La muerte del papa Francisco a los 88 años da comienzo al período que se conoce como Sede Vacante. Durante esta etapa, que se prolonga hasta la elección de un nuevo Pontífice, rige el principio de nihil innovetur (que no se innove nada). El gobierno de la Iglesia queda así encomendado al Colegio de Cardenales para el despacho de los asuntos ordinarios o los inaplazables, y para preparar lo necesario para la elección de un nuevo Pontífice. Este proceso de selección cuenta, desde el siglo XIII, con unas reglas y procedimientos bien definidos que siguen estos pasos:
- Se convoca a los cardenales al Cónclave para elegir al sucesor. Este comenzará 15 después del inicio de la sede vacante y, en caso de retraso, no más de 20 días después.
- Los cardenales reciben también el nombre de electores, deben tener menos de 80 años para poder votar y proceden de todas partes del mundo (en cada Cónclave su número y procedencia varían). Como el cargo suele ser vitalicio, los cardenales que van a elegir al próximo Pontífice suelen haber sido nombrados por el fallecido o renunciante. En esta reunión, los cardenales invocan al Espíritu Santo para que les ilumine en en su decisión.
- Se instalan en el propio recinto del Vaticano. Suelen alojarse en la Residencia Santa Marta y desarrollan las reuniones bajo llave en la Capilla Sixtina. Durante estos días permanecen aislados y sin ningún contacto con el exterior. Solo disponen de la asistencia de personal destinado a satisfacer sus necesidades en cuestión de alojamiento y alimentación y de personal médico (hay dos médicos pendientes de cualquier problema que pueda surgir y también la opción de que estén acompañados por un enfermero).
- Actualmente se lleva a cabo la elección por escrutinio. Esto significa que se hace una votación individual y secreta de los Cardenales electores. La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis prescribe que se deben realizar dos votaciones al día, además de una votación la tarde en que comienza el cónclave. Para que el resultado de la votación sea válido, el elegido debe contar con dos tercios de los votos.
- Si tras 24 votaciones no hay acuerdo, habrá que escoger entre los dos cardenales que hayan obtenido más apoyos en la última votación. En este caso serán necesarios también dos tercios de los votos.
- Las votaciones se hacen en el más absoluto secreto, en papeletas que son quemadas tras cada votación. Si no hay consenso, se les añade paja húmeda para que el humo salga negro. Así quienes esperan con sus ojos clavados en la chimenea para conocer al nuevo Pontífice saben que todavía no hay acuerdo. Cuando se alcanza, se añade paja seca por lo que el humo sale más claro. Es la conocida como fumata blanca.
- Al elegido se le pregunta si acepta el puesto de Sumo Pontífice y el nombre con el que quiere ser conocido. El resto de cardenales le jura fidelidad y rezan una oración. Entonces el cardenal protodiácono anuncia que ya hay un nuevo Pontífice con la frase “Habemus papam” y el recién nombrado sale al balcón en la plaza de San Pedro para realizas su primera bendición Urbi et Orbe.
- Días después se celebra una misa con la que se inaugura el Pontificado, ceremonia que se suele celebrar en la Plaza de San Pedro dada la gran afluencia de fieles y personalidades de diversa índole.