El mundo se une en un profundo silencio para despedir a Su Santidad, el Papa Francisco. En una ceremonia cargada de simbolismo y solemnidad, miles de fieles y líderes de todo el mundo despiden al sumo pontífice, un hombre cuya humildad y compasión ha dejado una huella imborrable en la historia de la cristiandad, en un solemne e histórico funeral en la Plaza de San Pedro del Vaticano.
Todos los caminos conducen a Roma, una frase que toma vida hoy más vida que nunca en las calles de la Ciudad Eterna. La multitud se reúne en la plaza de San Pedro del Vaticano y sus inmediaciones. Desde las 06:30 de la mañana, cientos de miles de fieles venidos de todas las partes del mundo trataron de acceder a San Pedro con el fin de dar su último adiós a Su Santidad. Son millones de fieles los que hoy le lloran, de todas las ideologías, razas y religiones. De todos ellos, tan solo 200.000 han conseguido acceder a la zona acordonada tras superar un control rutinario de seguridad para seguir las exequias del Papa Francisco desde el exterior de la basílica.
Cerca de 200 mandatarios, Casas Reales de todo el mundo, jefes de Estado y de Gobierno se han congregado para despedir con toda la solemnidad al Pontífice, en el mismo lugar en el que fue visto por última vez un día antes de su muerte. Allí dio su última bendición antes de morir y solo entonces descansó en paz, no sin antes dar las gracias a su enfermero por “haberle traído de vuelta a la plaza”, un lugar desde el que hoy el mundo le despide con todos los honores y agradeciéndole el mensaje de esperanza y unidad que promovió a lo largo de su vida.
Ocho minutos después de las 10 de la mañana, una vez que el féretro de madera de Francisco llegó a la plaza desde el interior de la Basílica de San Pedro, ha dado comienzo la liturgia del funeral de Francisco, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio de Cardenales, consejo de alta jerarquía eclesiástica que en las próximas semanas nombrará un nuevo Papa. La ceremonia celebrada al aire libre, en la que concelebran cardenales y patriarcas, vestidos de rojo con la mitra de damasco blanco, mientras que los arzobispos y obispos, con el amito, cíngulo y mitra blanca sencilla, ha seguido los ritos establecidos en el “Ordo Exsequiarum Romani Pontificis”. Este libro litúrgico, que detalla los procedimientos para funerales papales, fue publicado en 2000, pero revisado por Francisco el año pasado. Aunque Francisco buscó “simplificar y adaptar” la ceremonia, para que su despedida fuese la “de un pastor y discípulo de Cristo, y no de una persona poderosa en este mundo”, el oficio religioso, aunque marcado por la sencillez que él promovió, no ha estado exento de la majestuosidad y el esplendor de una despedida propia de la máxima dignidad de la Iglesia Católica.
Como dicta el protocolo. En el centro, se ha colocado el féretro -un ataúd simple, de madera, con la cruz y el escudo papal, en lugar de los tradicionales tres féretros de ciprés, plomo y roble, y sobre el féretro el libro del Evangelio abierto-. A un lado, los cardenales, obispos y el clero. Al otro lado, los mandatarios y líderes mundiales. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el presidente de Argentina, Javier Milei, en representación a las dos naciones del Papa. Argentino de nacimiento y residente en Roma al ser elegido sumo pontífice. También algunos de los representantes de Casas Reales. Después de presentar sus respetos ante la tumba del Papa Francisco, los reyes Felipe y Letizia se han situado en la misma fila que el matrimonio Trump, según el protocolo diplomático seguido por orden alfabético. Entre otros monarcas, acudieron los reyes Felipe y Matilde de Bélgica, Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, Rania y Abdalá de Jordania , los Grandes Duques de Luxemburgo, Alberto y Charlene de Mónaco, la reina Mary de Dinamarca, que acudió sola por el viaje de su marido Federico a Japón, los príncipes Haakon y Mette-Marit de Noruega y el príncipe Guillermo, heredero al trono de la Casa Real Británica.
Entre los jefes y mandatarios de Estado, destacó el presidente Donald Trump, junto a su mujer Melania, su homólogo en Francia, Emmanuel Macron, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa. En el caso de España, el presidente Pedro Sánchez no ha acudido, pero sí lo han hecho en su representación las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, junto con el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y por su parte, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo.
El solemne funeral ha dado comienzo bajo las notas gregorianas del Requiem aeternam y la frase: "Concédele Señor el descanso eterno y brille sobre él la luz eterna". A continuación, tras el acto penitencial y el kyrie, canto gregoriano de Señor ten piedad, el cardenal recitó esta oración: "Dios, eterno pastor de almas, vuelve tu mirada sobre el pueblo que te suplica y concede a tu siervo, el Papa Francisco, que ha presidido tu Iglesia en la caridad, que comparta con el rebaño que le ha sido confiado la recompensa prometida a los fieles del Evangelio".
Una homilía que despertó muchos aplausos
La liturgia de la palabra dio inicio con la lectura, en inglés, de un pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hch. 10, 34-43), donde San Pedro resume la vida, predicación, Pasión y Resurrección de Cristo, diciendo: 'De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados'. A continuación, se ha entonado el Salmo 22: 'El Señor es mi pastor, nada me falta' y se han leído en español —lengua materna del Pontífice—, unos versículos de la Carta de San Pablo a los Filipenses (Fil. 3,20 - 4,1), en los que el apóstol explica cómo los creyentes son “ciudadanos del cielo” que aguardan a Jesucristo para la resurrección. El Evangelio, cantado en latín por el diácono Francesco Melone, ha correspondido al capítulo 21 del Evangelio según San Juan.
Durante la homilía, el cardenal decano Giovanni Battista Re ha pronuniado unas palabras, cargadas de amor y de admiración hacie el Santo Padre con las que arrancó los aplausos de la multitud. En ellas subrayó cómo "a pesar de su fragilidad y sufrimiento final, Papa Francisco quiso recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal y lo hizo con fuerza y serenidad". Siguió el ejemplo del "buen Pastor, que amó a sus ovejas hasta dar la vida por ellas". Y cotinuó haciendo la semblaza de Francisco, "un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos". Subrayó "su calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales". Destacó que el día 13 de marzo de 2013 cuando el cardenal Bergoglio fue elegido por cónclave tomó el nombre Francisco porque quiso proyectar su pontificado el espíritu de San Francisco de Asís, el santo de los pobres. Tambiénse reordaron los 47 viajes apostólicos realizados por el Papa en sus 12 años de Pontificado, en especial el primero que hizo a Lampedusa, símbolo del drama de la inmigración, así como el viaje a Lesbos y la misa que celebró en la frontera de México y Estados Unidos. Y también su viaje a Irán, un bálsamo sobre las heridas de la población iraquí, que tanto había sufrido por la obra inhumana del ISIS.
"Ante el desenfreno de las numerosas guerras de estos años, con horrores inhumanos y con innumerables muertes y destrucciones", ha señalado cómo "el Papa Francisco alzó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la razonabilidad, a negociaciones honestas para encontrar posibles soluciones". "La guerra es solo muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de lo que era: siempre es una derrota dolorosa y trágica para todos", añadió el cardenal entre aplausos, mientras recordaba aquellas palabras del tan reiteradas por el pontífice de "construir puentes y no muros".
Por último, quiso recordar las palabras con las que solía despedirse Francisco: "No se olviden de rezar por mí'. Ahora querido papa Francisco te pedimos que reces por nosotros, y desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas la tierra, bendigas Roma, bendigas el mundo entero, como hiciste en un último abrazo con todo el pueblo de Dios, pero también con la humanidad, que busca la verdad, un corazón sincero y mantiene en alto la esperanza", concluyó.
Tras la homilía, la oración de los fieles se ha realizado en seis idiomas: francés, árabe, portugués, polaco, alemán y chino, y se ha rezado "por el difunto Papa Francisco, para que el Príncipe de los Pastores, que siempre vive para interceder por nosotros, lo acoja benignamente en su reino de luz y de paz". Tras el rito de la comunión, se llevó a cabo la 'Ultima commendactio' para que Dios acoja el alma del Papa Francisco.
Tras la invocación de la letanía de los santos, tomó la palabra el Vicario General de la Diócesis de Roma, Cardenal Baldassare Reina, para pedir por el que fue obispo de Roma. Ya en el 'Responsorium', el cardenal Re ha esparcido agua bendita y rociado incienso el féretro del Santo Padre mientras se ha leído un responso. Al final del servicio, el cardenal decano ha pronunciado una última oración, que encomienda formalmente al Papa a Dios antes del entierro y ha puesto su mano sobre el féretro a modo de despedida. Acto seguido, el ataúd ha sido portado al interior de la basílica para la conclusión del servicio, al tiempo que se ha entonado el Magnificat.
El cortejo fúnebre
De ahí parte el cortejo fúnebre que le trasladará al lugar de su última morada, la basílica de Santa María Mayor, como ese era su deseo. El Papa Francisco dejó por escrito que quería que sus restos mortales descansasen, esperando el día de la Resurrección, en la Basílica Papal de Santa María Mayor, ya que a lo largo de su vida siempre se había encomendado a la Virgen María. Se trata del primer entierro de un pontífice fuera del Vaticano desde León XIII en 1903.
El féretro de Francisco ha sido transportado en un vehículo, al que le sigue una comitiva formada por un número reducido de coches en los que viajan algunos cardenales, y recorre seis kilómetros del corazón de Roma en un trayecto cargado de simbolismo. Pasa por delante de lugares tan icónicos como el Coliseo romano antes de llegar a la basílica, que se encuentra fuera de los muros del Vaticano, al otro lado del río Tíber en Roma. Se trata de uno de los mayores retos a nivel organizativo y de seguridad para las autoridades italianas.
El público ha podido seguir el traslado a través de pantallas gigantes y gracias a la transmisión en directo de las imágenes que llegan a través de la televisión a todos los rincones del planeta, millones de personas de todo el mundo han podido dirigir sus miradas a Roma para ver el recorrido del Papa hasta su morada eterna.
Después del entierro, que ha sido una ceremonia privada, se ha dado a los fieles la oportunidad de llegar al lado de su santidad y rendir homenaje ante la tumba de Francisco en Santa María la Mayor. Ubicada en la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capella della Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la basílica liberiana, la tumba se encuentra cerca del Altar de San Francisco. Como quiso Francisco, la lápida es a imagen y semejanza de sus 12 años de pontificado. Y como curiosidad, quiso que la piedra fuese de "Liguria, la tierra de sus abuelos". Una tumba simple, ubicada en el suelo, sin ornamentación particular, tan solo la reproducción de su cruz pectoral, y con una única inscripción: Franciscus”, reflejando ese espíritu de humildad y sencillez con el que quería ser despedido. "Que tengáis buen viaje, hermanos y hermanas… Yo solo soy un paso", fueron sus palabras de despedida en las memorias del único Papa que ha contado su vida.