Hablar de Mario Vargas Llosa es referirse no solo a un autor prolífico y brillante, sino a una figura esencial de la literatura universal. Su vida, tan intensa como sus novelas, estuvo marcada por los vaivenes de la política, las pasiones del alma y una incansable búsqueda de la libertad, tanto en lo personal como en lo creativo.
El escritor peruano, fallecido en Lima, a los 89 años, deja una huella imborrable en el panorama literario global, con una obra que seguirá inspirando por generaciones. La noticia de su triste partida fue dada por su hijo Álvaro: “Nuestro padre disfrutó de una vida larga, aventurera y fructífera. Su obra lo sobrevivirá”. El Gobierno del Perú y la comunidad literaria internacional lo homenajearon como un “peruano ilustre de todos los tiempos”.
Una infancia marcada por la ausencia de su padre
Nacido el 28 de marzo de 1936 en Arequipa, Perú, como José Mario Pedro Vargas Llosa, su infancia no fue sencilla. Creció sin la figura paterna, creyendo que su padre había muerto, hasta que a los 10 años descubrió la dolorosa verdad: sus padres estaban separados y su padre vivía con otra familia. Su posterior reencuentro con él en Lima fue turbulento y marcó profundamente su carácter.
La figura autoritaria de su padre dejó una huella que lo acompañaría luego al Colegio Militar Leoncio Prado, experiencia que retrataría con crudeza en su primera gran novela, La ciudad y los perros (1963). Este libro no solo lo lanzó a la fama internacional, sino que revolucionó la narrativa latinoamericana con su estructura innovadora y su crítica social feroz.
Su matrimonio con su tía Julia Urquidi
Desde sus años jóvenes, Vargas Llosa mostró una pasión ardiente por la literatura. Estudió Derecho y Literatura en la Universidad de San Marcos en Lima, donde también vivió sus primeros escándalos familiares: a los 19 años se casó con su tía política, Julia Urquidi, diez años mayor que él. Su historia de amor, polémica y apasionada, fue la base de La tía Julia y el escribidor (1977), una obra divertida, pionera en mezclar ficción y autobiografía. Urquidi más tarde publicaría Lo que Varguitas no dijo, su propia versión de los hechos.
A lo largo de su vida, Vargas Llosa recorrió el mundo —París, Londres, Madrid, Barcelona— y construyó una carrera monumental. Fue traductor para la UNESCO junto a Julio Cortázar en Grecia, y miembro de la Real Academia Española desde 1994. Su cosmopolitismo fue clave para nutrir su mirada sobre la cultura, el poder y la condición humana.
Premios, títulos y reconocimientos
Obtuvo los premios más prestigiosos de las letras: el Premio Nobel de Literatura en 2010, por su “cartografía de las estructuras de poder”; el Premio Cervantes en 1994; el Príncipe de Asturias en 1986, además de reconocimientos en Francia, Alemania y otros países. En 2011, fue nombrado marqués de Vargas Llosa por el rey Juan Carlos I de España. Su obra ha sido traducida a decenas de idiomas y adaptada al cine y la televisión: La fiesta del Chivo, La tía Julia y el escribidor (como Tune in Tomorrow, con Keanu Reeves).
Sus libros —como La casa verde, Conversación en La Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La fiesta del Chivo, o El sueño del celta— se adentraron en temas tan variados como la dictadura, la corrupción, el erotismo, el humor, la identidad o la libertad. Su obra es un mapa de las estructuras de poder, de las resistencias individuales y de las contradicciones humanas. Defendía que “la literatura es placer, pero también instrumento de transformación”.
Candidato a la presidencia de Perú
La vida de Vargas Llosa fue también profundamente política. De joven simpatizó con el comunismo y apoyó la Revolución Cubana, pero rompió con ella tras el Caso Padilla. En los 80, se convirtió en un defensor de las democracias liberales. Fue candidato a la presidencia del Perú en 1990, enfrentando y perdiendo en segunda vuelta ante Alberto Fujimori. Tras su derrota, se trasladó a España, país del que obtuvo la nacionalidad y donde siguió escribiendo y opinando con intensidad. Defendió siempre la libertad de expresión y los derechos humanos desde una visión liberal moderna.
De su matrimonio con Patricia Llosa a su historia de amor con Isabel Preysler
Más allá de los libros y la política, su vida sentimental fue igualmente mediática. Su segundo matrimonio, con su prima Patricia Llosa, duró más de 50 años y le dio tres hijos: Álvaro, Gonzalo y Morgana. En su discurso del Nobel, le rindió homenaje con una frase inolvidable: “Sin ella, mi vida se habría disuelto hace tiempo en un torbellino caótico”. Sin embargo, en 2015 se separaron, y ese mismo año comenzó una relación con Isabel Preysler, que duró ocho años. En 2023, sorprendió al retomar el contacto con Patricia Llosa, con quien pasó su último cumpleaños, en lo que muchos consideraron un regreso al hogar.
Sus hijos también siguieron caminos destacados: Álvaro como escritor y analista político; Gonzalo, en la ONU; Morgana como fotógrafa en Lima. Sus nietos, repartidos entre Europa, América y Medio Oriente, reflejan el carácter global de su legado familiar.
Curiosidades de un genio
Entre las muchas curiosidades que rodean su figura: fue hincha del club Universitario de Deportes; en los años 80 condujo el programa televisivo Torre de Babel; fue interpretado por Keanu Reeves; y dejó claro que la literatura fue su refugio desde la infancia. En El pez en el agua (1993), su autobiografía, confesó que escribir lo salvó del autoritarismo paterno.
Una despedida literaria
Su última novela, Le dedico mi silencio (2023), fue una despedida serena pero potente, como un último acorde de un largo concierto.
Mario Vargas Llosa vivió como escribió: con pasión, rigor, y una voluntad férrea por defender la libertad, la belleza y la verdad. Su vida fue, sin duda, una gran novela. Y como toda gran novela, permanecerá viva en cada lector que se atreva a abrir uno de sus libros.