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Descubre la historia de amor que pudo cambiar el destino del Papa Francisco© Getty Images

Descubre la historia de amor que pudo cambiar el destino del papa Francisco

Se llamaba, o mejor dicho, se llama, pues aún sobrevive al Santo Padre, Amalia Damonte, era su vecina y llego a proponerle matrimonio


22 de abril de 2025 - 16:50 CEST

La mañana del 21 de abril, concretamente el Lunes de Pascua, marcó un momento histórico y profundamente emotivo: el papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, falleció a los 88 años en su residencia de Santa Marta. La noticia conmovió al mundo entero. Fue el fin de una vida dedicada por completo al servicio de la Iglesia católica y de los más necesitados. Pero detrás de la sotana blanca y la figura del pontífice, hubo un joven que una vez conoció el amor terrenal. Una historia que, aunque breve, dejó una huella imborrable en el corazón de quien años después sería el líder espiritual de millones de personas. Esa historia tiene nombre y apellido: Amalia Damonte.

Al no poder cumplir su promesa de casarse con Amalia, el papa Francisco entregó su vida a Dios © Getty Images
Al no poder cumplir su promesa de casarse con Amalia, el papa Francisco entregó su vida a Dios

Una infancia compartida en el barrio de Flores

Corrían los años 40 en el barrio de Flores, en Buenos Aires. Entre calles tranquilas y parques sencillos, dos niños compartían juegos, risas y una profunda conexión. Jorge y Amalia eran vecinos y amigos. Con apenas doce años, comenzaron a descubrir el mundo de la mano, forjando un vínculo que no solo estaba marcado por la cercanía geográfica, sino por una sensibilidad compartida hacia la humildad, la justicia y los más desfavorecidos. “Éramos muy humildes, amábamos a los pobres... En eso éramos almas gemelas”, recordaría años después Amalia con una sonrisa nostálgica.

Amalia Damonte, quien fue novia del papa Francisco hace más de sesenta años, posa en su casa en el barrio de Flores, Buenos Aires© Getty Images
Amalia Damonte, quien fue novia del papa Francisco hace más de sesenta años, posa en su casa en el barrio de Flores, Buenos Aires

'Si no me caso con vos, me hago cura'

Entre juegos y tangos—un baile que apasionaba a Bergoglio— floreció un amor inocente, pero profundamente sincero. A esa edad en la que muchos apenas empiezan a soñar, Jorge ya lo tenía claro: quería pasar el resto de su vida con ella. Fue entonces cuando tomó una decisión que marcaría el rumbo de ambos. Le escribió una carta de amor, con palabras tiernas y un dibujo de una casita blanca con techo rojo. En esa nota, además de declararle su amor, le propuso matrimonio. Y dejó escrita una frase que hoy resuena con fuerza: "Si no me caso con vos, me hago cura".

El barrio de Flores en Buenos Aires, donde Jorge Mario Bergoglio, hoy el ya desaparecido papa Francisco, pasó su niñez y juventud© Getty Images
El barrio de Flores en Buenos Aires, donde Jorge Mario Bergoglio, hoy el ya desaparecido papa Francisco, pasó su niñez y juventud

Pero la respuesta no fue la esperada. No por falta de amor, sino por los límites de la época y la rigidez de los padres de Amalia. “Mi madre descubrió la carta y me dio una paliza. Me prohibieron volver a verlo”, contaría años más tarde. El joven Bergoglio, fiel a su palabra, aceptó ese “no” con resignación y dolor. Poco después, ingresó al seminario.

Una decisión que cambió el curso de la historia

La promesa escrita se volvió realidad: si no podía estar con Amalia, dedicaría su vida a Dios. Así comenzó su camino religioso, un trayecto que lo llevó del seminario a la Compañía de Jesús, y finalmente al Vaticano, donde en 2013 sería elegido como el primer papa latinoamericano.

Fachada de la casa de Amalia Damonte, el amor de juventud del papa Francisco© Getty Images
Fachada de la casa de Amalia Damonte, el amor de juventud del papa Francisco

Amalia, por su parte, permaneció en Argentina, llevando una vida discreta, formando su propia familia, y años más tarde, jubilándose. A pesar de la distancia y los años, nunca olvidó a aquel “buen muchacho”, como lo describió en varias entrevistas. “Era grande, maduro, una maravilla. Un buen tipo”, decía con ternura.

El amor que no prosperó y modeló su destino 

Con la muerte del papa Francisco, resurgió el interés por su lado más humano. Porque aunque el mundo lo conoció como un defensor incansable de los pobres, un líder espiritual carismático y un renovador de la Iglesia, Jorge Mario Bergoglio también fue un joven enamorado. Y ese amor, aunque no prosperó, moldeó su destino de una forma poderosa.

"Era grande, maduro, una maravilla. Un buen tipo", decía con ternura Amalia sobre Jorge Bergoglio 
© Getty Images
"Era grande, maduro, una maravilla. Un buen tipo", decía con ternura Amalia sobre Jorge Bergoglio

“Tal vez podríamos haber sido almas gemelas”, reflexionó Amalia. “Somos humildes, nos duele la pobreza del otro. Eso compartíamos desde chicos”. Aquel amor truncado no fue solo un episodio del pasado, sino el punto de inflexión que, en palabras del mismo Bergoglio, lo llevó a entregar su vida al sacerdocio.

Mientras el mundo despide al papa Francisco, el recuerdo de aquella casita blanca con techo rojo sigue viva en la memoria de una mujer sencilla en Buenos Aires. Y con ella, el testimonio de que, a veces, las grandes historias de amor no terminan en un altar, sino en una promesa cumplida.

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