Mercedes Milá ha demostrado siempre no tener pelos en la lengua. Y su reciente participación en el programa Planeta Calleja, junto a su amigo Jesús Calleja, no ha sido la excepción. En un momento en el que el aventurero le propone tomarse una foto, la periodista sorprendió al explicar que, desde hace tiempo, evita posar con fans. No se trata de una excentricidad ni de una manía, sino de una medida que ha tenido que adoptar por su propia seguridad.
El motivo, tal como explicó durante la conversación, es tan delicado como preocupante. “He tenido un problema muy serio”, confesó sin titubeos. Según relató, hace años recibió una llamada de un compañero del medio que la alertó de un hallazgo espeluznante: su imagen estaba siendo utilizada en una web para atraer a los usuarios a contenidos de pornografía. “No me lo he inventado. Es verdad”, insistió la periodista.
Episodio traumático en Menorca
Pero ese no fue el único golpe relacionado con su imagen. Décadas antes, en los años ochenta, Milá vivió una experiencia invasiva en su propia casa de Menorca. “En esa época no había la ley que hay ahora, que si es tu casa, te tienen que pagar…”, explicó. Varios vecinos alertaron entonces de la presencia de un hombre con un telescopio que apuntaba hacia su vivienda. “Según ellos, estaba fotografiando gaviotas”, relató con ironía. El intruso fue interceptado y trasladado a la comisaría por la Policía.
Desde entonces, su relación con las fotos ha cambiado radicalmente. Lejos de la imagen pública accesible y abierta que transmitía en programas como Gran Hermano, Mercedes ha optado por levantar barreras para protegerse. “No es que tenga un problema con la gente”, aclara. De hecho, aseguró que le encanta mirar a los ojos de las personas y escuchar sus historias. Pero la amenaza latente del uso indebido de su imagen ha hecho que incluso la Policía le recomiende negarse a ser fotografiada por desconocidos.
Más allá del incidente en sí, Mercedes Milá ha querido subrayar la importancia de establecer límites, especialmente cuando la exposición pública puede volverse en contra de uno mismo. “Busco el corazón, lo que hay detrás, no la foto”, dice. Su actitud no es un rechazo a su audiencia, sino una forma de decir que la privacidad también tiene valor. Y que incluso en un mundo tan inmediato como el actual, sigue habiendo historias que no pueden ni deben compartirse con un solo clic.