El 12 de enero se hizo realidad el sueño que tanto anhelaba. Verónica Hidalgo se convirtió en madre y el instante en el que tuvo a su hija en brazos hizo que se le borrase de un plumazo todo lo que le había costado llegar hasta ahí. Porque fue un camino largo y lleno de obstáculos que consiguió superar junto a Juan Andrés González. Todo había quedado al fin atrás y la felicidad era infinita al lado de la pequeña Leandra, pero lo que no se imaginaba la modelo es que después de dar a luz viviría una pesadilla al tener que ser operada de urgencia. Un susto del que por primera vez ha dado todos los detalles.
La que fuera Miss España 2005 ha contado en Y ahora Sonsoles cómo es esta nueva etapa que atraviesa desde que hace cuatro meses formase su familia soñada. Verónica está en una nube y reconoce que la pequeña, a la que llama cariñosamente Lea, está haciendo que la experiencia sea aún más mágica. "Es buenísima. Después de todo lo que he pasado, creo que no la he oído llorar. Me lo está compensando", ha comentado. Su momento preferido juntas, según ha contado, es cuando la niña se despierta porque "me recibe con una sonrisa maravillosa y ahora que empieza a interactuar, me sale todo con ella".
Verónica está completamente volcada en la maternidad y por el momento no piensa en el trabajo. Dice que Leandra crece día a día y quiere disfrutar de ella. Y es que la experiencia que tuvo tras dar a luz le recordó que la vida puede ser efímera. 24 horas después del nacimiento de su hija mediante una cesárea, fue operada de urgencia. "Los órganos se mueven para dejar espacio al bebe y a las 20 o 24 horas de dar a luz, todo empieza a volver a su sitio. Tuve la mala suerte de que el músculo de mi abdomen pinzó el intestino delgado al moverse", ha comenzado a relatar.
A la modelo y presentadora le tuvieron "que quitar metro y medio de intestino de urgencias". Se trata de una dolencia que puede ser mortal si no se detecta en las primeras 18 o 20 horas, pero afortunadamente a ella se lo detectaron muy rápido. "En mi caso fue porque mi madre me obligó a cenar antes de dormir esa noche. Comí un trozo de bocadillo y ahí fue cuando empecé con tiritonas, sudor frío, vómitos... Me hicieron un montón de pruebas y detectaron una hernia que se estaba necrosando en el intestino", ha relatado.
Fue un procedimiento agresivo dadas las circunstancias porque no solo tenía que recuperarse de esta operación, sino también de la cesárea. Estuvo doce días en el hospital "sin comer ni beber agua, solo con suero" y aún está adaptándose a su nueva situación, puesto que hay alimentos que no puede tomar y sus digestiones "no son iguales" que antes. Además, en ese tiempo tampoco podía cuidar de su hija y su pareja "tuvo que aprender a marchas forzadas".
Los momentos de miedo e incertidumbre han quedado atrás. Verónica da gracias por seguir viva y disfruta del sueño de la maternidad, porque Leandra "es una niña muy deseada". Además, su experiencia le ha demostrado que "ser mujer es sinónimo de fuerza, amor y resiliencia; y ser mamá, un regalo que multiplica nuestro poder".