Comienza una nueva era en la Ciudad del Vaticano y la cuenta atrás para la celebración del cónclave ya es un hecho, aunque aún no se ha confirmado la fecha. Casi una semana después del fallecimiento del Papa Francisco, todo está en marcha para la elección de su sucesor y todas las miradas están puestas en la Capilla Sixtina, situada en los Museos Vaticanos y conocida por los impresionantes frescos en el techo, obra de Miguel Ángel. Desde la chimenea saldrá la fumata blanca que anuncia el esperado 'Habemus Papam'.
La expectación está servida y la celebración del cónclave es uno de los rituales religiosos que más curiosidad despierta en todo el mundo. Ahora y gracias al propio testimonio de Jorge Bergoglio hemos podido conocer los entresijos de este proceso. El Papa Francisco ha dejado no solo un gran vacío en la Iglesia católica, sino también un gran legado. Consecuencia de ello, en enero se publicaba Esperanza. La autobiografía: Memorias del papa Francisco, las primeras memorias de un Papa en la historia. En su obra, escrita de una manera asombrosamente natural, cercana y generosa, fiel a su personalidad, relata desde sus anécdotas más familiares y desconocidas a su trayectoria en el servicio religioso.
LA ANTESALA DE CÓNCLAVE
Tras la muerte del Pontífice y la llegada de todos los cardenales a la Ciudad del Vaticano se celebran las congregaciones generales. Estos encuentros son unas reuniones preparatorias del colegio de cardenales a la que acuden todos, incluidos los mayores de 80 años que no participan en la votación para elegir un nuevo Papa. El objetivo de estas sesiones es que el cónclave se desarrolle de manera ordenada y bajo las normas de la Iglesia Católica.
Durante el transcurso de estas reuniones, de carácter más informal, pero de gran trascendencia, se debate sobre las cualidades que debe tener el Santo Padre y los retos a los que se enfrentará en su nueva etapa. Algunos cardenales tienen la oportunidad de pronunciar discursos sobre los temas clave. En abril de 2013, el entonces cardenal Bergoglio tomó la palabra en la penúltima congregación general con un discurso "breve, improvisado. De cuatro o cinco minutos" que suscitó gran interés entre el resto de los asistentes, alzándose, sin él saberlo, como uno de los candidatos favoritos como sucesor de Benedicto XVI.
NORMAS
Durante estas semanas, todos los religiosos se alojan en la Casa de Santa Marta, la residencia que ha sido el hogar del fallecido Pontífice durante sus 12 años de papado y todos los cardenales se someten a un rígido sistema de control para asegurar la privacidad. El Papa Francisco ha sido el primero en detallar algunos de los aspectos más férreros. "En la entrada de Santa Marta, los cardenales esperan en fila a que comprueben y revisen sus bolsas, donde no puede haber móviles, portátiles ni ningún otro aparato. Tampoco periódicos. Durante todo el cónclave se impone el secreto más absoluto. Las ventanas se cierran, las señales de móviles se apagan", cuenta en su obra.
COMIENZA EL CÓNCLAVE
Aunque ahora mismo la fecha está sin confirmar, se espera que el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco sea entre el 5 y el 10 de mayo.
El primer día se celebra a las diez de la mañana en San Pedro la misa pro eligendo Romano Pontífice. El cardenal Giovanni Battista Re, actual decano del Colegio Cardenalicio, es el encargado de pronunciar la homilía y tendrá la tarea de ofrecer a los cardenales electores una reflexión final antes del cónclave, donde expondrá su visión sobre el estado actual de la Iglesia y el perfil que, a su juicio, debería tener el próximo Papa. Por la tarde, tiene lugar una procesión desde la capilla Paulina a la Sixtina -situadas en los Museos Vaticanos- para el juramento solemne. Después, comienza la primera votación.
Así relataba el propio Papa argentino cómo vivió este primer encuentro: "El cónclave llegó a su primera votación, que en rigor es más o menos un escrutinio "de cortesía". Uno vota por un amigo, por una persona a la que aprecia... Empieza un mecanismo bastante conocido y consolidado: cuando hay varios candidatos fuertes, quien todavía está indeciso, como lo estaba yo, da su voto a quien sabe que no va a salir. Son sustancialmente votos "en depósito", que esperan que la situación se desarrolle y se despliegue con más claridad".
RECUENTO DE VOTOS
Junto a la fumata, otro de los procesos que también genera mucha curiosidad es la votación en sí. Cabe destacar que es secreta, ya que durante las congregaciones generales todos los asistentes juran privacidad. Pues bien, como ya hemos citado, todos los cardenales menores de 80 años tienen derecho a voto y, por lo tanto, también a ser candidatos. En esta ocasión, serán 133 los cardenales que entrarán a la Capilla Sixtina. Así, el próximo Papa necesitará 89 votos para conseguir los dos tercios necesarios para ser proclamado Pontífice. Francisco confesaba en su autobiografía que no es un proceso ligero, incluso llega a tildarlo de aburrido.
¿Quiénes son los escrutadores?
Son tres en total y se escogen por sorteo entre los electores. Tendrán un papel fundamental.
¿Cuánto duran las votaciones?
El proceso se puede alargar, teniendo lugar dos votaciones por la mañana y dos por la tarde. Los cardenales disponen de un tiempo intermedio para comer y descansar.
¿Cómo se vota?
Para describir el ritual que siguen, hacemos referencia a las propias palabras del Santo Padre que acaba de fallecer: "Los conclavistas dejan su mesa para ir a votar. Arrodillados ante el altar, cada uno declaraba que su voto lo daba a "aquel que, según Dios" consideraba, debía ser el elegido. Luego se incorporaba, ponía su ficha doblada en el plato de plata que hay sobre el altar, la introducía en la urna y regresaba a su sitio".
¿En qué consiste el recuento?
"El escrutador comienza a leer los nombres, diciendo cada uno de ellos en voz alta. Para seguir el resultado de las votaciones recibes una hoja donde anotas los números, con los nombres de todos los cardenales, un documento que al final debes devolver. Tanto si está en blanco o anotado, se quema, y es con el humo de esas hojas y las fichas con los que se hace la fumata", recuerda el papa Francisco en su autobiografía.
SIGUIENTES RITUALES
Curiosamente, en el año 2013, el cardenal Re, responsable de oficiar la misa funeral del Santo Padre este sábado, fue el encargado de las decisiones más importantes de Francisco. El nuevo líder de la Iglesia Católica y nuevo jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano tiene que responder, antes de nada, a dos preguntas transcendentales y que marcaran una etapa: la primera, si acepta la elección canónica a Sumo Pontífice y, a la segunda, cómo se querrá llamar durante su papado. En esta ocasión, como Re tiene 91 años, será Pietro Parolin, secretario de Estado, quien asuma la dirección del proceso. Inmediatamente y después de resolver estas cuestiones, se anuncia el esperado 'Habemus papam' con la fumata blanca.
Mientras crece la expectación en todo el mundo y, sobre todo, más aún entre los presentes en la plaza de San Pedro esperando a que se anuncie quién es el elegido, en el interior se dan otra serie de rituales más desconocidos. Antes de nada, tiene lugar la vestición en la sacristía, a la que familiarmente los religiosos llaman 'la habitación de las lágrimas'. Cada gesto está marcado en el protocolo, pero también el atuendo, aunque fue Francisco el primero en romper con los cánones, saltándose las normas hasta ahora establecidas. "Tenía en un dedo el anillo de cardenal y me lo quité, pero en el bolsillo guardaba el anillo de la ordenación episcopal, así que me lo puse. Querían darme y otro dije que no. Me propusieron una cruz hermosa, de oro, y dije: tengo la de alpaca, la llevo desde hace veinte años", ha desvelado, señalando que también rechazó la muceta de terciopelo y el roquete de lino.
Una vez ya preparado, todos los cardenales saludan al nuevo representante de la Iglesia Católica y jefe de Estado del Vaticano, tras el besamanos, rezan todos juntos. Y, finalmente, llega el momento que todo el mundo espera y recuerda, la bendición del pueblo de Dios en el balcón de San Pedro, una mítica imagen que no solo pasará a la historia, sino que marcará un antes y un después en el Vaticano y en el mundo. Es, por tanto, el comienzo de una nueva época con el Papa número 267 al frente.