que seguro pasarán. Gracias a Dios, vivimos en un país referente a nivel mundial en temas de trasplantes y estamos en unas manos increíbles. No nos queda otra cosa que ser positivos", dice Lucía, que posa con sus hijos en el 'resort' Macenas, de Mojácar

"Hay momentos en los que me digo: “Tienes que ser fuerte, contrólate y tira para adelante”. Tampoco estoy haciendo nada extraordinario. Pero cuando me he tenido que derrumbar, me he derrumbado; cuando he tenido que llorar, lo he hecho y lo sigo haciendo"

—Imagino que en los próximos meses, Lucas, si las cosas siguen yendo bien, continuará su rutina. ¿Tiene alguna medicación? 

—Tiene antibiótico permanentemente para intentar evitar las infecciones de orina, que se lo van cambiando cada cierto tiempo. Ahora estamos empezando a darle comida sólida. Para el riñón, la alimentación es importantísima. Más adelante, tendremos que llevar una dieta adecuada.

—Has llorado mucho... Con los días, ¿has conseguido de alguna manera ir asimilando lo que te han dicho? 

—Llevo un par de semanas más tranquila. Es verdad que me llevé un bofetón bastante serio cuando hablé con los médicos de manera más real y directa, pero bueno, conseguí la información que quería y ahora dices: "Venga, acéptalo, gestiónalo como quieras o como puedas y empieza a funcionar, a vivir con ello y a normalizarlo poco a poco, a hacer que no sea algo extraordinario", porque este es nuestro día a día y ya está. 

—¿Y eso fue cuando compartiste el vídeo con tus seguidores contando qué ocurría?

—Subí el vídeo y a la semana, más o menos, durante la revisión médica, me enteré. Me derrumbé, pero hablando con gente, con mi marido, con nuestras familias, viendo a los niños que están bien… poco a poco aprendes a sobrellevarlo. Y con ayuda psicológica, por supuesto; la salud mental me parece fundamental y hablar con mi psicóloga me ha servido de mucho.

Ayudar a otros

—La medicina avanza a pasos agigantados, nunca se sabe. Hay que ir día a día. 

—Efectivamente, y rezamos todos los días para que sucedan cosas maravillosas, que seguro pasarán. Gracias a Dios, vivimos en un país referente a nivel mundial en temas de trasplantes y estamos en unas manos increíbles. No nos queda otra cosa que ser positivos al final. 

—Decidiste compartir tus sentimientos y expe­riencia en redes. 

—Me gusta pensar que he podido ayudar a otros con lo que nosotros hemos pasado y, por otro lado, también está la parte que repercute en mí. Me viene muy bien hablar las cosas y dar normalidad a mi situación. 

© VALERO RIOJA
"La maternidad me ha enseñado a relativizar, pensar en qué es lo realmente primordial en la vida, a valorar y dedicar tiempo a las personas y las cosas que verdaderamente importan", asegura Lucía

"Tener al lado a una persona con el carácter de Gonzalo es como si me hubiera tocado la lotería. Él es mucho más tranquilo, más calmado y, en estas circunstancias que nos han tocado, para mí es mi zona segura"

—A pesar de todas las preocupaciones, siempre has sido una persona muy positiva. ¿Cómo logras mantener el equilibrio entre tu vida personal y la laboral?

—Estoy con un permiso un par de meses, precisamente, porque, al final, ha sido muy duro y hay que tener mil ojos con Lucas. Gracias a Dios, tengo un trabajo estupendo, con un jefe y unos compañeros maravillosos que entienden mi situación y me han apoyado muchísimo en Movistar. Está acabando ahora la temporada de fútbol, pero para la siguiente estaré ya a tope. 

—¿Cuáles son los mayores sueños que tienes para tus niños?

—Para mis niños, evidentemente, quiero que tengan salud y que sean lo más felices posible, y ese es mi trabajo y mi principal objetivo en la vida: hacer que mis hijos sean felices. 

© @lucia_villalon
© @lucia_villalon

TEXTO

Marta Gordillo


FOTOS

Valero Rioja


ESTILISMO

Cristina Reyes


PRODUCCIÓN

Marieta Torres

AGRADECIMIENTOS

 MACENAS

LOOK 1

 LUCÍA: VESTIDO: JUAN AVELLANEDA PARA SEEIOU 

LOOK 2

VESTIDO: IQ COLLECTION / EN AMBAS: JOYAS: PERODRI / RELOJ: TAG HEUER / NIÑOS: COCONUT EL CORTE INGLÉS

LOOK 3

LUCÍA: PHILIPPA1970 /JOYAS: PERODRI / RELOJ: TAG HEUER / NIÑOS: COCONUT EL CORTE INGLÉS

LOOK 4

 VESTIDO: ZARA / PENDIENTES ARISTOCRAZY 

PELUQUERÍA

EVA ESCOLANO

© ¡HOLA! Prohibida la reproducción total o parcial de este reportaje y sus fotografías, aun citando su procedencia.