El pasado jueves 10 de abril, un devastador accidente aéreo sacudió las aguas del río Hudson, a la altura de Jersey City. Un helicóptero turístico operado por New York Helicopter Tours se estrelló, cobrando la vida de seis personas: una familia española compuesta por cinco miembros —el ex CEO de Siemens España, Agustín Escobar; su esposa, Mercè Camprubí Montal, que ocupaba la dirección de Comercialización Global en Siemens Energy, y sus tres hijos, Agustín de 10 años, Mercedes, de 8 y a punto de cumplir 9 y Víctor, de 4— así como el piloto, Seankese Johnson, un veterano de la Marina de Estados Unidos de 36 años.
Cierre inmediato de la compañía operadora
Días después del accidente, la Administración Federal de Aviación (FAA) ha anunciado el cierre inmediato y definitivo de New York Helicopter Tours. La decisión fue tomada tras la gravedad del suceso, sumada a un historial de incidentes previos y crecientes preocupaciones por la seguridad de los vuelos turísticos en Manhattan. En su comunicado, la FAA destacó que "la seguridad es la prioridad número uno" y subrayó su compromiso con una revisión profunda del historial de la empresa, incluyendo sus protocolos de mantenimiento y operaciones.
Investigación en curso: muchas preguntas sin respuesta
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) ha iniciado una investigación exhaustiva para esclarecer las causas del accidente. Según información preliminar, el helicóptero modelo Bell 206 despegó del helipuerto del Bajo Manhattan a las 14:59 y cayó minutos después al río, desintegrándose en el aire. Imágenes captadas por testigos muestran restos cayendo al agua sin el rotor de cola ni parte de las palas principales, lo que apunta a un fallo mecánico catastrófico.
El helicóptero no contaba con grabadoras de vuelo ni sistemas de registro de datos, lo que complica el proceso. Los investigadores buscan aún partes clave como los rotores y la caja de engranajes para reconstruir lo ocurrido. Expertos, como el abogado y expiloto Justin Green, apuntan a un posible fallo estructural que habría hecho imposible cualquier maniobra de rescate por parte del piloto.
Presiones políticas y revisión del sector turístico aéreo
El accidente ha reavivado un antiguo debate sobre la seguridad y regulación de los vuelos turísticos en Nueva York. El senador demócrata Chuck Schumer exigió la retirada inmediata del certificado operativo de la empresa, y pidió mayores controles a todas las compañías de helicópteros turísticos, advirtiendo que "hay empresas que anteponen las ganancias a la seguridad". La concejal Amanda Farías también instó a imponer una moratoria sobre los vuelos no esenciales mientras se completa la investigación.
New York Helicopter Tours ya había estado bajo escrutinio anteriormente, con al menos dos incidentes previos investigados por las autoridades federales. En 2013, otro Bell 206 de su flota perdió potencia y tuvo que aterrizar de emergencia en el Hudson. En 2015, se detectaron posibles fallos estructurales en otra de sus aeronaves.
Dolor compartido y homenajes en Nueva York
La tragedia ha generado una ola de solidaridad en Estados Unidos y España. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, acompañó a Joan Camprubí, hermano de la fallecida Mercè, en una emotiva rueda de prensa a orillas del Hudson. Joan recordó a sus seres queridos como “una familia feliz, que se fue unida, sin sufrimiento y con una sonrisa en el rostro”. Las autoridades trabajan en la repatriación de los cuerpos para que puedan descansar en paz en España.
Adams colocó flores en el lugar como gesto simbólico, y aseguró: “Su dolor es nuestro dolor. Su tristeza, nuestra tristeza”.
El futuro del turismo aéreo en Nueva York
Con al menos 38 muertes por accidentes de helicóptero en Nueva York desde 1977, este caso reabre el debate sobre el uso intensivo del espacio aéreo en Manhattan, donde se mezclan aeronaves recreativas, comerciales y ejecutivas. A pesar de las críticas, algunos representantes del sector, como el Consejo de Helicópteros de la Región Oriental, piden no apresurarse a legislar sin los resultados de la investigación completa.
Sin embargo, la tragedia ha dejado una huella profunda y parece marcar un punto de inflexión en la regulación de los vuelos turísticos. Como dijo Schumer: "Una de las cosas que podemos hacer para honrar esas vidas es asegurarnos de que no vuelva a suceder".