Recibir la noticia de que nos queda poco tiempo de vida es, sin duda, lo peor que podemos escuchar. Es un golpe devastador que no podemos cambiar y que nos sumerge en una nueva realidad. Ante esta situación, algunos no saben cómo actuar y se paralizan, mientras que otros deciden exprimir cada segundo de su existencia para aprender, lanzarse a lo desconocido, hacer lo que siempre quisieron y nunca se atrevieron y arriesgarse a sentir, porque ya no hay nada que perder, sino todo que ganar. Una postura que les convirtiéndose en un ejemplo de cómo todos deberíamos aprovechar cada minuto.
Esa es la lección de vida que nos ofrece Dying for Sex, la nueva serie de Disney+ protagonizada por Michelle Williams. En ella, da vida a Molly Kochan, una mujer a la que, tras comunicarle que padece un cáncer terminal, decide dar un giro radical a todo su mundo y embarcarse en un viaje de redescubrimiento personal, un nuevo camino en el que siempre va acompañada por Nikki Boyer, su mejor amiga. A lo largo de sus episodios, la serie destaca la profundidad de la amistad entre ambas y el proceso de sanación emocional de Kochan mientras se enfrenta a su terrible diagnóstico. Lo más impactante de todo es que esta trama no nace de la ficción, sino que está basada en hechos reales y es una adaptación del popular pódcast homónimo lanzado por estas dos mujeres en 2020.
Molly comenzaba a contar su historia en este espacio junto a su amiga Nikki, con quien mantenía una relación profunda y cómplice desde que se conocieron, hacía casi dos décadas, en unas clases de actuación en Los Ángeles. En aquellas grabaciones, Kochan relataba con humor, honestidad y emoción cómo, tras recibir la devastadora noticia de que su cáncer de mama se había convertido en terminal, decidía dejar su matrimonio de 15 años en crisis y comenzar un camino inesperado de redescubrimiento personal y sexual. Así pretendía recuperar el control sobre su cuerpo, su deseo y su vida, aunque supiera que su tiempo era limitado.
El diagnóstico llegaba en 2015, tras años de tratamientos, mastectomías, reconstrucciones y una primera lucha contra el cáncer. Lo que parecía superado, regresaba con fuerza. Entonces, Molly decidía que no iba a pasar lo que le quedaba de vida, apagándose poco a poco. Todo lo contrario, quería sentirse viva. Por este motivo, abría perfiles en aplicaciones de citas, se lanzaba a vivir múltiples experiencias sexuales y recopilaba todas esas vivencias, muchas veces sorprendentes y liberadoras, en un blog como parte de su proceso emocional. No se trataba solo de relaciones físicas, sino también de sanar heridas profundas, reconectar con su esencia y, en sus propias palabras, “sentirse completa”.
Esos encuentros, impulsados por los efectos del tratamiento hormonal que recibía y que aumentaba su libido, le ayudaban a no pensar en la enfermedad y a evadirse de los durísimos tratamientos a los que seguía sometiéndose. Al darse cuenta de que las aventuras íntimas de Molly eran un buen entretenimiento, ella y Nikki decidieron presentar su historia como un programa de televisión titulado Dying for Sex.
Sin embargo, el proyecto era rechazado varias veces antes de que decidieran crear un pódcast de nombre homónimo, donde capturaban las experiencias de Kochan con citas, sexo y amor mientras lidiaba con el cáncer. Este espacio fue lanzado oficialmente en 2020, superando los 5 millones de descargas en pocas semanas y logrando conquistar a millones de oyentes, quienes cayeron rendidos ante un relato real, divertido, sincero y sin victimismos.
Por desgracia, la enfermedad siguió avanzando y Molly Kochan falleció el 8 de marzo de 2019, a los 45 años, rodeada de amor y acompañada y cuidada por su amiga incondicional, quien estuvo a su lado hasta su último aliento. "Le puse una mano en la cabeza y la otra en el corazón. Le dije: 'Estoy aquí, te tengo'. En ese momento, la miré con admiración. Fue una de las experiencias más mágicas que he vivido. Fue tan intenso y hermoso", relataba Nikki, muy emocionada, a The Times.
En su blog, Molly dejó un emotivo mensaje, que se publicó poco después de su muerte, titulado I Have Died (He muerto). En él, describía sus últimos días como "magníficos" y señalaba que estuvo rodeada de "las personas que debían estar allí". Además, reflexionaba sobre la inevitabilidad de su partida y de su aceptación sobre ello, mostrando su serenidad y valentía frente al final.
Pero, además del pódcast con su inseparable Nikki, Molly dejó otro legado que también se publicó de manera póstuma: sus memorias, Screw Cancer: Becoming Whole (El cáncer no me destruye: Volver a ser yo), un testimonio de su viaje personal que veía la luz en agosto 2020. En ellas, Molly reflexionaba sobre cómo al principio buscaba desesperadamente enamorarse, queriendo encontrar a su "alma gemela". Sin embargo, a medida que avanzaba, comprendió que su verdadero camino era hacia el autodescubrimiento y la reconexión consigo misma.
Nikki Boyer recordó en el prólogo del mismo que su amiga escribió la mayor parte de sus memorias desde su cama del hospital, poniendo todo su corazón en cada página."Este libro fue lo que la mantuvo con vida, especialmente en sus últimas semanas". Molly nos ha dejado una lección de amistad, valentía, de ser uno mismo frente a lo inesperado y de vivir plenamente cada momento, sin miedo al final. Y ahora, su historia, cargada de emociones y aprendizajes, revive en la pantalla para seguir inspirando a quienes la descubran.